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 miércoles, 14 de enero de 2004

Miedo al juicio de los demás

María Laura Favarel / La Capital

Tildado como el tímido de la familia, nunca sospechó que su comportamiento podría ser algo más que un rasgo de personalidad. La fobia social afecta a una de cada ocho personas y es la más común de las ansiedades. Existen tratamientos que permiten controlarla.

El trastorno de ansiedad social consiste en un "temor constante y exagerado a ser evaluado, juzgado y criticado por los demás. Las consecuencias devienen en el aislamiento y la evitación, junto con un profundo sentimiento de fracaso", dijo a La Capital el psiquiatra Alfredo Cía, presidente de la Asociación Argentina de Trastornos de Ansiedad y coordinador de la sección de ansiedad de la Asociación Psiquiátrica de América latina.

La ansiedad social existe desde hace tiempo y está presente en un número importante de personas, pero pocos consultan. Mientras que la ansiedad social tiene una prevalencia poblacional 4 veces mayor que el pánico, los afectados consultan 7 veces menos que los otros. Según las estadísticas mundiales, se trata de la ansiedad con mayor prevalencia poblacional. "Se calcula que la posibilidad de diagnosticar correctamente a personas con ansiedad social es 20 veces menor que el trastorno de pánico, porque los primeros no saben que lo suyo merece una consulta", comentó Cía.


Tímidos y retraídos
La ansiedad social se oculta bajo un rasgo de temperamento o forma de ser conocida como timidez. Los que la padecen suelen autodescribirse como tímidos y consideran que no tienen solución. Inclusive la familia se lo confirma con frases como: "vos sos el calladito de la casa, el introvertido".

Sin embargo, existe cierta predisposición genética. "El sindrome de inhibición comportamental es persistente en la infancia. Uno de cada diez niños lo manifiesta y se evidencia con el aislamiento. Son aquellos que en un jardín de infantes o en un recreo se quedan en un rincón y no se integran ni participan en clases", explicó el médico. Sin embargo, aclaró que no todos los que tienen este sindrome van a tener ansiedad social, aunque muchos sí.

"Hay mucho en común entre la timidez y la ansiedad social, pero no es lo mismo", afirmó el médico, quien prefirió explicar que "es una cuestión de grados". La ansiedad social se caracteriza porque impide hacer algunas cosas. "Quise pero no pude" es la frase característica de estas situaciones donde la inhibición es de tal grado que imposibilita a un estudiante rendir un examen porque, aunque sabe, se bloquea y no puede ni hablar ni escribir.

Otra situación semejante es la de aquel que por timidez no pudo afrontar un cambio en su trabajo ni aceptar el ascenso que deseaba. También sucede a quienes les resulta sumamente difícil establecer un diálogo con personas desconocidas, se queda apartado en una fiesta, no participa en un equipo de trabajo y tiene pocos amigos.

"Siempre que la timidez tenga repercusiones en el ámbito social, laboral, interpersonal, o en el área recreativa y estas consecuencias posean cierto peso y causen malestar, estaríamos frente a una ansiedad social", aclaró el psiquiatra.


Dos manifestaciones
Este trastorno de la ansiedad puede presentarse en forma parcial o generalizada. La primera afecta a un área de la vida de la persona. Así, hay quienes tienen una particular dificultad para entablar una relación de pareja. Otros pueden estar afectados a dar exámenes, o se despierta la patología al presentarse frente a un grupo. "Muchos músicos son excelentes en los ensayos, pero al tocar frente a un público y sobre todo si hay un director exigente, se bloquean en medio de la función", explicó Cía.

Pero la más común es la ansiedad social generalizada, que afecta la mayoría de las situaciones. A estas personas les cuesta escribir en público, ir a un baño público, resistir a un vendedor insistente, integrarse en una fiesta o participar en una reunión.

Mientras los demás pueden percibir que evita acercarse o la caratulan de introvertida, la persona padece fuertes sensaciones. Siente tremendas ganas de escapar de la situación presente y ante una invitación responderá que sí, aunque después no asistirá, inventando excusas. Pero, cuando no puede evitar la situación, el ansioso social sufre palpitaciones, sensación de desmayo, mareos, sudor frío, al igual que cualquier fobia.

Sin embargo, la fobia social presenta algunas características particulares: no puede sostener una taza, la mano le tiembla ante el temor de poder volcar su contenido y exponerse al ridículo.

El rubor o enrojecimiento facial es otra característica. Se ponen colorados y basta que alguien se los comente para que ellos se pongan morados. También puede suceder que suden en exceso. "Tienen que andar con un pañuelito porque no pueden dar la mano, y se ponen nerviosos y sudan más, mojan las camisas aunque sea invierno", añadió el psiquiatra.

A fuerza de ir evitando esas situaciones, se van quedando solos, no salen los fines de semana, ni hacen deportes compartidos. Se aíslan. "A diferencia de alguien que puede hacer esto por decisión propia, la persona ansiosa social quisiera, pero no puede", aclaró el médico quien desde hace 20 años se dedica a tratar la enfermedad.


Patologías asociadas
Es común, entre los ansiosos sociales, el recurso a adicciones secundarias como el alcohol o drogas estimulantes. "A través de ellas intentan superar la dificultad, pero a la larga agravan más el problema", advirtió Cía, quien demostró que un alto porcentaje de personas que participan en Alcohólicos Anónimos llegó a la adicción por este motivo.

La depresión y el pánico son otras patologías asociada a la ansiedad. "Se sienten mal consigo mismo, desvalorizados, consideran que los demás valen más que ellos", explicó el médico quien por su experiencia observó que una de cada 4 personas que consultan por pánico también tienen esta fobia.


Tratamiento integrado
Cía se mostró optimista ante el tratamiento de la enfermedad y animó a quienes observen síntomas a consultar a un especialista, seguros de que existen tratamientos eficaces para revertir la situación.

"El principal tratamiento para quienes sufren esta forma de ansiedad es el psicoterapéutico, junto con las técnicas llamadas cognitivo comportamentales y las psicodramáticas o de entrenamiento en habilidades sociales", señaló el especialista.

Una vez que el terapeuta establece una relación de confianza con el paciente, se lo integra a un ámbito social donde participan personas con la misma dificultad. Esto les muestra que no están solos y que otros sufren lo mismo. Mediante dramatizaciones ensayan situaciones dificultosas de enfrentar en la vida real. Esto se hace en un ámbito protegido y se analizan las dificultades que cada uno. Luego, deberán practicar en la vida real lo aprendido en ese ámbito protegido.

A modo de complemento existen medicamentos eficaces que modulan los niveles de serotonina en el organismo. Las personas se vuelven más locuaces, desinhibidos y se animan a encarar cosas que antes no hubieran hecho. "Estos tratamientos funcionan en el 80% de los casos con éxito", concluyó el especialista.

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Existen coincidencias entre la timidez y la ansiedad social, pero no es lo mismo.

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