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 domingo, 28 de noviembre de 2004  
Las marcas más baratas ganan terreno
Ahora hay atados a $1,70 contra los $3 de las marcas tradicionales

"Tres pesos multiplicados por dos atados de puchos diarios duelen a fin de mes", confiesa Claudio para justificar la traición a su marca de siempre. Y no es para menos: 176 pesos de los 400 de sueldo mensual los destinaba a cigarrillos. No dejó de fumar, pero sí redujo el presupuesto después del último aumento de precio del tabaco (en marzo pasado). Ahora opta por la marca CJ, por la que tiene que desembolsar un 40 por ciento menos por paquete (1,70 peso).

Y Claudio no es el único. Cada vez son más los que achican el gasto en puchos. De hecho, los ultragasoleros también echan mano a otras marcas más baratas que CJ. Pero son más difíciles de conseguir, por lo que el consumo no es para nada masivo, aunque hay atados de 20 cigarrillos a 1,60 peso (V8 y Melbour) y a sólo un peso (Baltimore).

Entre los cigarrillos nuevos, el atado de color amarillo que lleva la inscripción CJ en blanco es el más popular. Esta marca se instaló en Rosario en septiembre pasado y pertenece a Monterrico, una empresa emergente de la Cooperativa de Tabacaleros de Jujuy.

En cuanto a la competencia con las tradicionales tabacaleras Nobleza Picardo (que comercializa las marcas Camel, Lucky Strike, Jockey Club y Parisiennes, entre otras) y Massalin Particulares (Marlboro, Philip Morris, Parliament, Particulares, L&M y Colorado, entre otras), el gerente de Monterrico, Patricio Laions, sostuvo que "inicialmente la idea es disputar con CJ el 3 por ciento de participación de la torta global del mercado y se lanzó con cuatro millones de atados mensuales".

Los quiosqueros del microcentro que ofrecen los cigarrillos CJ aseguran que "se venden bien". Esto es, seis cartones (con 10 paquetes cada uno) por semana, algo que no es poco en relación con las marcas líderes. "Cuanto más puchos tenés, más te compran", manifiesta un quiosquero de Presidente Roca al 900, quien revela que vende unos 1.500 pesos por semana en tabaco.

"Por más campaña que se implemente o por más que le digan que se muere mañana, el fumador empedernido no deja el cigarrillo", opina Elena, dueña del quiosco de Mitre al 700.

A la hora de calificar la calidad de los cigarrillos más baratos no hay fuente más confiable que los fumadores que cambiaron de marca. Noelia, de 25 años, nunca traicionó a Philip hasta que se vio obligada a comprar los económicos. "No son tan feos, la verdad es que me acostumbré al sabor", cuenta.

Gustavo, de 42 años, añora el gusto de sus anteriores cigarrillos. "No hay mejor que el Camel, pero no puedo gastar tanta plata en cigarros. Me llevó unos meses concientizarme para dejar mi marca de siempre y ahora me estoy convenciendo de que me tienen que gustar los nuevos", relata con algo de resignación el "fumador compulsivo", tal como se autodefine.
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