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 domingo, 07 de marzo de 2004

Nota de tapa
El Hacedor: Nuevas revelaciones de una obra secreta
Hugo Pedaletti es conocido como uno de los grandes poetas nacionales. Este mes presentará en una galería porteña una muestra retrospectiva de su obra plástica con trabajos nunca expuestos al público

Beatriz Vignoli

La obra de Hugo Padeletti (Alcorta, 1928) tiene doble faz. Una es conocida: la integran sus libros publicados y la obra plástica exhibida en muestras. Otra es más íntima y se revela tras una maduración que lleva años, como fue el caso de los textos de "Canción de viejo", su último libro. Ahora se prepara a descubrir otra porción de ese mundo, con la retrospectiva "Jardín secreto", en la que expondrá obras sobre papel nunca antes mostradas al público.

En "Jardín secreto", el gouache, la tinta, la témpera y el acrílico se alternan en una serie de abstracciones que sugieren temas de la naturaleza y que son formalmente distintos a sus característicos dibujos y collages. Si éstos se articulan a partir de un único elemento lineal como el trazo, el corte o el rasgado, aquellas se organizan según las dos dimensiones del plano y lo fragmentan en distintos tipos de subdivisiones. Los contornos nunca son rígidos, y por más geométrico que sea el planteo compositivo, la forma resultante posee siempre las sutiles cualidades sensibles y expresivas propias del estilo de este artista. Los galeristas Inés Nigro, Joaquín Nigro y Emilio Sampietro presentan esta obra como "la equivalencia visual de su mundo poético".

Es cierto que en la poesía de Padeletti el aspecto formal sensible está igualmente bien trabajado: las palabras, a través de la rima y de otras formas más sutiles de sonar parecidas, hacen eco unas en otras sin seguir la versificación tradicional, sino más bien como si el poema fuese una composición musical o plástica. Como la composición de estas "nuevas" obras en papel es más compleja e incluye una mayor riqueza en el color, la mencionada equivalencia se percibe mucho más claramente aquí que en sus dibujos y collages.


Lo sagrado y lo profano
En su casa y taller del barrio porteño de San Telmo -ordenada con la misma combinación singular de sencillez y gusto exquisito que caracteriza a sus collages- Padeletti tiene muchas imágenes de lo que él llama "lo religioso no confesional". Off the record, insiste en que para él lo sagrado no tiene nada que ver con el fundamentalismo ni con el fanatismo: es más bien lo contrario.

En el ámbito de lo sagrado, según Padeletti, se conoce aquello de la realidad que está fuera del tiempo y del espacio. Pero por ámbito de lo sagrado no se refiere a ningún recinto ni horario en particular. Cualquier momento está lleno de todo. Y contra lo que suele creerse, lo eterno no es un tiempo interminable: lo eterno es el instante. "Ante el escándalo -o mejor el misterio- de las religiones que se contraponen y se excluyen -escribe en uno de sus "Textos ocasionales" (1994)-, queda como último recurso el salto al Centro... Este es común a todos los sectores y está más allá de la forma: simboliza lo sagrado puro, lo sagrado no confesional, lo sagrado por excelencia. Este Centro tiene la ventaja de ser común a todas las religiones y de no estar en contradicción con la de cada uno".

Después de aquella experiencia primordial, Hugo Padeletti cursó estudios secundarios y universitarios en Rosario y en Córdoba, donde se especializó en estética y estudió a fondo la obra del filósofo alemán Martin Heidegger. El cultivo de su sensibilidad le insumió, además de una formación artística en los talleres de Oscar Herrero Miranda y de Juan Grela, años de búsqueda espiritual seria a través de fases sucesivas: misticismo católico, teosofía, lecturas de René Guénon, y prácticas sostenidas en diversas escuelas de diversas religiones orientales, para terminar reconociendo que sus "ejercicios espirituales" son casi exclusivamente sus collages, dibujos, pinturas y poemas. En 1959, la editorial Carmina le publicó su primer libro, titulado "Poemas 1944-1959".

A partir de 1960, Padeletti empezó a darles forma a unos dibujos y collages que configuran una obra plástica muy personal (ver recuadro). Esta obra plástica obtuvo cierto reconocimiento a nivel local y regional. En los años sesenta, Padeletti fue director del museo de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez, en la ciudad de Santa Fe. Allí conoció al artista plástico santafesino Fernando Espino, por cuya pintura desarrolló una gran admiración. En 1979, el sello rosarino El Lagrimal Trifurca le publicó "Doce poemas", una reedición parcial de su primer libro. Hasta 1983, Hugo Padeletti fue profesor titular de la cátedra de Estética en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Rosario.

Luego de su jubilación se fue a vivir a Buenos Aires, ciudad que habitó en una relativa oscuridad hasta 1989, año en que la Universidad Nacional del Litoral publicó sus Poemas 1960-1980. Con este libro, conocido también como "el libro blanco" y que le valió el premio Boris Vian de ese mismo año, se inició para el Padeletti poeta una racha consagratoria que se continuó con la publicación de "Parlamentos del viento" (Rinzai, 1990) y "Apuntamientos en el Ashram y otros poemas", libro con el que inauguró su actividad editorial el sello Bajo la luna en 1991. Tres libros en tres años, luego de tres décadas de silencio editorial.


