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 sábado, 31 de julio de 2004

Un espacio para comunicarse

Desde hace 20 años funciona en Rosario el Círculo Social y Deportivo de Sordomudos. Es un espacio de encuentro, pero por sobre todo de "comunicación", tal como resalta uno de sus integrantes, Omar Safón. La entidad cumple múltiples funciones, pero sobre todo es un nexo para ayudar a los sordos a comunicarse en la vida cotidiana.

A pesar de que mucho se ha avanzado, el desconocimiento social para comunicarse entre oyentes y sordos acarrea no pocas dificultades: "Es un drama que viven a diario, para hacer un trámite, ir al hospital y hasta para ser medicados", agrega Rosita Bellucci, una colaboradora oyente del Círculo.

Rosita llegó a la entidad por su hermano Domingo -sordo-, actual director de esta institución que funciona en Rioja 2774.

Cuando se les pregunta cuál es la mayor dificultad por la que atraviesa la comunidad, Omar Safón no tarda en advertir que es el acceso al trabajo. "En todo lados piden el secundario pero la mayoría no lo pudo cursar. Que la LSA no esté reconocida oficialmente es una traba. Si lo estuviera se enseñaría en las escuelas, habría intérpretes en los lugares de trabajo y los sordos podrían estudiar no sólo el secundario, también acceder a la universidad y sin dificultades a un trabajo", cuenta Safón en lengua de señas al tiempo que Rosita Bellucci lo traduce oralmente.

Safón agrega que hay una ley que establece que el 4% de los empleos públicos deben ser destinados a estas minorías. Pero no se cumple.

Actualmente, Omar Safón es el director de los cursos de LSA que se dictan en el Círculo. Recuerda que lo oralizaron en la escuela y que aprendió la LSA fuera de ella. A diferencia de otras experiencias -de la mayoría podría afirmarse- pudo aprender y practicar las dos.

Insiste en que su preocupación está en los jóvenes sordos que no tienen trabajo, que no pueden estudiar.

El Círculo de Sordos se sostiene con los eventos que realiza, muy pocas cuotas de los asociados, rifas y algún que otro subsidio que le da el Estado, aunque esto es casi una eventualidad. Una de las fuentes de ingreso para la entidad y también de trabajo son los cursos de Lengua de Señas Argentinas que dictan. Una enseñanza que también imparten otras instituciones de Rosario.

Actualmente asisten unos 150 alumnos a los cursos de LSA, desarrollados en la misma sede de Rioja al 2700, lo cual muestra un "interés creciente por esta lengua". La mayoría son profesionales, docentes y amas de casa. Las clases son extensivas a otras localidades como Bombal, Bigand, Casilda, Las Rosas; además, colaboran con la Escuela Especial para Niños Sordos.

El dictado se organiza en clases semanales de dos horas y abarcan un total de cuatro niveles. Se aprenden la lengua y cultura de los sordos.

Entre los profesores está Mónica Rossi. Entusiasta con su trabajo, cuenta que enseña su lengua a los oyentes, pero particularmente se detiene a resaltar su tarea en la Escuela Pestalozzi. Allí reúne a más de 100 alumnos que asisten a los talleres opcionales de LSA. Aprenden canciones, cuentos y "se desesperan por conocer más de esta lengua", dice Mónica, orgullosa de su tarea y de sus pequeños alumnos.

Mónica es sorda de nacimiento. Su esposo también es sordo y tiene un hijo adolescente que es oyente y colaborador del Círculo. Ella pertenece al número excepcional de quienes se han podido alfabetizar, de hecho culminó brillantemente su secundaria.

También se destaca el Coro de LSA conformado mayoritariamente por oyentes. Se reúnen los sábados y componen canciones en LSA. Visitan instituciones cuando se los solicitan. Además, la institución cumple una función educativa particular: cede su espacio para educar a niños sordos y a la vez ciegos.

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