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 domingo, 23 de enero de 2005  
La ola de coches bomba en Irak habría sido planeada por Saddam años atrás

Gregor Mayer

Bagdad. - El ex inspector de armas de Naciones Unidas Scott Ritter hizo un descubrimiento curioso cuando en junio de 1996 examinó un objeto sospechoso de la organización M-21, en Abu Ghoreib, al oeste de Bagdad. No se trataba de sustancias químicas prohibidas. No se había topado con tubos de ensayo sospechosos que contenían gérmenes contagiosos malignos, sino con una inmensa fábrica de bombas.

Cuando entró en el edificio junto a sus colegas, tres iraquíes intentaron escabullirse con un montón de documentos bajo el brazo. Sin embargo, Ritter les cerró el paso y se apoderó de los papeles, que resultaron ser instrucciones para armar artefactos explosivos, "dispositivos explosivos improvisados" (IED), como son denominados en la jerga militar estadounidense.

"Tenía en mis manos unas instrucciones de cómo se prepara una emboscada con el uso de IED, de cómo se fabrican IED a partir de material convencional altamente explosivo", escribió Ritter en noviembre de 2003 en el Christian Science Monitor estadounidense. "Los mismos IED que actualmente matan a norteamericanos a diario en Irak", añadió. Se refería a las centenares de bombas a la vera de la calle que han estallado contra vehículos estadounidenses en Irak y que son la causa del mayor porcentaje de bajas.

La organización M-21 era la denominación en clave del directorio para operaciones especiales en el imperio fantasma de los servicios secretos de Saddam Hussein, que se reforzaban y controlaban mutuamente. En 2003 Ritter todavía no hizo alusión a los coches bomba, cuyo uso pasó a formar parte a partir de mediados de 2004 de la terrible rutina diaria. Sin embargo, desde el punto de vista de su fabricación no dejan de ser más que grandes IED sobre ruedas.

Este tipo de observaciones suscita la pregunta de en qué medida Saddam preparó a su ramificado aparato de violencia para pasar a la clandestinidad y llevar a cabo desde esa posición una guerra de guerrillas contra los ocupantes en caso de una invasión estadounidense, contra la que las fuerzas armadas convencionales no habrían tenido oportunidad de defenderse. En otras palabras: ¿contaba el déspota con un plan X?

La mayoría de expertos coinciden en afirmar que la persistente insurgencia está formada por antiguos elementos del régimen, islamitas radicales nacionales y extranjeros, combatientes a tiempo parcial y sunitas en general, que sienten que se ha atentado contra su dignidad. Como toda guerra, también este conflicto desarrolló su propia dinámica.

Lo que posiblemente fue impulsado por los islamitas y leales a Saddam, cuenta hoy con una atracción de mayor alcance debido a la falta de legitimación de la invasión estadounidense y de los muchos errores cometidos por los ocupantes en el trato hacia los sunitas, entre los que las tradiciones están muy arraigadas.

El jefe de los servicios secretos iraquíes, Mohammed al Shahwani, cifró a principios de mes el número de combatientes del núcleo duro en 40.000, y el entorno de simpatizantes que les apoyan ofreciéndoles cobijo, logística e indicaciones, en unos 200.000. Además, la lucha contra los combatientes en la clandestinidad se ve dificultada por la creciente asociación de los antiguos elementos del régimen con los islamitas sunitas. Los dos periodistas franceses Christian Chesnot y Georges Malbrunot, secuestrados por el Ejército Islámico en Irak desde agosto a diciembre del año pasado, calificaron el biotopo de sus captores de "planeta Bin Laden". Su principal interlocutor, que se les presentó como jefe de inteligencia de la organización, fue un agente profesional del antiguo aparato de Saddam.

También aquí el dictador realizó un trabajo previo. Antes de la invasión estadounidense llamó a Irak a centenares de voluntarios procedentes de países árabes, una afluencia que tras el caos de la posguerra aumentó masivamente debido a las fronteras abiertas.

El primer atentado suicida en Irak tuvo lugar a finales de marzo de 2003, aún durante la invasión estadounidense. El sargento Ali Yafer al Numani hizo volar el taxi en el que viajaba, cargado de material explosivo, delante de un puesto de control norteamericano en Nayaf y causó la muerte a cuatro soldados.

El entonces delegado de Saddam Taha Yassir Ramadan apareció el mismo día en una rueda de prensa en Bagdad para anunciar lleno de orgullo la "muerte de un mártir", el sargento Al Numani. "No tenemos bombas de alta tecnología, así que serán nuestros hombres los que se conviertan en bombas", espetó ante la prensa en Bagdad. Casi dos años más tarde, Saddam y Ramadan están encarcelados en la altamente vigilada prisión estadounidense en el aeropuerto de Bagdad. Sin embargo, las "bombas humanas" continúan llevando a cabo a diario su obra mortal. (DPA)
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Una niña gravemente herida yace en un hospital.

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