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 domingo, 28 de marzo de 2004

Habla de la película "La puta y la ballena", que se estrena el jueves en Rosario
Leonardo Sbaraglia: "Actuar sin involucrar los afectos es algo que te cansa muy rápido"
El actor sostuvo que su personaje en el filme de Luis Puenzo lo llevó a una nueva etapa de su carrera

Fernando Toloza / La Capital

Buenos Aires (enviado especial).- Leonardo Sbaraglia protagoniza, junto a las españolas Aitana Sánchez Gijón y Mercé Llorèns, la nueva película de Luis Puenzo, el director argentino que ganó un Oscar por "La historia oficial". El actor, que desarrolla su carrera tanto en España como en la Argentina, no filmaba en el país desde "Plata quemada" (2000). "Actuar sin involucrar los afectos es algo de lo que te cansás enseguida", le dijo a Escenario Sbaraglia, y contó que en España aún le cuesta sentirse "como pez en el agua", aunque aseguró que se siente en camino de lograrlo al haber establecido un vínculo más personal con algunos realizadores.

-¿Tu personaje en "La puta y la ballena" es el más canallesco que has hecho hasta ahora?

-Sí, es de los más canallescos al menos, pero el más repulsivo que me tocó hacer fue de un nazi en una película española. Es una parte menos explorada de mi expresión, pero es un tipo de personaje que me gusta mucho hacer.

-No se sabe mucho sobre él, si sufre o qué le pasa.

-Sí (Risas). Tiene muchos matices, es muy ambiguo y era muy difícil de tratar, de ver cuál iba a ser esa expresión, porque por un lado no era un hijo de puta, un canalla sin dobleces. Por otro lado, el tipo, que está acostumbrado a una relación fría y de distancia, empieza a registrar un nuevo asunto, una nueva identidad. Hay algo que el personaje de Lola (Llorèns) comienza a transmitirle, y él, que nunca se comprometía, se empieza a involucrar, a tal punto que termina haciendo eso que hace, la canallada como vos la llamaste, pero no por desamor si no justamente por amor. Emilio no puede sostener ni hacerse cargo de eso que él decía que era.

-Supongo que tu personaje no coincidiría con la frase de la película que dice "Cuando hace falta un hombre de verdad, hay que llamar a una mujer". Como Sbaraglia, ¿estás de acuerdo con esa idea?

-(Risas)Como Sbaraglia, no sé. Es una frase muy de Luis (Puenzo), un pensamiento de él. A mí no me gusta hacer generalizaciones y creo que la frase está planteada casi desde un punto de vista artístico, de la idea de la película. Para mí hay tanto mujeres como hombres con una polenta fantástica, y no me gusta hacer esa clase de distinciones que dicen "las mujeres son de una manera" y "los hombres son de otra". Lo que sí reconozco en la película es que hay una intención de transmitir un universo femenino, un universo femenino que no sólo pertenece a las mujeres. Por suerte hay muchos hombres con un aspecto femenino muy desarrollado...

-Pero cuando se dice aspecto femenino...

-Sí, claro, es una generalización, pero es una manera de decir que se está más en el terreno de lo sensible. La película tiene muchos símbolos arquetípicos, como la teta quebrada, la mujer que está partida en dos, la misma ballena. La intención de Luis, a pesar de ser hombre, es que el filme hable de ese mundo, que puede tomar muchas formas. También es una película que transmite mucho dolor, aunque no sé si es triste.

-¿Cómo es para un actor trabajar con una actriz con muchas escenas de desnudo?

-Es difícil. Es tan incómodo para el hombre como para la mujer. En este caso el clima fue muy agradable. En otras ocasiones me ha pasado tener que hacer ese tipo de escenas con un clima de gran tensión. Aunque fue todo muy relajado, era bravo verla a Mercé (Llorèns) hacer su primer trabajo en cine y pasarse la mitad de la película en bolas. Uno trata de ser lo más solidario posible y ayudar en lo que se pueda.

-Tu carrera se abrió también al cine español. ¿Qué sentís cuando filmás aquí en la Argentina y cuando filmás en España?

-Filmar acá se siente diferente. En mi experiencia hasta ahora es como si allá fuese el trabajo. Hay algo inevitable. Acá yo me había acostumbrado a trabajar con amigos y entonces los proyectos de ellos pasaban a ser mis proyectos, las ganas de ellos también eran mis ganas. No entraba en una película sólo como actor, primero porque no me interesa sólo la actuación y después porque sentía como propio cada filme. En España al tener menos conocimiento y conciencia de otros códigos, no me puedo insertar del todo en un lugar más personal. Por ahora no tengo código para que eso suceda. Tengo que aprender ese lenguaje y me parece que eso me a va empezar a pasar ahora. A mí me gusta más trabajar así, cuando hay afectos y me puedo involucrar de otra manera. De lo otro, te aburrís enseguida.

-¿Y cómo fue volver a actuar en una película argentina?

-Volví a trabajar en la Argentina con "La puta y la ballena". Hacía desde "Plata quemada" que no rodaba acá. Sentí la diferencia, porque una cosa es actuar en un lugar donde trabajás bien y te sentís cómodo, y otra es trabajar donde te sentís como pez en el agua. Acá el personaje me va saliendo de mi cultura, no porque el personaje hablé como yo o sienta como yo, pero seguramente en mi historia tengo un abuelo o un amigo que habla como mi personaje. Eso está totalmente atado a mi experiencia. Cuando uno actúa o habla en la vida espontáneamente en argentino, detrás de cada una de las palabras hay una construcción muy compleja, muchas experiencias e intenciones. A medida que te expresás en tu lengua, esa palabra va a tener una resonancia interna constante, como si cada sonido fuese un sonido profundamente esencial de uno. En cambio en España, eso lo estoy aprendiendo. No se trata sólo de hablar castellano con acento español, algo que siento que hago, sino de poder unir eso con tu alma, con algo profundo expresivo tuyo. Es lo más arduo y como desafío interpretativo es muy bueno.

-¿Te estás perfilando como el nuevo Héctor Alterio?

-(Risas) No. La comparación parece inevitable, he trabajado mucho con él, somos medio parecidos, actuamos en España, pero yo me siento un actor muy diferente, a pesar de que me encanta cómo trabaja Héctor, quien hizo algunos personajes extraordinarios, y aparte lo aprecio mucho como persona. Yo todavía no sé para dónde va ir mi expresión. Mi mayor aspiración es tener cada vez más herramientas y más libertad expresiva. Qué va a significar eso, no lo sé. Yo quiero ser muchos tipos de actores, siempre dependiendo de la necesidad expresiva de la obra, la televisión o la película en la que esté trabajando.

-¿Te parece que para el público argentino Sbaraglia es un sinónimo de calidad? ¿Te sentís comprometido por eso?

-Hay que tratar de salirse de eso. Tenés que arriesgarte a saltar a otras experiencias expresivas. El personaje de "La puta y la ballena" me dio esa posibilidad, de meterme en una expresión que no tengo tan explorada. Así voy a seguir probando, siempre y cuando se den las condiciones, y si no me dan la posibilidad trataré de inventármela, aunque por ahora no me puedo quejar. Lo importante no es de perder de vista la búsqueda de calidad y el trabajo, porque las cosas buenas necesitan mucho trabajo, y obviamente ahí voy a estar. Al margen de eso, uno tiene que aprender a cagarse un poco en todo, no quedar preso de las inabarcables, irrealizables e infinitas expectativas del público, porque hay tantas expectativas como personas.

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Sbaraglia interpreta a un fotógrafo que esconde sus sentimientos.

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