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 sábado, 14 de agosto de 2004

Una pyme argentina patentó un sistema de huellas digitales con ADN

Una pequeña empresa argentina patentó en Estados Unidos un nuevo sistema para registrar huellas dactilares sin usar tinta y conservando restos de ADN, a través de un sello adhesivo especial que ya se usa en Brasil y en algunas dependencias del Ministerio de Justicia.

El sello tiene unos tres centímetros de ancho por cinco de largo, y es bastante sencillo de utilizar: sólo hay que apoyar el dedo en un papel que impregna el "polvo revelador", para luego llevarlo al panel laminado que registra los trazos de la huella y las irrepetibles cadenas de ADN de la persona a identificar.

Según sus impulsores, la "Digifirma" es económica y puede aplicarse para evitar falsificaciones y reforzar medidas de seguridad en cualquier ámbito, así como para que el registro dactilar se incorpore a trámites y transacciones cotidianas que hoy no lo usan por la incomodidad que supone entintarse los pulgares.

La empresa que logró la patente estadounidense -publicada en el sitio oficial de internet www.uspto.gov- se llama Maral Emprendimientos, y espera cerrar buenos negocios en el país del Norte una vez que se termine de probar para uso gubernamental y financiero.

"Este es uno de los pocos productos que Argentina puede producir para abastecer a todo el mundo", dijo el inventor de la Digifirma, Eduardo Salva, un autodidacta ex comerciante que se declara "cordobés por adopción" y que se mudó hace 30 años de Buenos Aires a la localidad meditarránea de La Cumbre en busca de tranquilidad para dar forma a sus ideas.

"Yo leía en el diario que entraban a un banco unos boqueteros desde un departamento que habían alquilado, y me preguntaba qué pasaría si le pidieran a todos los inquilinos una huella dactilar en el momento de firmar el contrato", contó Salva, para quien un inventor "tiene que pensar todo el tiempo en la utilidad de sus productos para la sociedad".

Aunque desde hace años se utilizan sistemas informáticos para captar huellas dactilares sin usar tinta, sus terminales no son accesibles para cualquier escribanía o sucursal bancaria, y en ningún caso mantienen la información genética que sí conserva el novedoso sticker.

Salva explicó que el 90 por ciento de las impresiones digitales está compuesto por sudor, que sale por millones de poros alrededor de cada una de las líneas de la piel. Esas mismas líneas son las que otro argentino, el policía Juan Vucetich, descubrió como únicas e irrepetibles en 1891.

"Esto es el año 2000 de la huella dactilar. Crearlo llevó un desarrollo de 15 años, sin ninguna clase de apoyo estatal ni privado, y tiene más de cien aplicaciones distintas", se ufanó Salva, que a diferencia de Vucetich se ocupó con esmero de que la propiedad intelectual de su invento le reditúe un aceptable dividendo monetario.

Para ello, el creador se contactó con el empresario porteño Víctor Paz, presidente de Maral Emprendimientos, que tendrá por 20 años los derechos exclusivos de comercialización de la Digifirma, y que gestionó la patente estadounidense a través de los intrincados laberintos de la burocracia estatal de ese país.

El sello de 11 capas de polipropileno laminado ya se usa en el servicio de Reincidencia del Ministerio de Justicia argentino y en varias dependencias brasileñas, y fue avalado por el Colegio de Dactilóscopos local, luego de comprobar que las posibilidades de distorsión de la huella son casi nulas. (Télam)



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