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 domingo, 11 de enero de 2004

En profundidad. le recomendó al presidente atemperar su carácter
Asís: "Kirchner debe tomarse un Valium"
El ex embajador menemista cuestiona y polemiza sobre las actitudes más celebradas del gobierno

Daniel Leñini / La Capital

Jorge Asís se reconoce como un bonzo del nuevo tiempo, alguien capaz de incendiarse en público. Y no sin cierto ánimo temerario y suicida se puede reivindicar tanto los hoy satanizados años 90 y emplear la misma fuerza para criticar a Néstor Kirchner y fustigar aún más a Eduardo Duhalde. Embajador argentino en la Unesco y en Portugal en los años 90, hoy nada contra la corriente.

Una vuelta por el pensamiento de un representante del otrora costado mayoritario del peronismo, el menemismo, desalojado de las mieles del poder. En una extenso diálogo con La Capital, el escritor y político sigue manteniendo su costado desafiante con palabras filosas de buen polemista.

Acuñó la frase "estética del maltrato" para definir la estrategia de acumulación de poder de Kirchner, muy celebrada por la progresía, pero deja entrever que esa modalidad sólo puede servir para entretener a la tribuna vernácula, mientras que en el plano internacional y de la diplomacia no tienen sustento las bravuconadas. Al igual que Elisa Carrió, define a la sociedad y a cierta prensa de tener actitudes infantiles, adolescentes. "Me parece muy bien que la gente tenga esperanzas, pero el periodista, el intelectual, el político, tienen que ponerse serios y no ayudar a construir una próxima desilusión", alerta.

-Pasó una semana complicada, de chisporroteos con Estados Unidos. ¿Creyó que se podía complicar feo el país?

-Es un tanto complejo ponerse crítico cuando hay un litigio de estas características. Soy muy crítico de las chiquilinadas del presidente de la República, lo que yo denomino la estética del maltrato o del aporreo público que cuando se lleva al plano internacional produce resultado letal. Creo que Kirchner debe tomarse un Valium, atemperarse. Al suceso aquí ya le trataron de bajar el tono y está bien. No creo finalmente que Estados Unidos rete a la Argentina o retire el interés en acordar. Pero, más allá de eso, las observaciones de Roger Noriega no deben sorprender a nadie; el problema de Cuba es recurrente, aunque me parece que la preocupación mayor es Bolivia, donde Argentina está jugando de una forma bastante bartolera.

-El apoyo a Cuba, de todas maneras, parece tener un sentido más testimonial.

-Son actos de adolescencia política que tanto gustan y más a una sociedad bastante adolescente. Mire, un gobierno que se basamenta en la defensa de los derechos humanos no puede banalizar los atropellos que se cometen en la isla. No se puede ser selectivo en la sensibilidad relativa a los derechos humanos. Acá la pregunta, por más que Estados Unidos politice el tema, es: ¿se violan o no los derechos humanos en Cuba? Eso es lo fundamental, dejando de lado otra equivocación más bien cholulesca de alguien a quien le tengo respeto y es un amigo de Rosario, el canciller Rafael Bielsa, de ponerse a escribir un poema o un acróstico a Fidel Castro. Y lo peor, contarlo. Contar que se le está escribiendo un poema a Castro me parece de un nivel de cholulismo del que perfectamente se podría prescindir. La cuestión Bolivia es un tanto más complicada y cuando el presidente estuvo en Santa Cruz de la Sierra trazó una antología de la equivocación y sumó al aislacionismo. ¡Habilitar mediáticamente que no le dio ni la hora a Aznar y que los retó al presidente uruguayo Batlle y a Enrique Iglesias del Banco Interamericano! Estos gestos en una sociedad adolescente puede dar transitoriamente frutos, pero llevado al plano internacional es una catástrofe.

-¿No cree que se cargó demasiada tinta con el desafío de Kirchner a Bush si se toma en cuenta que se produjo en un acto en La Matanza ante 5.000 personas?

-No me corra banalizando el problema. Acá lo que hay es una precariedad conceptual abrumadora. No hay justificación para esa salida boxística de la política internacional y después tratar de ver como se arregla y se le baja el tono. Estos muchachos podían tener un proyecto de poder para el 2007 pero el dedazo de Duhalde les tiró el poder por la cabeza muy pronto.

-¿Por que describe a la sociedad como adolescente? No se lo escuchó decir algo parecido en los 90.

-Es un problema muy profundo. Argentina tiene para mi dos problemas clave: que es de todo el país, es la provincia de Buenos Aires; esa provincia es como el Medio Oriente, un problema de Occidente. Y el otro, la existencia de liderazgos transitoriamente fuertes en instituciones muy débiles que se desarrollan según la pendularidad de afectos de la sociedad. Me parece muy bien que la gente tenga esperanzas, pero el periodista, el intelectual, el político, tienen que ponerse serios y no ayudar a construir una próxima desilusión. Y no andar retando por los medios: "Acá tenemos dignidad, al fin un presidente con coraje". Somos bastante adolescentes y resulta antipático decirle a la gente la verdad: estamos en un país quebrado; como Nación dejamos una legión de acreedores, estamos consolidando una sociedad garca y cultivamos una imagen de tipos que vivieron muchos años por encima de las posibilidades reales de su país.

-Bueno, pero parte de esta historia se escribió en los 90.

-Hoy la moda es la diabolización de los 90 y eso es una gilada conceptual en la que entran muchos beneficiarios de aquellos años, como el actual presidente Kirchner que ha sido junto con el ex gobernador Ramón Puerta presentado como ejemplo por el ex ministro Domingo Cavallo. Pero acá nadie resiste un archivo más o menos riguroso. Hay que ser un bonzo, como puede ser mi caso, para sostener que hay logros, transformaciones generadas en los 90 que no pueden ser tan fácilmente diezmadas con un palabrazo. Sino no entendemos nada. El tren del mundo pasó por una estación casi olvidada llamada Argentina en esos años; una década de crecimiento desperdiciado, una transformación inconclusa que le faltó el acompañamiento de una generación empresarial deseosa de construir las bases de un capitalismo en serio.

-¿A Reutemann lo ve con futuro todavía?

-Reutemann es una reserva. Mantengo cierta relación crítica con el PJ. Cuando digo que no me voy del peronismo porque no tengo a quien mandarle la renuncia le completo un cuadro de ficción. El país está mayoritariamente en poder de un partido que en la práctica no existe, que no tiene ni siquiera un lugar donde reunirse sin que a uno lo persigan para pagar las cuentas del teléfono. Y en esa especie de banco de suplentes está Reutemann. Duhalde dice que el partido "es una carcaza vacía" y sí, lo es, sobre todo por acción del propio Duhalde. Reutemann era el hombre; su rechazo, el no funcionamiento de De la Sota, la creencia de Solá de que lo querían sacar de la Gobernación, hizo que el dedazo de Duhalde, el dedazo de la impotencia política del peronismo bonaerense, tenga que ir al verdugo que ahora amenaza con cortarles la cabeza a todos aquellos que lo llevaron a ese 22 por ciento. Duhalde entregó el duhaldismo; Duhalde entregó directamente a líderes del peronismo a ungir a un candidato que ahora viene con una guadaña, y que confundió el dedazo arbitrario con una especie de segunda reivindicación generacional. Y ahí empieza el setentismo revolucionario, la imberbocracia que yo llamo, la reivindicación de aquellos que le dieron la espalda a Perón y hoy sienten la oportunidad de hacer la revolución confusa que tienen en la cabeza.

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"Duhalde entregó el duhaldismo para ungir a un candidato que viene con la guadaña", dijo.

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