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 domingo, 03 de octubre de 2004

Cosas de cachorro
¿Te acordás hermano?... de Alberto Marcelo Marchetti
El ex insai derecho de Central en los 50 ganó el ascenso del 51 pero sólo jugó un puñado de partidos en las bravas épocas en las que no tenían ni camisetas

Miguel Pisano / La Capital

"Nosotros comprábamos hasta las camisetas", confía el Cachorro Marchetti, en una definición de época sobre la vida en la primera de Central en la década del 50, mientras demora el último café de la tarde, en un encantador diálogo en un viejo café de la República de la Sexta.

El ex insai derecho de Central en los 50 Alberto Marcelo Marchetti nació el 9 de junio del 32 en Cochabamba entre Castellanos y Alsina, el corazón de Bella Vista. Su padre, Marcelo, un pintor de brocha gorda, "como todos en aquella época", era un brasileño naturalizado argentino, que había nacido en el puerto donde paró el barco italiano que traía a los abuelos. "Los gringos no sabían dónde paraban, la cuestión era venir a América", recuerda el Cachorro.

"Eran años muy duros. No había trabajo. Yo llegué a conocer la olla popular", pinta el Gordo su infancia en Bella Vista en los bravos 39 y 40. "Ibamos con mi tío Sabino a cazar pajaritos atrás del cementerio para hacer la polenta", grafica el Cachorro, en una bella postal del mundo del siglo pasado. "Vivíamos 15 y sólo laburaban dos, mi vieja, que era peletera, y un tío metalúrgico, en una casa chorizo con 50 metros de fondo con parra, higuera y gallinero, donde mi abuela hacía la huerta y el pan. Había libreta del fiado y la palabra valía más que un documento, hasta que un día mi viejo dijo no va más y cada uno agarró por su lado y nos fuimos a vivir a San Luis al 5300", historia el Cachorro.

Marchetti comenzó a jugar con Roberto Appicciafuoco en el sorianesco club San Luis, que tenía su modesta sede en la casa de doña Luisa, de San Luis y Matienzo, y su cancha en un inmenso baldío situado entre Matienzo y Felipe Moré, al lado de la vía. "Doña Luisa era la delegada, la presidenta y hasta lavaba las camisetas. Hacíamos todo entre nosotros, teníamos una comisión y buscábamos los manguitos juntando vidrios y huesos para comprar las camisetas. Hemos pasado una niñez extraordinaria", resume el Gordo.

San Luis jugó un recordado amistoso contra la quinta de Central un domingo a la mañana, en la cancha vieja, porque lo conocían a Mottino, el delegado canalla, cuando le ganaron 3 a 0. "Jugábamos el Polaco, Campilongo, Chiquín, el Gordito Fernández, que también jugó en Central, y el hermano mayor de Appicciafuoco. Y ahí quedamos unos cuantos enganchados: el arquero Goschi, Appicciafuoco, Miranda y yo. Goschi se cansó y se fue, pero los otros tres llegamos a primera, igual que Lorenzo, jugó en Newell's con Faina y Puisegur", recuerda el Cachorro.

"Jugué un par de partidos en la quinta, cuando tenías que ir a la 7 de la mañana. A lo mejor te tocaba jugar en la cancha de Belgrano y cuando llegabas por ahí no te ponían. Entonces había un muchacho que tenía un conocido en Leones y en el 49 nos llevó a los 11 jugadores de San Luis a jugar para Independiente de Leones", sorprende Marchetti.

Cachorro jugaba en Central con Cogote Blanco, "un fulbá que le pegaba hasta a la madre", según el ex centrojás de Provincial la Chancha Piraíno. Blanco lo encontró en Leones, le preguntó por qué no volvía a Central y le dio una mano. "Un día me vinieron a buscar para volver a Central, me apoyó mucho el dirigente Erlan Ross, y debuté en el 51, cuando el equipo estaba en el ascenso. Debuté acá contra Excursionistas, ganamos 4 a 2 y metí dos goles, pero ya empezó la menesunda de nuevo. No es que no me querían sino que vino Mario Fortunato, un tipo con pasta para salir campeón, y formó aquella delantera con Gauna, Rosa, Di Loretto, Juan Vairo y Portaluppi o Intini. Y a mí me llevaban de suplente", historia Marchetti.

Bravas épocas en las que cualquiera se ufanaba con saber de fútbol, al extremo que hasta el último perejil recitaba de memoria los mismos jugadores del equipo durante años, en los tiempos en los que ni siquiera había cambios durante el partido. "La única posibilidad de jugar era que un jugador se lesionara antes del partido, si no me mandaban de vuelta a jugar con la reserva o la primera local", cuenta el Gringo su fugaz paso por aquel equipo de Central que formaba con Bottazzi; Virginio y Federico Vairo; Caruzzo o Inveninato, Larrosa y Minni o Zof; Gauna, Rosa, Di Loretto, Juan Vairo y Portaluppi o Intini, el creador de la bicicleta.

"Habré jugado seis o siete partidos, y metí esos dos goles del debut, porque después entró Di Loretto, que era un gran goleador y un mejor cabeceador, que hacía todos los goles de cabeza", resume el Cachorro su corta carrera en Central, cuando ganó el ascenso en el 51.

"Yo no quiero hablar mal de nadie ni decir que jugaba bien. Pero jugué dos partidos, con Chacarita y San Lorenzo, y acá ganamos los dos partidos. No sé si jugué bien, pero ganamos. Vamos a Buenos Aires y el primero que volé fui yo. Ya estaba apuntado", denuncia el Cachorro, como si más de medio siglo no fuera nada.

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El Gordo Marchetti compartió un café y desgranó encantadores recuerdos del fútbol de antaño.

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