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 domingo, 07 de marzo de 2004

Reportaje
"Compongo el poema como un collage"
El autor de "La atención" dice que escribe "juntando palabras y frases que voy encontrando, siguiendo una cadencia"

-¿Cómo dibuja? ¿Tiene alguna idea previa?

-Dibujo muy rápido, sin una idea previa consciente. No construyo la forma ni me gustan los grandes planes. Este rechazo domina mis preferencias en música. Salvo que me encuentre con una disposición de ánimo muy especial, no soporto escuchar una sinfonía, organizada en pasajes, donde el compositor se haya propuesto de antemano describir o narrar un cierto tema. En música lo romántico, cuando no es sumamente leve, me resulta pesado. Prefiero Mozart, o los modernos de motivos rapsódicos, ligeros, como imprevistos. La forma, en mi obra plástica, es menos un pensamiento que una voluntad. He tomado de la estética alemana el concepto de Kunstwohlen, o voluntad de forma. Una de mis principales influencias en plástica son los collages de Jean Arp. Y adhiero a la idea del crítico Walter Pater de que la música es la maestra de todas las artes.

-¿Usa algún método similar en su poesía?

-No. Al contrario que en el dibujo, en poesía compongo muy lentamente. Dedico a ello solamente las vacaciones de invierno y de verano, en que descanso de la docencia (u otras actividades) y dispongo de mucho tiempo. Aparecen una palabra, o una imagen, que dan vueltas en mi mente, según una cadencia, durante horas, o incluso días, y luego se les van agregando otras palabras, otras imágenes. La primera o las primeras palabras, que aparecen sin saber bien porqué, son evocadoras de una cierta atmósfera. Voy juntando palabras y frases que voy encontrando; siguiendo una cadencia, compongo el poema como un collage. A veces, por ejemplo en una caminata por el campo, tengo oportunidad de componerlo íntegro mentalmente antes de llevarlo al papel. Caminar ayuda a la cadencia: el ritmo para mí es muy importante, más allá de cualquier métrica académica. Desde muy joven investigué experimentalmente trabajar con el ritmo del poema según pies, es decir, según unidades silábicas recurrentes, y no según la cuenta de sílabas. Hay todo un repertorio de pies en la tradición occidental, pero a algunos poemas los compuse con pies que yo mismo había inventado. Y precisamente, para hablar de mi método, he marcado, en La atención, en el tomo II -que durante años apodé "el libro blanco", y que ahora es amarillo, del color de Mercurio: mi color-, aquellos versos o que de algún modo configuran un Ars poética, como los de este poema: "Entretengo del ocio la inasible// presencia,/ del fluir de la fuente la enramada// felicidad,/ recojo del silencio las movientes// palabras,/ y levanto, de algunos// atisbos imperiosos,/ los pabellones breves, sigilosos,// con un pájaro.

Este es el "acto claro" al que me refiero en el poema "Pocas cosas": "pocas cosas", solamente dos colores, "verde/ sobre blanco". Cualquier momento está lleno de todo; la atención retiene lo importante. O como digo en el poema siguiente: "La atención/ este ahora/ sin residuos". Y en el siguiente: "La paciencia/ es un arte difícil. Como un cuadro/ compone disonancias./ Transfigura/ la separación del instante." Me refiero al instante fugitivo en la percepción, del que hablaba Kant. Un poema es un instante absoluto. Yo trato de que un poema sea esférico. Cuando uno lo termina y lo va repitiendo, recién entonces da todo lo que puede dar.

-Un arte poética incluye también adhesiones y rechazos. ¿Cuáles son los suyos?

-En un poema describo una elección de temas: "Ya no voy a ocuparme/ de la flor del ciruelo,/ de la lluvia que cae en el jardín,/ de las hojas de jade que palpitan/ en el agua de jade.// (...) Me vuelvo hacia las formas impasibles/ de las flores antiguas del papel,/ al amor temperado del laúd, a la rama de incienso de los clásicos". En "Une Saison en Enfer" me pronuncio contra el expresionismo. Si bien "encuentro mucho que admirar (...) en esta formación volcánica", no me interesa expresar las pasiones del ego, "...la escueta/ confesión policial". No me interesa "...condecorar/ al Vesubio". Creo, en cambio, con Emily Dickinson, que "...comprender un néctar/ requiere/ extrema necesidad". Requiere, ante todo, de afinación. Destaco esta palabra en el poema "Laca china", donde expreso gratitud y devoción ante el logro de otro artista: "La modestia sin nombre/ que se eclipsó, dejando/ su octógono acabado,/ reverencio". No soy un vanguardista, no creo en la vanguardia. Todo es viejo como el mundo. Todo está allí para ser redescubierto.

B.V.

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Dibujo sobre papel. "Elogio de la locura" (1999).

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