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 sábado, 31 de julio de 2004

Tres procesados por facilitar la prostitución de dos menores
Dos mujeres paraguayas confesaron ejercer la actividad pero negaron que lo hicieran las adolescentes

Funcionaba como "una verdadera empresa familiar". Así caracterizó la jueza de instrucción María Luisa Pérez Vara al prostíbulo descubierto en abril pasado en una vivienda de barrio Azcuénaga, donde según la magistrada, trabajaban una nena de 13 años y otra de 16. Las consideraciones fueron hechas en la resolución por la cual fueron procesados una mujer, su concubino y una muchacha de 18 años. La jueza los encontró culpables de facilitamiento y promoción de la prostitución en perjudicó de las dos menores de edad, una de las cuales es hija de una de las mujeres.

La medida alcanzó a Sebastiana Barreto Quintana, de 33 años; a su concubino Viviano Peloso, de 43; y a Irene Angélica Lezcano Figueredo, de 18. Los tres deberán permanecer detenidos mientras la causa se encamina hacia el juicio, a la vez que la magistrada trabó un embargo sobre sus bienes por la suma de mil pesos a cada uno.

Las dos menores que, según la Justicia, fueron obligadas a prostituirse son una chica de 13 años, hija de Barreto Quintana; y otra de 16, hermana de Lezcano Figueredo. En tanto que otras tres personas que estaban involucradas en la investigación, José Barreto, de 22 años y hermano de Sebastiana; Emiliana Quintana, de 57, madre de ambos, y Mariana González Ojeda, de 23 años, obtuvieron la falta de mérito porque los indicios reunidos en su contra no fueron suficientes para acusarlos. Por eso quedaron automáticamente en libertad.

El caso se descubrió tras un allanamiento realizado en abril pasado en una casa de Zeballos al 4700. Funcionarios judiciales y policiales llegaron hasta allí luego de que un hombre denunciara que en ese lugar, donde se ejercía la prostitución, trabajaban menores de nacionalidad paraguaya.

Juan Carlos G., el testigo en cuestión, contó que había llegado a ese lugar luego de hacer un contacto por teléfono para acceder a servicios sexuales. Pero cuando concurrió se encontró con una chica de 16 años que le comentó que la habían traído engañada desde Paraguay. El hombre optó por retirarse del lugar y radicó una denuncia en los Tribunales provinciales.

Esa presentación dio lugar a un allanamiento realizado el 8 de abril pasado. Cuando la comisión judicial se presentó en el lugar se encontró con seis mujeres y dos hombres, todos nacidos en Paraguay. Según lo que pudo probar la justicia, allí funcionaba una casa de citas. A esa comprobación se llegó luego de la declaración de tres de las mujeres alojadas allí, una de las cuales tiene 16 años y estaba acompañaba por su hermana.

Según se desprende del fallo, en la casa se atendía a clientes a los que se les cobraba de 30 a 50 pesos por los servicios. No obstante, los acusados negaron ante la jueza que regentearan un prostíbulo y más aún que prostituyeran a las dos menores. Sólo dos de las mujeres admitieron que brindaban sexo a ocasionales clientes, pero aclararon que lo hacían libremente y cada una recaudaba lo suyo (ver aparte).

Así y todo, en la resolución de la jueza Pérez Vara se deja constancia de que en la casa de Zeballos al 4700 funcionaba un sauna y que las menores no eran ajenas al trato con clientes. El fallo menciona que los imputados "habrían facilitado la venida de las chicas al país para hacerlas trabajar". Por otra parte, también aduce que "es probable que Peloso y Barreto ostentaran el carácter de dueños o administradores de una verdadera empresa familiar, en un delito que resulta agravado por la presencia de las menores de edad".

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La denuncia que originó la causa se prensentó en los Tribunales.

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