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 miércoles, 14 de enero de 2004

Evasión en la 25ª de V.G. Gálvez, donde en 2000 murieron quemados 13 internos
Fugan nueve de un penal que había recibido presos luego de un motín
Hace una semana, reclusos amotinados en una comisaría fueron trasladados a Pueblo Nuevo. Ayer, tres deese grupo huyeron tras cavar un hueco. Entre los prófugos hay acusados de robo a mano armada y homicidio

María Laura Cicerchia / La Capital

Una semana después de que se frustrara una fuga y apaciguara un motín en una seccional atestada trasladando presos a otras comisarías, nueve internos escaparon de la comisaría 25ª de Pueblo Nuevo a través de un túnel que cavaron hasta el patio de una casa abandonada. Esta seccional era una de las que había recibido a los trasladados de la anterior, a pesar de que una orden judicial le impedía superar el cupo de 12 internos. A la madrugada de ayer, lo que se evitó en un penal terminó concretándose en otro. Los pasos de los presos huyendo por los techos despertaron a los vecinos y una patrulla que salió a la búsqueda de los evadidos terminó protagonizando un accidente con dos policías lesionados. La huida dejó en nueve el número de detenidos en la seccional que tres años atrás fue escenario de la peor tragedia carcelaria: la muerte de 13 internos que fallecieron carbonizados al frustrarse, no tan casualmente, una fuga.

Anoche, el jefe de la Unidad Regional II, José Maldonado, relevó a las autoridades de la comisaría y al personal de la guardia en el momento del escape, a los que se les inició un sumario (ver aparte).

La evasión se registró a las 2.45 en la seccional de Corrientes al 500 del barrio de Pueblo Nuevo. Se produjo apenas siete días después de que los presos de la otra seccional de esa ciudad, la 26ª, vieran impedidas sus posibilidades de escapar del hacinamiento al detectarse un hoyo en una pared. Entonces se dispusieron traslados y algunos fueron a dar al calabozo de la 25ª, donde con idéntica metodología nueve de los 18 detenidos lograron ayer su objetivo.

El penal cuenta con dos pequeñas celdas y un baño, además de un patio con el techo enrejado que se cierra por las noches. Por disposición judicial no debe alojar a más de 12 internos. Pero la cantidad de internos estaba superada desde que se la semana anterior se decidió descomprimir el penal de la seccional 26ª. "Esto es como la frazada corta", graficó un alto jefe policial, en alusión a que emparchando un conflicto puntual se deriva el problema a otro lugar.

Los fugitivos de la 25ª escaparon por un túnel de un metro que cavaron luego de hacer un hueco en la pared que está bajo una mesada del baño y remover sin mucho esfuerzo la tierra húmeda. El trabajo pasó inadvertido a los controles y el orificio los condujo a un patio amplio y de vegetación tupida del chalecito de Corrientes 577, que está en venta desde abril. El agujero apenas se divisa entre el pasto crecido. No es de grandes dimensiones pero permitió que los nueve desaparecieran, hasta la tarde de ayer, sin que ninguno de ellos fuera recapturado. "Se están practicando allanamientos", reveló, escueto, el inspector de zona Agustín Canavosio.

Las primeras en detectar el escape fueron las vecinas Corrientes 585, la vivienda ubicada casa mediante de la comisaría. "A las tres de la mañana mi madre comenzó a gritar porque escuchaba gritos en la terraza y empezaron a disparar tipo tropilla", reveló Mirta, de 35 años, una empleada de la Secretaría de Promoción Comunitaria que vive con su mamá y su hijo de 10 años. Los pasos siguieron con dirección al sudoeste, retumbaron en otras casas de la cuadra y se perdieron por la calle Bueno Messon. Mirta decidió no poner un pie en la calle y avisó por teléfono de la fuga.

Al mediodía, luego de hablar con los hombres de la División Judiciales que investigan la evasión y el accionar policial, la mujer contó que las pisadas nocturnas en el techo eran cosa corriente en su propiedad hasta que lo cercó con tres hileras de alambres de púa.

Todo indica que los evadidos de la 25ª se colaron por entre esos alambres y, al escuchar los gritos de la madre de Mirta saltaron los que dan a la otra casa. "Esto nos asustó mucho a todos. Queremos soluciones", pidió la mujer.


Dos policías accidentados
En tanto, uno de los primeros móviles que salió desde la central del Comando tuvo un accidente en la bajada Nogués antes del acceso a Circunvalación, donde se realizan tareas de bacheado que "no estaban señalizadas". El cabo Rubén Nagel sufrió traumatismos en codos y tobillos y el agente Hipólito Moreno resultó con una fractura en maxilar superior. Los dos fueron trasladados al Centro de Emergencia y Trauma de Rosario.

Los evadidos fueron identificados como Guillermo Fernengo (imputado de robo), Fernando Corvera (tentativa de robo), Miguel Alberto Díaz (homicidio), Armando Medina (robo calificado), David Nazareno Rampello (robo calificado), Sergio Rivero (robo calificado), Luis Osvaldo Vallejos (robo). Carlos Fabián Fernández y Walter Gastón Gutiérrez están imputados los tres por amenazas coactivas.

Tres de los internos (Fernández, Gutiérrez y Rivero) habían sido trasladados a la seccional de Pueblo Nuevo el 6 de enero pasado, luego de que se amotinaran los 37 presos hacinados en la comisaría 26ª en reclamo de asistencia médica, traslados y elementos para higienizar el diminuto penal. Dos días después los recluidos en la 9ª elevaron idénticos reclamos y como prueba de sus pésimas condiciones de vida recolectaron los alacranes que circulan por la celda.

El antecedente más inmediato de un conflicto en el penal de Pueblo Nuevo se registró el 15 de noviembre de 2000, cuando los presos encendieron colchones en señal de protesta al advertirse un intento de fuga y trece de ellos murieron carbonizados. Desde entonces el penal estuvo cerrado y luego se hicieron refacciones, aunque no se modificó la disposición de las celdas.

"En comparación con otras comisarías ésta no está tan mal. Pero la situación es en todos lados explosiva. Estamos parados en una bomba de tiempo. Creemos que los comisarios deberían tener directivas especificas para resolver las cuestiones de salud, limpieza y alimentación", exigió Antonio Tesolini, de la Coordinadora de Trabajo Carcelario. El razonamiento fue compartido por un oficial habituado al trato con los presos: "Esta era una situación que tarde o temprano se iba a producir", evaluó.

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Delante, la casa por la que huyeron los presos. Hacia atrás, el techo enrejado del penal.

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