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 domingo, 16 de mayo de 2004

Morosidad judicial. A seis años el caso de Ariel Colque, muerto en un hecho de presunto gatillo fácil, no tiene sentencia
Dos policías procesados por homicidio calificado esperan condena en libertad
La imputación es de las más graves del Código Penal, pero una demora procesal los beneficia. La víctima tenía 16 años y, según el juez instructor, fue ejecutado por dos suboficiales que fabricaron pruebas para favorecerse

Hoy se cumplen seis años de la muerte de Ariel Eliseo Colque, un adolescente baleado por la espalda cuando estaba desarmado por dos policías en Magallanes al 2400. La Justicia no tardó mucho en establecer que las alternativas de la "ejecución" del chico fueron fabricadas por los dos agentes para justificcar lo injustificable: un crimen alevoso perpetrado por funcionarios policiales, en uno de los tantos casos designados como de gatillo fácil. Por eso, los acusados fueron procesados por un juez como autores de homicidio calificado, uno de los delitos más graves del Código Penal. Pero el sexto aniversario del fallecimiento del pibe encuentra a sus familiares sin recuperarse del dolor y a los autores del crimen libres beneficiados por demoras procesales.

El expediente está a consideración del juez de sentencia Julio Kesuani, pero los suboficiales Jorge Vázquez y Darío Priotti permanecen en libertad mientras dura el juicio debido a que fueron beneficiados por el polémico régimen del 2 por 1. Estuvieron detenidos dos años sin una condena firme. Por su parte, los familiares de Colque convocaron para hoy a las 20 a una misa en la Parroquia de Fátima, en bulevar Grandoli al 4000. Ramona, la mamá de Ariel, manifestó que la misa es para pedir justicia, y reiteró su ruego para que los agentes que participaron en el crimen de su hijo vuelvan a la cárcel.

Ariel tenía 16 años cuando los policías Vázquez y Priotti le dispararon con sus armas reglamentarias frente a la puerta de una casa de Magallanes al 2400. Eso ocurrió el 30 de marzo de 1998. El chico estaba junto a su novia y los agentes, según sus propias declaraciones, lo perseguían por un oscuro asalto que se había producido en la casa de un hermano de Vázquez, en Cochabamba al 5600.

Los policías dijeron en su momento que Colque intentó escapar, cubriendo su huida a disparos, y que ellos repelieron esa acción con sus armas .

Pero, como es común en estos casos, se reiteraron variables que afloran en otras ejecuciones sumarias. El chico recibió un disparo en la nuca y el examen de dermotest -realizado luego por orden del juez Jorge Eldo Juárez y que detecta rastro de pólvora en la piel- dio resultado negativo: Ariel no había manipulado ni disparado ningún arma. Además, los únicos artefactos secuestrados en el lugar fueron las pistolas de los policías. Otra grave irregularidad de aquel operativo fue que el chico herido estuvo más de media hora hasta que pudo ser atendido por una ambulancia.

Cuando ingresó en el Heca, Colque ya estaba en gravísimo estado. El proyectil, que le entró por la nuca, le había causado serios problemas neurológicos y al cabo de 40 días de agonía falleció. La autopsia realizada en el Instituto Médico Legal fue contudente: el deceso se produjo por la lesión que ocasionó la bala. A partir de ese momento el juez Juárez comenzó a investigar el caso como un homicidio y ordenó la reconstrucción del hecho. Eso se realizó en julio de 1998. Tras culminar su trabajo, el magistrado consideró que la versión brindada por los efectivos no era veraz. Los testigos del robo en la casa de Cochabamba al 5600 ni siquiera reconocieron a Colque.

El juez luego procesó a los dos policías como coautores de homicidio calificado y desbarató la versión que dieron sobre el tiroteo, ya que el chico siempre estuvo desarmado. Los defensores apelaron el fallo, pero la Cámara de Apelaciones convalidó la resolución de primera instancia. Los acusados fueron excarcelados. Están en libertad hasta que el juez Kesuani dicte el veredicto.

Ramona, la mamá de Ariel, aseguró el viernes a este diario sentirse aterrada. Dice que no descansará tranquila hasta que los asesinos de su hijo terminen en la cárcel. Ella nunca se pudo recuperar por la pérdida y cuenta que una hermana de Ariel está con tratamiento psicológico.

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Los tibunales provinciales, donde aún se dirime el caso ocurrido en Magallanes 2400.

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