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 sábado, 31 de julio de 2004

El presidente se sumó a los festejos por la inauguración del nuevo edificio de la términal aérea
Kirchner convulsionó el aeropuerto y trajo dinero fresco a la provincia
Estuvo menos de una hora en la ciudad y se comprometió a seguir "viniendo a trabajar para Rosario"

Carina Bazzoni / La Capital

Por segunda vez en el mes, el presidente Néstor Kirchner pasó ayer por Rosario. Cortó las cintas de inauguración de las obras del aeropuerto y trajo promesas: en esta oportunidad fue el decreto para financiar con 120 millones de pesos la Caja de Jubilaciones de la provincia. Una cifra que, según el gobernador Jorge Obeid, dejaría sus arcas "equilibradas" (ver aparte). A la hora de los discursos, Kirchner cargó contra las "injusticias cometidas durante la última década" y desconfió de la autocrítica del Fondo Monetario Internacional al decir: "Sus errores nos dejaron 15 millones de pobres". También aseguró que seguirá "viniendo a trabajar" a la ciudad. "Por una vez hay que entender que Rosario, Jujuy y Tierra del Fuego son tan importantes como la Capital Federal", afirmó.

Apenas habían pasado las 13.30 cuando el avión presidencial pisó la pista del aeropuerto de Fisherton, bautizado desde ayer como Aeropuerto Internacional Rosario Islas Malvinas. Media hora antes el hall de acceso a la terminal aérea desbordaba de funcionarios provinciales y municipales, legisladores y empresarios.

Puertas afuera, unas 2 mil personas buscaban su lugar frente al palco montado en la playa de estacionamiento de la aeroestación. Entre los carteles resaltaban los de los militantes de la Juventud Peronista, del Movimiento Barrios de Pie, la Federación Tierra y Vivienda y los ex combatientes de Malvinas.

Algunos contingentes habían llegado en micros contratados para la ocasión, otros a bordo de los ómnibus que desde las 12 salieron gratis de Plaza Sarmiento.

Los primeros aplausos se escucharon ni bien Kirchner subió al escenario. Estaba acompañado del ministro del Interior, Aníbal Fernández, del de Justicia, Horacio Rosatti, y del secretario Legal y Técnico de presidencia, Oscar Parrili. Así, por segunda vez en el mes el presidente recibió los diplomas que lo nombraban huésped de honor de la ciudad y la provincia.


Una obra esperada
El encargado de abrir los discursos fue el intendente Miguel Lifschitz. "Es una alegría tener otra vez a Kirchner en la ciudad, pero es doble porque además estamos inaugurando una obra largamente esperada por los rosarinos", indicó.

El titular del Palacio de los Leones destacó también "la cantidad de obras en marcha" que existen en la ciudad, que no hacen más que "demostrar la voluntad compartida de un modelo de país basado en el trabajo y la producción".

La misma línea eligió el gobernador. Destacó que las obras de la terminal aérea servirán no sólo para integrar y mejorar las comunicaciones de la provincia, sino para movilizar su producción "que es la única forma para superar las desigualdades sociales que existen", advirtió.

A renglón seguido, Obeid manifestó su respaldo a las negociaciones que el gobierno nacional mantiene con los acreedores internacionales. "El dinero que se produce en el país tiene que quedarse en el país", subrayó.

Estas frases, más el anuncio del nuevo nombre elegido para el aeropuerto sirvieron para calentar un poco el acto. Aunque, sin dudas, fue el presidente quien cargó con la mayor parte de los aplausos.

Su discurso fue breve. "Los argentinos de una vez por todas, y especialmente algunas dirigencias, deben entender que al país hay que construirlo de un lugar a otro. Es tan importante la Capital Federal como Rosario, Jujuy o Tierra del Fuego", destacó.

Después pidió ayuda para "cambiar la injusticia que se construyó durante las últimas décadas" y volvió a ratificar su compromiso "con los pobres, con la clase media y los empresarios nacionales".



"Los que no fueron capaces de hacer crecer a la Argentina, de dar la batalla contra la corrupción y de mediatizar la concentración económica quieren que nosotros arreglemos las cosas en dos días", se quejó y rápidamente les propuso que "no se hagan problemas, yo pongo sobre mi espalda la responsabilidad de hacer una Argentina más justa".

Terminado el acto, volvió a dar otra de sus clásicas lecciones sobre cómo romper los protocolos. No había alcanzado a bajar del escenario cuando se abalanzó sobre las vallas de contención que lo separaban de la gente y caminó los 80 metros hacia el lugar donde debía cortar las cintas repartiendo besos, recibiendo cartitas y apretones de mano.

Casi una hora después de haber llegado, el presidente descubría la placa inaugural de la aeroestación y volvía a subir al Tango 01, con rumbo a Santa Cruz.

Pero la fiesta recién empezaba: las escuadrillas de la fuerza aérea pasaban rasantes por la aeroestación, un globo aerostático con la bandera de la provincia levantaba vuelo y los primeros paracaidistas saltaban al vacío.

El escenario había quedado en manos de Antonio Tarragó Ross y la gente comenzaba a recorrer el hall de la nueva aeroestación. "Ahora sí parece un aeropuerto en serio", bromeaban algunos.

En las dos alas del edificio se había montado una muestra de las actividades culturales, turísticas y productivas: había stands de la secretaría de Cultura provincial, del Ente Turístico Rosario y de algunas empresas locales. En todos se agotaron los folletos y los materiales que habían llevado para distribuir entre la gente.

Mientras firmaba autógrafos a Obeid le tocó hacer el balance de la jornada. "A partir de hoy, Rosario tiene el aeropuerto internacional del país más importante después de Ezeiza, además vino el presidente a su inauguración. Qué puedo decir... Es una verdadera alegría".

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Bielsa, Obeid y Kirchner, ayer en el centro del palco.

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