La atención y la canción
Hacia 1992, a los sesenta y pico de años, Padeletti escribió la primera versión de su serie de poemas "Canción de viejo". Los guardó en una caja hasta su reescritura en 1998, luego de la cual los volvió a guardar (en la misma caja). En 1999, la editorial Bajo la luna y la Universidad Nacional del Litoral publicaron su obra reunida en una (otra) ya legendaria caja de tres tomos con el título "La atención" y el sugerente subtítulo de "Poemas verbales -poemas plásticos". La edición incluye en su tomo I los Apuntamientos... y algunos ensayos estéticos que ya habían sido publicados por la misma editorial como Textos ocasionales en 1994. El tomo II reedita (con tapa amarilla) el "libro blanco"; el tomo III consta principalmente de los Parlamentos... como también de varias series de textos en prosa inéditos y comentarios de otros autores sobre la obra de Padeletti. El rótulo de "poemas plásticos" se refiere a los dibujos y collages de Padeletti, algunos de los cuales se reproducen con bastante modestia en la edición.

En el año 2001, Padeletti se mudó a San Telmo y abrió la caja donde había guardado aquellos poemas inéditos. Los reescribió por última vez y entonces pasaron a un sobre. "Canción de viejo" recibió por unanimidad el premio de Poesía del Fondo Nacional de las Artes 2003 y fue editado por Interzona en ese mismo año, con muy buena recepción crítica.

En éste, su más reciente libro, Padeletti cita y menciona respectivamente a dos poetisas, dos damas excéntricas: la inglesa Edith Sitwell y la norteamericana Emily Dickinson. Sus nombres son casi el único indicio explícito de presencia humana en este universo poético privado, visitado principalmente por animales, plantas y climas. Cada poema del libro es como una fiesta secreta organizada en el fondo del jardín.

Al igual que la de su maestro Arturo Fruttero, capaz de deshojar una rosa en sus diversos "casos" como si fuese un verbo latino, la de Padeletti es una poesía donde nada del mundo es insignificante ni inferior. Oro y polvo son equivalentes e intercambiables. O, como dice Edith Sitwell en uno de los epígrafes, "Tanto la voz de Atila/ como el zumbido del jején/ nos pueden presentar la eternidad". Las sucesivas "podas" (nunca fue más adecuada la metáfora) que su autor le impuso a este libro lo han depurado hasta lo esencial. Como lo indica en el prólogo, el poeta ha procedido "por eliminación de toda adherencia prescindible", aligerando el bagaje de referencias literarias y filosóficas explícitas de sus libros anteriores. Pero no es que lo cultural esté ausente: su forma es el jardín.


Caja de pandora
La acción transcurre a fines de la primavera de 2003, en el mismo estudio de Padeletti en la calle Perú donde esta cronista lo entrevistó un par de años atrás.

Son cerca de las siete de la tarde. A la luz de la lámpara de la mesa de dibujo, el artista plástico Adolfo Nigro lo escucha maravillado leer estos versos de su "Canción de viejo": "Hay un pavo real en la calle.// Alza su cola ocelada,/ la abre,/ y despliega la nada.// ¡Cubre,/ naranja amarga,/ de esplendor incomible el árbol prieto!/ ¡Que el sol renazca!// Tironeado/ de la ruda a la menta,/ contemplo cómo el viento las frecuenta/ y rueda la veleta.// •Desde mi percha de encorvado hueso', / sufro la poda del árbol añoso,/ barro la jaula del león canoso, / soy la pantera que desespera en redondo...".

Padeletti cuenta que esos versos están inspirados en un paseo por el Jardin des Plantes, en París. Dice que el jardín es la síntesis entre la naturaleza y el mundo humano. Y está por abrir una caja.

Hay que tener cuidado cada vez que Padeletti abre una caja. Una vez abrió un arcón de la casa, y descubrió una pila de amarillentos papeles traslúcidos donde su madre, antes de casarse, había dibujado motivos decorativos para bordar: "Ella pensaba que se iba a pasar el resto de la vida bordando, pero no fue así. Quedaron los dibujos, sorprendentes, planos. Mucho después entendí cuánto de mi poesía y de mis dibujos tiene la influencia del mundo de mis primeros años".

Cuando se trata de la obra de Padeletti, todo coincide como en un sueño, o como en un collage: los materiales del azar son dispuestos por el poeta y artista de tal manera que el azar resulte favorable. En esta nueva versión de la caja de Pandora, que es más bien una carpeta de artista de tapas duras con lacitos de algodón gris, están las obras que se apresta a mostrar. Una pintura en particular, donde manchas hechas con un pincel plano se ordenan como un mosaico en una luminosa gama de azul, se parece al árbol de Mondrian: aquel cuyo ramaje, a lo largo de sucesivas versiones, se iba convirtiendo en ángulos rectos.

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Pedaletti recopiló su obra en su edición de la Universidad Nacional del Litoral, pero continúa produciendo.

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