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 domingo, 23 de enero de 2005  
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Ayuda para calmar conciencias

Los medios de información se han hecho eco de la gran catástrofe del sudeste asiático. Lo terrible de este desastre es que aunque estamos en el siglo XXI y a pesar de que hay recursos suficientes para suavizar el impacto de este tipo de tragedias no había ninguna estrategia de prevención. ¿Y por qué? Pues supongo que porque son países pobres. Según comentan, parece que muchos de los fallecidos podían haberse salvado si la zona hubiese contado con una red de prevención que alertase ante la posible llegada del maremoto. Así, las personas podrían haber sido avisadas para trasladarse a sitios más seguros. Ahora llegará la ayuda internacional al lugar de la catástrofe y habrá tiempo para sacarse fotos con los damnificados, de ser posible niños. Se empezarán a manejar cifras millonarias, que según "ellos", se repartirán para que los que han sobrevivido vivan bien. El dinero, que en primer lugar va a parar a los bancos, será para ayudar a los niños, para reconstruir hogares, hacer hospitales, reparar carreteras y todo lo que se pueda hacer antes de que nos olvidemos del tema. No me digan ustedes que esto no es entrañable. Y luego dicen que los seres humanos somos malos. Eso es mentira. Los seres humanos somos estúpidos porque todo este esfuerzo de dar dinero, enviar tropas y mandar aviones lo hacemos después de que pasan las cosas. Si no fuésemos tan estúpidos lo hubiésemos hecho antes y lo haríamos con todos los países pobres así ahora no habría miles de muertos, niños huérfanos y una impresionante cantidad de desaparecidos. La ayuda hay que darla antes de que pasen las cosas. Eso es bondad, generosidad y solidaridad. Después, cuando ya pasó la tragedia por falta de previsión, ya es un modo mezquino de tranquilizar conciencias, sobre todo las de aquellos que tenían en sus manos la prevención. Pero los que gobiernan los países ricos del planeta siguen gastando nuestro dinero en guerras, armas, investigaciones militares, campañas electorales, terrorismo y viajes a las estrellas buscando solucionar lo desconocido, cuando lo que conocemos lo tienen abandonado.

Carlos A. Ochoa Blanco


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