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 domingo, 03 de octubre de 2004

El cazador oculto: Un plan perfecto contra el estrés

No hay nada mejor para combatir el estrés de una jornada laboral agitada que un happy hour. Y no se trata nomás de pagar un par de cervezas al precio de una. No. Nada de eso. Aunque, hay que admitirlo, la oferta es tentadora. Lo realmente bueno de tomar un par de copas después del trabajo es que, cuando se llega a casa, las pequeñas delicias de la vida laboral parecen tan lejanas que ya no importan. La costumbre, importada de la alegre Londres, hace furor por estos días en los bares del Paseo del Siglo. Basta sentarse una tarde cualquiera en la barra de Metropolitan para comprender la movida. Sin ir más lejos, ahí estaban el jueves pasado Pablo Breitman y Roberto Caferra de riguroso traje oscuro y corbata a rayas doradas uniformados como para ir a un seminario de liderazgo dictado por Peter Draker. Su animada charla fue interrumpida por una morocha de ojos celestes y curvas asesinas que, sonriéndoles bajo el ala de un enorme sombrero mexicano, les vendió varias rondas de tequila. A pocos pasos de la pareja, Jorge Onetto, también de traje oscuro pero sin corbata, conversaba alegremente con la bar tender. La joven vestida con un par de ajustados pantalones negros y una remera mínima que le dejaba los hombros al desnudo era la mayor atracción de la noche. Y no es para menos. El piercing que lucía sobre la boca, un puntito brillante igualito al lunar de Marilyn, era un imán para las miradas. Pero su mayor virtud era, sin dudas, su juventud. Los ojos de Florencia Lo Celso, que seguían atentamente los movimientos felinos de la niña, estaban rojos de envidia. Se ve que los esfuerzos que tuvo que hacer para bajar esos kilitos de más que le dejó como regalo la función pública todavía le pesan. A su lado, la escritora Patricia Buschela trataba de llevar el momento con hidalguía. A sabiendas de que las comparaciones son odiosas buscaba cualquier excusa para cambiar de tema. La repentina llegada de Petaco Carbonari (vaqueros, remera clara y botinera) fue su tabla de salvación. Alertada por Silvia Resoalve, la tercera en discordia en la mesa, dejó que su imaginación se fuera tras los pasos del futbolista. Que buscó refugio en el VIP y también disfrutó el happy hour. Pero de agua mineral.

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