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 domingo, 23 de enero de 2005  
La Capital recorrió 12 locales céntricos y sólo 2 cumplían con la norma
Muy pocos bares tienen baños adaptados para personas discapacitadas
En algunos hasta se tienen que subir o bajar escaleras

A pesar de la ordenanza que obliga a restaurantes y bares a contar con baños para discapacitados, encontrarlos no es tarea sencilla. Por capricho arquitectónico o por la necesidad de aprovechar al máximo el espacio, los locales suelen tener baños mínimos o sumamente estrechos, cuando no aparecen emplazados en un subsuelo o un entrepiso. Toda una proeza para que pueda ingresar en ellos quien se desplaza en una silla de ruedas.

La Capital recorrió esta semana una docena de bares y restaurantes céntricos y lo que encontró fue lapidario: sólo dos contaban con baños adaptados para personas con limitaciones motrices. Esto es, sin desniveles de pisos o escalones en el acceso, con puertas anchas que se abran hacia afuera y manijas fáciles de accionar, con artefactos especiales y barrales ubicados sobre sus laterales.

Requisitos que se cumplen a rajatabla en El Cairo (Sarmiento y Santa Fe) y en el restaurante y bar Mei River de la Estación Fluvial.

Dos ejemplos que no abundan, y quienes conviven con una discapacidad o sus familiares lo saben mejor que nadie. "Realmente son muy pocos los bares o restaurantes accesibles -se quejó la presidenta de la Asociación Civil Centro de Ayuda al Discapacitado, Rosana Martins- porque si bien las ordenanzas tienen bastantes años y las exigencias son muy claras nadie las cumple".

Para comprobarlo basta acercarse a Pasaporte (enfrente de la Aduana) donde el toilete se encuentra en el entrepiso al que se accede por una escalera de madera que, encima es tan angosta que hace imposible que dos personas suban o bajen juntas.

En un entrepiso están también los baños del bar La Sede (Entre Ríos y San Lorenzo), y sucede lo mismo a sólo una cuadra, en Entre Ríos y Urquiza donde se encuentra el bar La Máquina. En cambio, en el café Habana los baños aparecen recién en un subsuelo, después de atravesar escalones y pasillos.

Muchas veces se trata de un problema de espacio: cuando el salón es pequeño ubicar los baños arriba permite aprovechar mejor la superficie. Pero en restaurantes de muchos metros cuadrados, el toilete también se ubica en subsuelos o plantas altas haciendo caso omiso de la inaccesibilidad de estos lugares no sólo para personas con discapacidad motriz, sino también visual o ancianos.

Este es el caso del restaurante Petra II de Oroño y Jujuy donde a pesar de contar con un salón amplísimo, a los baños se llega sólo después de atravezar la empinada escalera que conduce al subsuelo. En la vereda de enfrente, donde se encuentra La Vendetta, para llegar a los baños en vez de bajar hay que subir, lo mismo que en el bar El Paso (Paraguay y Pellegrini).

La coqueta confitería del Hotel Riviera (San Lorenzo al 1400) no elude esta corriente. Recién después de recorrer todo el hall del hotel y bajar 18 escalones se accede a las puertas donde se estampan los dos muñequitos -un varón y una mujer- que indican los baños.

Al salón del restaurante Tarquino tampoco le falta espacio. Sin embargo, es imposible llegar al toilete sin pasar por una escalera.

En cambio, en Casimiro (San Luis y Suipacha) los baños están al mismo nivel que el salón. La idea de que son accesibles termina rápidamente cuando se ingresa a ellos: son tan estrechos que ni un mago lograría pasar en silla de ruedas.

En esas condiciones, quienes se quedan afuera no son pocos. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos, las personas con discapacidad representan en el país el 7 por ciento de la población. Por lo cual en Rosario se estima que serían unas 70 mil y el 40 por ciento sufre de limitaciones motrices.
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Uno de los tantos bares céntricos en los que hay que subir una escalera para ir al baño.

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