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 domingo, 11 de enero de 2004

Asaltaron un comercio de teléfonos celulares en San Lorenzo al 1600
Baleado a quemarropa al resistir un robo en un negocio del centro
Un hombre de 34 años salvó de milagro su vida tras la agresión de dos jóvenes ladrones

El propietario de un negocio de venta de teléfonos celulares salvó de milagro su vida ayer tras ser baleado a quemarropa por un asaltante, en un hecho ocurrido en horas del mediodía, a pocas cuadras del microcentro de la ciudad.

El episodio se registró minutos después de las 13, en un local de San Lorenzo 1622 dedicado a la venta de teléfonos nuevos y usados e identificado con un letrero que dice "Celulares". El herido fue Marcelo Scopetta, de 34 años, quien recibió un disparo en el lado izquierdo del tórax, que quedó alojado en la clavícula.

Los ladrones escaparon luego a pie. Uno de ellos logró perderse de vista a pocas cuadras del lugar de los hechos mientras el otro tomó un colectivo, que fue seguido en moto por un primo de la víctima. La persecución, sin embargo, no dio resultado, ya que el delincuente logró descender del micro y escapar.

Según allegados a la víctima, los ladrones actuaron con conocimiento de la mercadería que tenían ante la vista y se llevaron unos cincuenta teléfonos celulares. En tanto, el herido fue asistido en el Hospital de Emergencias y salió de alta en horas de la tarde.

El robo de aparatos móviles, una modalidad delictiva frecuente en Rosario, alimenta un próspero mercado ilegal, donde los teléfonos son revendidos o bien utilizados para proveer repuestos.

Según indicaron voceros policiales, los ladrones ingresaron al negocio cuando se encontraban presentes Walter Romeo, de 34 años, primo de Scopetta y a cargo entonces de la atención del local, una joven de 20 años y un cliente identificado como Oscar Clavijo. Familiares de la víctima, en cambio, consignaron que "había cinco o seis personas en el negocio".


Forcejeo y disparo
Los ladrones tenían entre 25 y 30 años y aspecto insospechable. "Se mostraron tranquilos, frescos, lúcidos. No estaban bajo la influencia de nada raro. Y querían los celulares, sabían lo que se iban a llevar", dijo Darío Scopetta, hermano de Marcelo.

Uno de los delincuentes portaba un revólver que según fuentes extraoficiales era de calibre 38 y que para la policía habría sido de calibre 22. Lo cierto es que apoyó el caño del arma en la sien de Romeo, "y le sustrajo la billetera, dejándole el reloj, por pedido de la víctima".

Según los familiares, Romeo esbozó un gesto de resistencia y fue golpeado con un culatazo en la cara. Los ladrones obligaron a los presentes a tirarse al piso, abrieron dos bolsos y empezaron a recolectar los celulares expuestos a la venta.

"Se llevaron los más caros y los usados disponibles. Tuvieron cuidado de dejar los que eran nuevos, que no podían revenderlos. En total se llevaron unos cincuenta aparatos", apuntó Darío Scopetta. Entre los teléfonos se contaba el que tenía el cliente circunstancialmente presente.

En ese momento ingresó al local Marcelo Scopetta. "Intentó impedir el asalto e inició un forcejeo con el que tenía el arma. El delincuente gatilló el arma, pero la munición no salió. Salió entonces con el cómplice hacia la calle y cuando terminaba de traspasar la puerta disparó al bulto y lo alcanzó", dijo un vocero policial.

Los ladrones escaparon a pie por San Lorenzo, en dirección al microcentro. Romeo decidió seguirlos, mientras por sus propios medios Scopetta subió al auto de un amigo, que lo llevó al Hospital de Emergencias.

"Por San Lorenzo los ladrones fueron hasta Presidente Roca y por esa calle hasta Santa Fe. De allí siguieron, siempre a pie, hasta Italia. El primo de Scopetta los vio por última vez en la esquina de Rioja e Italia", agregó el vocero policial.

En ese punto los ladrones se separaron. Uno se perdió de vista, mientras el otro subió a un colectivo que avanzaba por Rioja. Romeo pidió ayuda en la estación de servicios ubicada en la esquina, desde donde se alertó a la policía. Un motociclista que se hallaba en el lugar se ofreció para seguir el colectivo que había abordado el delincuente.

Los perseguidores alcanzaron el colectivo en Rioja y Ovidio Lagos. El ladrón, indicaron los pasajeros, había descendido unas cuadras antes.

Un vocero de la comisaría 3ª, con jurisdicción en el lugar, consideró que los ladrones "fueron unos improvisados, porque llegaron y se fueron caminando, y tuvieron mucha suerte de que no los cruzara ningún móvil policial".

No obstante, familiares de Scopetta afirmaron que "hubo una persona rondando en días anterior, que aparecía por el negocio y se quedaba durante un tiempo" y que según presumen pudo haber realizado un trabajo de observación previa de los movimientos del local.

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La madre del comerciante herido, frente al lugar donde ocurrió el hecho.

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