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 sábado, 31 de julio de 2004

La Justicia emitió dictamen por el crimen de Rebeca Svaiger
Perpetua al hombre que asesinó a golpes a una anciana
También sentenciaron a tres cómplices, mientras que otros dos sospechosos fueron absueltos. El casoocurrió en junio de 2001, cuando la víctima tenía 73 años. Vivía en un departamento de Entre Ríos al 400

Jorge Salum / La Capital

Un juez condenó a prisión perpetua a Carlos Alberto Rivas, el hombre que mató a golpes a la anciana Rebeca Svaiger el 2 de junio de 2001 para robarle. Cuatro cómplices de Rivas, entre ellos el cabo de policía Omar Orlando Osores, también fueron sentenciados, aunque el magistrado los consideró partícipes del plan para robar joyas y dinero de la víctima y no del homicidio. En cambio, otros dos sospechosos resultaron absueltos porque su participación en el mismo plan no pudo probarse. El fallo fue apelado tanto por el fiscal de la causa como por los condenados, excepto el agente policial.

Svaiger fue asesinada mientras dormía en su departamento del edificio Rochdale I, en Entre Ríos 458. La mujer tenía 73 años, su salud era muy frágil y hacía días que vivía sola porque su esposo permanecía internado en el policlínico Pami I.

Según la Justicia, Rivas y otros dos sujetos entraron al departamento, la golpearon, la amordazaron y finalmente la dejaron atada a la cama, tapada con almohadas y cobijas. Se llevaron 470 pesos y algunas joyas, un botín mucho más insignificante del que pensaban encontrar frente al dato de que la anciana guardaba 50.000 pesos de la venta de un auto.

Fue el propio Rivas quien contó cómo había sido el plan y cómo lo ejecutaron cuando la Brigada de Homicidios lo detuvo y lo acusó del crimen. Atribuyó el diseño del golpe al policía Osores, quien en aquel momento revistaba en la comisaría 10ª de barrio Alberdi, y también vinculó a la esposa del uniformado, Silvina Alejandra Sicurello.

Pero la pieza clave del caso, además de Osores, es una amiga de Sicurello que se llama Marina Raquel González. Fue ella quien proporcionó la información sobre el botín que podrían hallar en la casa de Svaiger y suministró las llaves con las que Rivas y sus dos acompañantes entraron al Rochdale I para dirigirse luego al departamento 5 del tercer piso. González conocía casi todo sobre la vida de la víctima porque es enfermera y atendía regularmente a Svaiger e incluso a su marido antes de que lo internaran.


Delató a los cómplices
Con la información que le proporcionó González, Osores reclutó a Rivas para ejecutar el robo y éste a su vez contactó a tres sujetos que lo acompañarían. El propio Rivas daría después sus nombres a los investigadores. Según él, se trató de Claudio Esteban Gorosito y alguien de apellido Verón. El tercero es el camionero Cristian David Cingolani, quien luego confesó pero dijo que su participación se redujo a oficiar de campana en la puerta del edificio.

La suerte de los tres fue muy distinta. Gorosito terminó absuelto por el beneficio de la duda ("la única prueba en su contra es lo que dijo Rivas"), a Cingolani lo condenaron a 3 años de prisión y lo dejaron libre por el tiempo que llevaba tras las rejas, y Verón ni siquiera fue detenido.

A Osores y a la enfermera González, en tanto, los condenaron. El magistrado que tuvo a su cargo el juicio, José María Casas, los consideró partícipes primarios de robo agravado y los sentenció a 8 años, el máximo previsto para este delito. La mujer del cabo, en tanto, tuvo mejor suerte: al igual que a Gorosito, el magistrado la absolvió por el beneficio de la duda.

Al principio de la investigación también estuvo detenido un reducidor de joyas de Villa Gobernador Gálvez, aunque más tarde quedó desvinculado porque su participación no se probó.

El cabo Osores siempre se proclamó inocente, pero la confesión de Rivas y una serie de llamados telefónicos en las horas previas y posteriores al asesinato de Svaiger al celular del homicida, al de González e incluso a la casa de la víctima, junto con otros indicios, sellaron su suerte.

Sin embargo, el juez Casas consideró que Osores y González planearon el hecho pero no hicieron otra cosa que proporcionar las llaves de la casa de Svaiger, indicar dónde se encontraban las joyas y brindar una descripción del departamento. Quien entró y mató a la anciana fue Rivas, por más que él sólo admitiera haberle dado "un par de cachetadas". "Podemos suponer que lo hicieran quienes lo acompañaron, pero evidentemente Rivas no era ajeno al objetivo", dijo el juez Casas en el veredicto.

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El departamento de Entre Ríos al 400 donde mataron a Rebeca Svaiger.

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