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 martes, 06 de abril de 2004

El apoyo shiíta es vital para un proceso real y eficaz de transferencia
La transición en Irak ahora es casi una ilusión
La rebelión hace prever que el traspaso de poderes del 1º de julio será meramente simbólico

Washington. - El incremento de la violencia en Irak suscita nuevos y enormes interrogantes sobre la transferencia del poder a los iraquíes el próximo 30 de junio y la mayoría de los expertos cree que solamente se realizará un traspaso simbólico. El papel que juegue el establishment shiíta, opuesto al rebelde Moqtada al Sadr, será decisivo. Los mayoritarios shiítas iraquíes son los que más tienen que ganar de una transferencia real de poderes.

Bajo presión de sus aliados y luego de negociar con las facciones iraquíes, Washington acordó transferir el poder a un gobierno interino el 1º de julio venidero, pero Estados Unidos se comprometió a mantener una fuerza militar sustancial en el país. George W. Bush insistió ayer en que la fecha del 30 de junio "permanece firme". "Ahora estamos en proceso de decidir a qué tipo de entidad transferiremos la soberanía", agregó. Bush subrayó en muchas ocasiones que Estados Unidos "tiene que recorrer un largo y dificultoso camino en Irak, en el que también habrá contratiempos". Pero se refería principalmente a la resistencia de seguidores sunitas del derrocado Saddam Hussein y ataques de terroristas de la red Al Qaeda.

En cambio, la rebelión de sectores de la mayoría shiíta resulta para Washington un factor extremadamente alarmante.

Para Ian Lustick, profesor de ciencias políticas en la universidad de Pensilvania, los nuevos combates en Irak "son una clara advertencia de que no solamente el plazo está en peligro". También lo está "el propio concepto de transición hacia una administración exitosa, y en consecuencia ello invita a Estados Unidos y a las tropas estadounidenses a permanecer allí hasta que la seguridad esté completamente garantizada".

"Lo más preocupante es la posibilidad de que cuando se aproxime el plazo veamos una aguda escalada de violencia", para que las facciones rebeldes iraquíes puedan apuntarse el éxito de haber hundido el calendario de democratización.

Lustick hace su "mejor pronóstico" previendo que "de hecho no habrá transición a fines de junio" sino solamente en términos formales. "Las decisiones más importantes esperarán hasta fin de año", luego de la elección presidencial del 2 de noviembre en EEUU, agregó.

Charles Butterworth, especialista en ciencias políticas en la universidad de Maryland, dijo que el 30 de junio "lo único que cambiará es que oficialmente no estaremos al mando" de la situación. Estados Unidos "se quedará y continuaremos teniendo el poder pero se dirá que son los iraquíes quienes hacen las cosas", afirmó. Butterworth cree que Estados Unidos "está terriblemente falto de preparación" para la transferencia efectiva del poder.

Joseph Cirincione, del centro de análisis Carnegie Endowment for International Peace, sostiene que "la administración está desesperada por un falso traspaso del poder. Crearán algo que se parezca a una autoridad de gobierno". Es que al caerse el apoyo shiíta -que ya era bastante condicionado- EEUU se queda solamente con la minoría kurda, ella sí francamente favorable a la intervención de Washington. Pero el apoyo de la mayoría shiíta es vital para cualquier proceso de transición real y eficaz. Por eso, "si los shiítas respaldan el levantamiento, la posición estadounidense sería insostenible", opinó el experto militar George Friedman en en el diario Washington Times.

La esperanza de los ocupantes norteamericanos es que el establishment religioso shiíta, que durante estos días de fuego se ha mantenido en silencio, no esté interesado en un caos aún mayor. Porque la posición shiíta, con su clara mayoría en el país, tan sólo puede verse reforzada tras la cesión de poderes, consideró Friedman.

Por otra parte, muchos expertos piensan que Washington debe enviar más tropas para mejorar la seguridad en Irak, pero les cuesta imaginar que Bush tome la decisión. Ayer, según CNN, el Pentágono estudiaba esta posibilidad. Según Butterworth, mejores relaciones con los aliados europeos fortalecerían el apoyo internacional, pero "esta administración debería admitir que ha tomado el camino equivocado. No creo que lo haga".

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