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 domingo, 28 de noviembre de 2004  
Asegura que la gestión de Néstor Kirchner no tolera las críticas
Jorge Lanata: "O todo está bien y esto es Disney, o este gobierno controla los medios"
El periodista presentará el jueves en Rosario su libro "ADN, mapa genético de los defectos argentinos"

Carina Bazzoni / La Capital

Va a cumplir un año sin estar en televisión y, paradójicamente, nunca tuvo tanta prensa. Dirigió una película documental, "Deuda", y editó un nuevo libro, "ADN mapa genético de los defectos argentinos". El próximo jueves, a las 19.30, lo presentará en el teatro Broadway y en librería Ross (organizadora del evento) y quedan pocas entradas. Cuatro buenas razones para entrevistar a Jorge Lanata. Hay más: su nombre aparece en cada encuesta que indaga sobre los periodistas más creíbles del país.

Parece de buen humor ni bien atiende el teléfono y habla de su libro, de los desaciertos del ser nacional y de la relación de la administración de Néstor Kirchner con la prensa. "No hay muchas opciones: O todo está bien y esto es Disney, o este gobierno controla los medios", asegura.

-Dijiste que la relación de Kirchner con la prensa es la más curiosa que viste en los últimos años. ¿Cómo es eso?

-Vamos a hacer al revés, te pregunto a vos ¿Cuál fue la última denuncia que viste contra el gobierno en la televisión? A lo mejor fue lo de (Juan) González Gaviola con el Pami, que por otro lado se demostró que teníamos razón porque después lo sacaron. Eso fue hace dos años o un año y medio. Entonces, pueden estar pasando dos cosas: o todo está bien y esto es Disneylandia o el gobierno controla los medios. Pero no hay una tercera respuesta. Y eso último es lo que creo que está pasando.

-Pero no es el único gobierno que ha intentado controlar a los medios, ¿qué tiene de "curioso" eso?

-Es cierto, pero de distintas maneras. Este lo hace a través de plata, que es una manera bastante convincente. A través de publicidad oficial y de una intolerancia bastante particular con respecto a la crítica. Yo creo que se equivocan. Eso tiene efectos de corto plazo solamente, porque a largo plazo todo el mundo se da cuenta.

-¿Decís que el gobierno de Kirchner es más intolerante que el de Carlos Menem respecto a las críticas?

-Son intolerantes de maneras distintas. Nosotros hemos tenido problemas con todos los gobiernos, con (Raúl) Alfonsín, con Menem, con (Fernando) De la Rúa. Menem nos cortó la publicidad oficial cuando yo dirigía Página 12, después nos levantaron dos veces de la televisión. Tiene un estilo más brutal, más a rajatabla, te sacan y chau, y se abroquelan de una manera muy particular. Esta gente es como más cordial. Pero finalmente el efecto termina siendo bastante parecido, el tema es que no estás en el aire. A ningún gobierno le gusta verse. Cuando los gobiernos se pelean con el periodismo, en el fondo se están peleando con la realidad. Y la realidad sucede igual, les guste o no a los gobiernos, o sea que es una pelea que siempre van a perder.

Con "ADN", Lanata completa la saga de interrogantes que inició con "Argentinos" 1 y 2. Pero, contrariamente, dice que su último libro no surge como una consecuencia de los primeros, sino que éstos son apenas el prólogo del texto que quería escribir. Uno que abordara la "personalidad básica" del ser nacional para intentar desarmar su extensa lista de desaciertos, contradicciones y rarezas.

-¿Hizo falta escribir "Argentinos" 1 y 2 para poder hacer "ADN"?

-Exacto. De hecho todo el tiempo en "ADN" hay referencias a "Argentinos" 1 y 2, es inevitable, porque si cuento "somos de tal manera" tengo que explicar por qué. Y eso está en la versión de la historia que doy en los otros libros.

-¿Es tan complicado hablar de los argentinos?

-Y si, a veces uno cree que se quedó corto. Pero en realidad lo que sería el libro más sociológico o más político, por decirlo de alguna manera, es "ADN"; y no es tan largo. Son sólo 300 páginas.

-Los dos tomos de "Argentinos" pusieron los pelos de punta a algunos historiadores. ¿Ahora la idea es perturbar a los sociólogos?

-No lo sé. El periodista es una persona que completa su educación en público. Yo nunca me sentí, ni soy, ni quiero ser historiador, tampoco soy ni quiero ser sociólogo. Soy periodista y no tengo ningún problema que al libro le pongan una banda que diga: "Esto no es sociología". Es mi libro, no importa. También a muchos historiadores les gustó "Argentinos", pero fuera de eso yo quise hacer una nota sobre historia argentina y ese derecho creo que lo tengo.

