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 domingo, 23 de enero de 2005  
Una cofradía rosarina que cumplió 133 años
Los varones ilustres del Club de Residentes Extranjeros se reúnen en la ex capilla anglicana de Sarmiento 209

Laura Vilche / La Capital

-Yo soy católico, pero no tanto... (risas). -Yo, en cambio, no creo en nada.

-Y... vos sos medio zurdito.. (más risas). -Callate, eso de derecha e izquierda es de tu época... -En cambio yo sólo creo en Central, como la mayoría de nosotros... -¿Qué decís? Acá hay varios de Newell's y no te olvides de nosotros dos somos santafesinos y bien tatengues (carcagadas).

Así va y viene la charla entre diez de los integrantes del Club de Residentes Extranjeros. El club social más antiguo de Rosario, el cuarto del país y uno de los fundadores de la Liga de Clubes Centenarios de la Argentina. Una cofrdía sólo de varones -médicos, ingenieros, comerciantes, empresarios y juristas-, que se reúnen a cenar, almorzar y discutir todo.

Historia, economía, política, fútbol, mujeres, religión, literatura, cine son los ejes de los acalorados debates entre los miembros de esta entidad creada en 1871. Las citas hasta ahora tienen lugar en la ex capilla anglicana ubicada en Sarmiento 209, un lugar pintoresco y casi desconocido por los rosarinos, donde alguna vez se oficiaron cultos religiosos para los marinos que llegaban a la ciudad. La Capital almorzó con ellos y no faltaron platos ricos y buen vino.

Félix Zegarra Ponce es peruano y uno de los únicos tres extranjeros del club. Ingeniero, presidente de la entidad y encargado de proteger el patrimonio conformado por muebles de estilo -muchos de ellos con los símbolos del compás y la espada de la logia masónica-, vajilla de plata y una biblioteca que entre otros textos atesora la Colección de la Enciclopedia Británica 9, edición 1881 y la de la revista alemana "Des Deum Mondes", edición de 1873.

El vicepresidente y encargado de contar historias "subidas de tono" es el médico Jorge Alvarado Velloso. Su colega, Alberto Carmena, es el que ninguno duda en calificar como el miembro de "izquierda" del grupo.

Carlos y Joaquín Capitaine Funes, también médicos. El primero, cirujano, autodefine a todos como románticos y bohemios, y asegura que los une dos valores importantes: la honestidad y el sentido de la amistad desinteresada. Joaquín, traumatólogo, fiel a su especialidad analiza la actualidad política a través del golpe que se dio Fidel Castro el año pasado mientras daba un discurso.

El miembro más joven del club, que suman un total de 45, tiene 17 años y el mayor 80. Alejandro Tiscornia, comerciante, ronda los 40 y sigue allí la tradición familiar de su abuelo. José Martínez, empresario azucarero, fue presentado por miembros de la entidad y amigos. Y Carlos Favario, abogado y ex diputado provincial por el PDP, conoció al grupo y no dudó en ser parte de ellos hace ya más de una década.

También están Richard Hotham, ex juez en lo civil; y Edgardo Garcés, un escribano jubilado. Todos se encargan de nombrar a otro habitué: el abogado Rafael Bielsa, padre de Marcelo, Rafael y María Eugenia, y abuelo de Pedro, también miembro del club.


Monos y monadas
En 1911 la revista semanal rosarina "Monos y monadas" dedicó un artículo al Club de Residentes Extranjeros donde se leyó el objetivo del club: "Propender a la unión de sus miembros por medio de la instrucción y de la cultura"; y los requisitos de admisión "ser mayor de edad y tener buena conducta social".

Los miembros eran por entonces inmigrantes notables de origen inglés, alemán y francés; hombres de empresa y comerciantes que impulsaron años más tarde la creación de la Bolsa de Comercio local. Entre algunos apellidos fundadores están Wheelwright, Perkins, Tietjen, Puig, Larrè, Hall y Casado. En 1884 el club ya reunía a 500 socios y funcionaba en Urquiza 104.

Sin embargo, el artículo tiene fotos de la salas de billar, lectura y de fumar que tenía la entidad en su segunda residencia: calle del Puerto (hoy Maipú) y Córdoba.

Su capital se estimaba por entonces en la suma de 3.157,49 pesos moneda nacional, una cifra caudalosa que, según los actuales socios, dista bastante de la que hoy logran conformar con su aporte mensual de 10 pesos y que cobra un personaje de la entidad al que llaman Gonzalito.

Varias mudanzas tiene en su haber el club que alguna vez funcionó también en Córdoba al 1500 (frente a plaza Pringles), donde se habilitaron dormitorios para socios transeúntes y en una planta del Colegio Inglés (Tucumán y Mitre).

Cada paso de los hombres que visitó la entidad quedó documentada en cinco biblioratos escritos a pluma que los actuales socios invitan a hojear. "Club de Residentes Estrangeros. Registro de Presentaciones", reza la tapa del libraco impreso en la ex Papelería Inglesa H.F Curry, ubicada en Córdoba 650. Se detalla renglón tras renglón el nombre de las visitas, su residencia y quien lo introdujo en el lugar. Y entre otros datos, se leen: "1878. Bernardo de Irigoyen (h)"; "4 de mayo de 1889. Carlos María de Alvear"; "1892. Cónsul de Italia Dr. Colombo"; "1897. Roberto Payró, periodista de La Nación"; "1903. Bialet Massé".

Pero hay una visita que los socios se encargan de rescatar. "Por este club pasó Teodoro Roosevelt (ex presidente de los Estados Unidos) el 15 de noviembre de 1813. Fue recibido en el Palacio Municipal por el gobernador Manuel Mecheca y luego tomó un té en el Club de Residentes", señala el actual presidente, Zegarra Ponce.

La lectura y la historia les apasiona a los residentes actuales que ya muy poco tienen de extranjeros. Y la discuten de pie a cabeza. Se pelean por el origen de los jerárquicos del ferrocarril que levantaron sus casas alrededor del Club Plaza Jewell's. "Eran ingleses", dice Martínez. "Te digo que eran franceses", retruca Carmena.

Se pelean más cuando cada uno tira su hipótesis sobre quién mandó a matar al Che Guevara. Y no dejan de hacerlo al discutir el rigor de la película "Troya" o del best seller del momento: "El Código Da Vinci".

Pero según dicen las peleas duran lo que el almuerzo. Al salir del club son todos amigos y comienzan a pensar los temas de la próxima reunión, donde obviamente, volverán a pelearse.
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Algunos de los 45 miembros del club social más viejo de la ciudad.

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