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 domingo, 01 de febrero de 2004

Cuando la opción es pagar o tolerar los aprietes
Dos especialistas en género analizan la relación que las normas actuales imponen a trabajadores sexuales

"Estamos ante un Estado proxeneta. La única alternativa de las mujeres que ejercen la prostitución hoy es pagar o soportar la represión, aunque no estén cometiendo un delito. El que delinque es el Estado, que recibe un beneficio a través del dinero que los agentes policiales les exigen". Susana Chiarotti, miembro del Instituto de Género Derecho y Desarrollo, analiza que tal es el impacto que la actual situación normativa y política descarga sobre las personas que ofrecen sexo. Para su par del Instituto de Estudios Jurídicos y Sociales de la Mujer (Indeso), Mabel Gabarra, "entre estas mujeres y los agentes se genera una relación muy fuerte donde el poder, que no está en la Justicia sino en la institución policial, genera terror".

A partir de la conmoción por el homicidio de Sandra Cabrera, dos especialistas rosarinas en estudios de género analizaron la relación asimétrica y obligada que franjas de la policía entablan con franjas de la policía.

Antes que nada, Chiarotti aclara que "la prostitución no es un delito" y asegura que "la figura de prostitución escandalosa presente en el Código de Faltas sólo sirve a la policía como excusa para reprimir a las mujeres que trabajan en la calle, por lo que debe ser eliminada".

Es que para la especialista la muerte de Sandra Cabrera no es más que "la punta del iceberg que descubre todo el circuito existente en la provincia. Les exigen un dinero que no queda en el bolsillo del agente que recauda, sino que se reparte. De esta manera, para la policía la prostitución, al igual que otras actividades ilegales, resulta necesaria para mantener el circuito de dinero que genera".

Y es ante esa disyuntiva de pagar o soportar la represión que para Chiarotti se monta la explotación de las trabajadoras sexuales. "El único delito contemplado es la explotación de la prostitución ajena, entonces es el propio Estado el que delinque. Es un Estado proxeneta porque los policías cobran y lucran con esas mujeres en situación de prostitución", analiza.

El miedo, el terror, la presión de cumplir con la paga exigida caracterizan, para Gabarra, los sentimientos de las prostitutas hacia los policías corruptos. "Hay una relación de poder muy fuerte y es un poder que no está precisamente en la Justicia, sino en la institución policial. Su alternativa es pagar para que no las lleven presas o pasar la noche en la comisaría", insistió la directiva de Indeso Mujer.

Enfrentar el miedo es para Chiarotti una situación constante en la vida de las trabajadoras sexuales. "No sólo miedo a la represión policial, también están expuestas a la violencia de sus clientes, de los demandantes de la prostitución y de la sociedad, porque no son bien vistas y siguen siendo mujeres estigmatizadas".

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