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 domingo, 03 de octubre de 2004

Editorial
Las elecciones estadounidenses

El primer debate televisivo entre los dos candidatos a la presidencia de la primera potencia de un planeta cada vez más unipolar, los Estados Unidos, dejaron ribetes que se prestan a un análisis que los argentinos no deberían ignorar, dada la fuerte repercusión que tiene el rumbo del gigante del norte sobre las políticas vernáculas.

El republicano y actual mandatario George W. Bush se enfrentó con su oponente demócrata John Kerry en una puja verbal acerca de cuyo resultado existen visiones distintas, según emanen del propio EEUU o provengan de otras naciones. En efecto, mientras los norteamericanos aluden casi unánimemente a un virtual "empate", desde el exterior los analistas señalan que el triunfo le correspondió, sin ninguna duda, al candidato demócrata. Por ahora, las encuestas continúan dando como vencedor de los comicios -que se celebrarán el próximo 2 de noviembre- al actual jefe de Estado, por un porcentaje que si bien no es holgado tampoco resulta estrecho.

Sin embargo, no son los accidentes de la coyuntura los que merecen, acaso, la mayor dosis de atención, sino las diferentes cosmovisiones que representan ambos candidatos. El republicano encarna el viejo espíritu de aislamiento que caracterizó históricamente a los Estados Unidos, cuyo ombliguismo cultural y político es uno de sus principales rasgos como nación, que la ha favorecido en la misma medida que la ha perjudicado. Dicha actitud, en efecto, persistió hasta el siglo veinte, específicamente hasta la Primera Guerra Mundial, cuando la necesidad de intervenir en la contienda -a la que muchos ciudadanos norteamericanos consideraban del todo ajena- se tornó patente en función de la defensa de intereses propios. Y la administración Bush ejemplifica con precisión ese individualismo con la solitaria decisión de invadir Irak, apenas apoyada en su momento por el aliado incondicional que es Gran Bretaña y por la sorprendente solidaridad del gobierno español de José María Aznar, posteriormente revisada por el socialista Zapatero.

Kerry, en cambio, cree que el establecimiento de sólidas alianzas debe ser el requisito imprescindible para cualquier acción militar de envergadura emprendida por EEUU. La crítica que recibió de su contendiente expone con precisión la magnitud de las diferencias: "Las decisiones sobre nuestra seguridad nacional se tomarán en el Salón Oval, no en capitales extranjeras", disparó Bush.

Lo que aún resulta una incógnita es cuál podrá ser el comportamiento de ambos en relación con América latina. La única certeza al respecto es que el Cono Sur no figura como prioridad en ninguna de las dos agendas.

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