-De tu lista de defectos argentinos (desprecio a la ley, obsesiva preocupación por la fortuna y desapego al trabajo, entre otros) ¿Cuál es el más trágico de todos?

-No animarnos a ser nosotros. Esto que decía (José) Ortega y Gasset de que el argentino vive todo el tiempo delante de sí mismo, como en una imagen proyectada en la cual él cree que no le pasa nada sólo porque no está ahí. Pero sin embargo la realidad pasa igual. Eso es lo que me parece más patético.

-¿Por qué?

-Porque no nos permite vivir. Yo escribí la saga de "Argentinos" porque quiero mostrar que la historia es imitable. Me enseñaron cuando era chico que esto no era así, que la historia ya estaba escrita y que sus protagonistas eran nombres de calles de Palermo Chico. Y que nadie podía querer ser ellos porque ellos habían sido próceres. Yo creo todo lo contrario, cualquier persona puede ser Moreno, San Martín o Belgrano. Lo que tienen que hacer es sobreponerse al miedo y ser. A nosotros todo el tiempo nos piden que seamos otros, desde que somos chicos. Esta cosa bien argentina de no querer ser, o de haber querido ser franceses o ingleses, es patética; porque no nos permite ser nosotros. Y cuando fracasamos, fracasamos nosotros, no fracasan los ingleses imaginarios.

-¿Se puede describir a los argentinos sin establecer distinciones de clases o de intereses?, ¿somos todos iguales?

-Claro que hay diferencias. Podría hacer una generalización demasiado grande, pero gran parte de nuestros defectos se la debemos a esta dirigencia y la otra parte a España. Lo peor de la cultura española se quedó en nosotros: el eufemismo, la doble ley, la diferencia social. Acá nunca hubo una democracia porque nunca hubo una sociedad de iguales. Entonces, como no nos sentimos iguales, ¿cómo vamos a votar todos?, ¿cómo vamos a decidir todos? Creo que recién ahora nos estamos planteando ser una sociedad democrática.

-¿De la experiencia de la caída de De la Rúa no aprendimos nada?

-Sí. Creo que la caída de De la Rúa fue un punto de inflexión muy importante y todavía hoy estamos viviendo sus consecuencias, porque hubo una ruptura casi definitiva del pacto de credibilidad entre la dirigencia y la gente. Y no sólo la política, la gente dejó de creerle a todo el mundo y a la vez subió el nivel de demanda de exigencia hacia las autoridades. Eso que en su momento se expresó como "que se vayan todos" todavía hoy sigue latente, a lo mejor, dicho de otra forma. Y todavía hoy también, si querés de manera casi suicida, los partidos políticos y el gobierno siguen sin satisfacerla y la oposición también. Siguen existiendo las listas sábanas, las jubilaciones de privilegio y etcétera, etcétera.

-En Santa Fe todavía no se puede derogar la ley de lemas...

-Bueno, vos fijate eso. Algo que es tan sencillo como elegir, el sistema lo complica tanto al punto de decidir de manera indirecta para que A elija a B, o para que B se reúna o sume a C. Es una locura. En definitiva, todo eso es para que la gente no pueda elegir.

-A pesar de todo terminás el libro con una frase optimista. "Es hora de ponernos a la altura de las circunstancias", ¿será posible?

-Es que yo vivo acá y voy a seguir viviendo acá. Eso es también una elección, podría haberme ido hace mucho y no lo hice. Tengo una hija, acabo de tener otra. Yo no quiero dejarles esto a los hijos de puta. Uno es parte del sueño de otros que han estado antes y también quiero que mis hijos sean parte de algún sueño mío acá.

-¿Te gusta ser argentino a pesar de todos esos defectos?

-No tengo opción, soy eso. No es una cosa que uno se pueda plantear. Es como si me preguntaras: ¿Te gusta tener dos brazos? Soy eso. Tengo que ver con eso. Tengo todos los defectos argentinos juntos.

-En un portal de Internet están votando para ver si sos el Michel Moore argentino...

-Huy, no.

-Votaron ya unos 600. El 51 % dice que sí, el otro 49 %, que no. La gente no se decide...

-Pero lógico, ¿van ganando los que dicen que soy Moore?

-Sí, pero la diferencia es muy escueta. ¿Podrías aclarar el asunto y listo?

-Sí, entonces, soy el Moore argentino. ¿Y ahora como sigue el diálogo? (Risas).

-Y, te puedo preguntar por qué...

-¿Por qué? Porque soy gordo, tengo lentes y hago documentales.

-Es cierto, son lo mismo (Más risas).

Fin del diálogo.
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"Tengo todos los defectos argetinos juntos", confiesa el periodista.

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