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 domingo, 23 de enero de 2005  
Boasso y la transparencia bajo su lupa

Carlos Duclos / La Capital

El ex intendente Hermes Binner, a quien le adjudican al menos irregularidades administrativas en las concesiones hechas por la Municipalidad en la costa y especialmente en el complejo Parque España, dice estar tranquilo. Y no sólo tranquilo, sino desafiante: "Ojalá me llamen a declarar", lanzó sin temor. ¿Qué es lo que determina tanta tranquilidad en el ex intendente? Por un lado tal vez el absoluto convencimiento de que lo hecho estuvo ajustado a lo correcto en medio de una situación social en la que -cabe recordarlo como atenuante para Binner- nadie quería invertir un peso, ni en el país ni en Rosario. Pero la tranquilidad del socialista también podría estar dada por el convencimiento de que -más allá de ciertos desajustes en las concesiones- detrás de todo esto hay una jugarreta política. Por ejemplo, podría pensarse que un sector del peronismo con el disimulado beneplácito de un sector del socialismo tiene como propósito desprestigiarlo ¿Podría ser posible que sus propios compañeros, junto con algunos políticos de la oposición, se embarcaran en tan temerario proyecto?

No, es la primera respuesta pero después de todo a nadie escapa que el socialismo popular no es un partido tan cohesionado y no faltan sus internillas y disputas como en el mejor de los zafarranchos políticos argentinos. No es novedad tampoco que una parte del socialismo anda en buenas migas con un sector de los concejales peronistas y si se tiene en cuenta que en este país los políticos nos tienen acostumbrados a estas trapisondas que tanto daño le ocasionaron a la sociedad ¿por qué no pensar en la posibilidad de una zancadilla al ex intendente?

Sin embargo, esta posibilidad no ahuyenta el fantasma de las irregularidades. La presencia de concejales serios y preocupados, que están más allá de estas posibles mañas políticas argentinas, como Jorge Boasso, Paredes y Cortés, entre otros incluso peronistas, hacen pensar en que hubo, en efecto, ciertas irregularidades.

Sin embargo, en medio de este desbarajuste nadie dice nada de situaciones más graves que se irán descubriendo a medida que las investigaciones avancen. Algunas voces ya están alertando de que las obras realizadas en el Scalabrini Ortiz no tienen nada que ver con el pliego de licitación aprobado y que el intendente Lifschitz debió abstenerse de consumar la habilitación. Se pone énfasis en que muchas de las instancias no pasaron por el Concejo y que la cosa se llevó adelante de modo autoritario. Es más, se remarca que si alguno de los oferentes con chances de ganar la licitación que participaron en ella se decidiera, podría comenzar un juicio de proporciones. Ello sin considerar que cualquier ciudadano podría transitar el mismo camino. Si esto es tal como se plantea es de gravedad y no puede dejar de llamar la atención, entonces, el silencio que protege no sólo a ex funcionarios sino a actuales funcionarios que estarían tan comprometidos como sus predecesores. ¿Se puede habilitar una obra que no se ajusta al pliego de licitación?

La reflexión del concejal Boasso respecto de las concesiones irregulares no puede ser obviada: "Estamos presenciando el fin de la tan publicitada transparencia del gobierno municipal socialista, especialmente el de Hermes Binner -dice Boasso-. En efecto, uno de los parámetros más importantes que se tienen en cuenta internacionalmente para evaluar el nivel de transparencia, y por ende de corrupción de un gobierno, es el análisis de las licitaciones públicas y las concesiones o entrega a particulares de los bienes públicos. Son la cara visible de las administraciones, con la que se presenta, se muestra en sociedad. Al mejor estilo menemista, la administración Binner premeditadamente pergeñó un plan para eludir el control del Concejo en la entrega a particulares de las tierras y/o inmuebles de la costa rosarina. Es así que creó una empresa del Estado municipal para disponer los espacios y una oficina de concesiones, hoy descabezada por los mismos que la crearon". Las palabras del edil son duras cuando dice que la administración socialista trazó un plan para eludir al Concejo, pero añade respecto de este plan que "sus frutos, a la luz de los acontecimientos, son: licitaciones turbias, digitación de concesionarios, cánones irrisorios, conculcación del principio de igualdad, autorización de obras por fuera del objeto de la licitación. Difícil pensar en la ausencia de actos de corrupción ante semejantes irregularidades. Binner, con total arbitrariedad, dispuso de los terrenos y de los inmuebles de todos los rosarinos como un verdadero patrón de estancia. En su momento lo advertimos y no fuimos escuchados. Las argumentaciones para justificar lo injustificable son dignas de Ripley -añade el edil-, todas provienen de los funcionarios responsables de ayer, reciclados hoy en la continuidad socialista. Los rosarinos necesitan y merecen una profunda investigación. La mentada transparencia, el aire puro socialista llegó a su fin".

Ciertamente lo mejor que podría sucederle a la sociedad rosarina y al propio socialismo es que la Justicia examinara todas estas cuestiones y se expidiera cuanto antes. A propósito de concesiones, merece recordarse que la Municipalidad estudia la implementación de talleres de revisión técnica de vehículos. Una medida acertada si se tiene en cuenta que en Rosario circulan vehículos en deplorable estado que son o pueden ser causas de accidentes. Es de esperar, no obstante, que eventualmente la concesión no se realice como un "traje a medida" para algunos talleres y que se ponga celo en los pasos administrativos que se deban seguir.
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