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 domingo, 23 de enero de 2005  
Insólito saqueo en una casa mientras sus dueños estaban de vacaciones
Una familia de Fisherton encontró su hogar desvalijado al regresar de un viaje por el sur. Se llevaron desde electrodomésticos muy pesados hasta ropa y cortinas. Presumen que deben haber usado un camión

Ariel Etcheverry / La Capital

Otra familia rosarina se enfrentó con la amarga experiencia de regresar a casa tras un breve período de vacaciones y encontrarse con que el esfuerzo de años de sacrificio terminó en manos ajenas. Los Heffeli, que viven desde hace nueve años en Tucumán al 8100, Fisherton Sur, retornaban el viernes a la tarde luego de 12 días en el sur y descubrieron que su hogar había sido saqueado por delincuentes que se movieron a sus anchas. Primero destrozaron la alarma y después trabajaron tranquilamente para alzarse con una heladera de dos motores y casi dos metros de altura, dos aires acondicionados split completos, dos colchones, todo el juego de vajilla, cubiertos y ollas, ropa, las cortinas de las ventanas y más de 200 discos compactos.

Rolando Heffeli tiene 39 años y su esposa Andrea, 38. Tienen tres hijos: Atenas, de 14; Camila, de 8, y Aquiles, de 4 años. Ayer toda la familia, que maneja un almacén en Navarro y Donado, estaba quebrada. Las únicas vacaciones que habían tenido antes de las de este año habían sido aisladas, de no más de 2 ó 3 días. Pero la posibilidad de hacer un viaje más prolongado como el que gozaron este año no tuvo un final feliz: la impresión que les causó ver su casa como si la hubiese atravesado un huracán, con las habitaciones impenetrables debido al desparramo de cosas que dejaron los ladrones a su paso, y el despliegue de audacia y destreza que mostraron los visitantes, los dejó sin aliento. Ayer ningún vecino les pudo dar una pista acerca de cuándo en los doce días que duró el descanso pudo ocurrir el robo. En cuanto a la policía, recién se enteró al momento de la denuncia.

"No puedo creer lo que hicieron. Tampoco puedo creer que ningún vecino haya visto o escuchado algo. Deben haber sido varios tipos con un camión de apoyo. Trabajaron como en una mudanza. No me explico cómo hicieron para sacar la heladera y el resto de las cosas sin que nadie se diera cuenta", remarcó Andrea junto a su marido, en el comedor de la casa, mientras trataban de superar el mal trance.

La casa saqueada ocupa la ochava sudeste de Tucumán y Kay, un lugar perfectamente visible. Por eso llama la atención que nadie haya escuchado o visto lo que pasaba adentro cuando sus dueños estaban de vacaciones. El vecindario está ubicado al sur de la avenida Eva Perón. Es una zona residencial conocida como Fisherton Sur, donde predominan la casas y chalés de clase media.

La vivienda, que está ubicada a cuatro cuadras de la seccional 17ª, tiene ladrillos vistos y rejas en el frente. Cuenta con un garaje también enrejado y un pequeño tapial con barrotes verdes que recorre el perímetro por Tucumán y Kay. Sobre la fachada, a unos cuatro metros de altura, estaba empotrada sobre la pared la campana de la alarma. Los delincuentes la arrancaron de cuajo y ayer sólo era visible la aureola.

La familia se encontró con la desagradable sorpresa el viernes, a las seis de la tarde. A esa hora llegaron desde Puerto Madryn y Las Grutas, donde habían pasado doce días de descanso. Fue un periplo iniciado el 9 de enero, que tuvo un sabor especial porque fue el regalo que eligió Atenas para festejar sus 15 años, que cumplirá en marzo. "Ella prefirió viajar con la familia en lugar de la tradicional fiesta", recordó Rolando con la voz cruzada por la emoción. "Estuvimos 6 meses programándolo. Veníamos con toda la ilusión y mirá lo que nos pasó", confió.

La Fiat Ducato estacionó frente al portón y la chica bajó para abrir la puerta de calle. La chica enseguida vio que la abertura estaba barreteada y abierta. Así, el cansancio por el largo viaje mutó en horror. La casa se parecía a un campo de batalla.

Los Heffeli no tardaron en descubrir que la alarma estaba destruida. La campana que debía estar empotrada en la fachada apareció tirada sobre el pequeño cantero del frente. Los sensores de movimientos y la central del aparato habían sido arrancados. "Se llevaron hasta la bocina", completó Adriana.

Otra cuestión asombrosa fue que los delincuentes tuvieron tiempo y medios suficientes como para llevarse una heladera de casi dos metros de altura, que requiere de más de una persona y una carretilla para moverla. También fueron en busca de cubiertos, vajilla, cacerolas y un horno a microondas. Luego descolgaron las cortinas de cada una de las ventanas. Después vaciaron aparadores y placares, desparramando todo sobre el piso y las camas.

Ya en las habitaciones, los cacos apuntaron a los dos aparatos de aire acondicionado tipo split, artefactos bastante complejos a la hora de instalar. Directamente arrancaron los módulos que estaban adentro de las piezas, pero también se llevaron los motores que estaban abulonados y enrejados en el techo. El botín se engrosó con un televisor de 21 pulgadas, ropa, toallas, sábanas y colchones. "No se llevaron el lavarropas porque es demasiado pesado", añadió Andrea.

El robo conmovió a todos en la familia, pero los más afectados fueron los chicos. "Camila y Aquiles se pusieron a llorar y no querían quedarse a dormir. Los tuvimos que mandar a la casa de los abuelos", contaron los padres. Andrea dijo que ya no quiere correr riesgo y que prefiere mudarse. Su compañero prefiere esperar y tranquilizarse antes de tomar una decisión apresurada. "Esta casa la construimos de a poco, con mucho esfuerzo. Pusimos alarma y rejas. En el barrio hay vigilancia privada. Todo lo que hicimos no sirvió de nada", completó Rolando
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Los dueños no se explican como pudieron sacar la heladera sin ser vistos.

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