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 domingo, 11 de enero de 2004

Los mejores violines son "hijos" del frío
Una moderna Era del Hielo que en Europa se manifestó entre 1645 y 1715, generó una madera insuperable

La superioridad del sonido de los violines que fueron construidos a finales del siglo XVII y principios del XVIII con respecto a otros más modernos, puede deberse al clima que imperó en Europa y en gran parte del mundo entre 1645 y 1715, de acuerdo a un estudio realizado por científicos estadounidenses.

Las teorías actuales sobre el fenómeno son diversas, e incluyen la particular habilidad de los constructores o el uso de técnicas secretas, como un barniz especial desconocido, el secado de la madera, el tiempo de almacenamiento o la utilización de materiales viejos, procedentes de estructuras históricas.

Los científicos Lloyd Burckle, del Lamont-Doherty Earth Observatory, de la Universidad de Columbia, y Henri Grissino-Mayer, del Laboratory of Tree Ring Science, de la Universidad de Tennessee, proponen otra hipótesis: un factor fundamental en la pérdida de la excelencia de los sonidos de los antiguos violines es el clima.

Para los investigadores, para explicar la calidad de los instrumentos de esta época hay que analizar el régimen climático que imperaba en Europa y quizá en buena parte del mundo entre los años 1645 y 1715, indica el informe presentado por la Universidad de Columbia, que será publicado en la revista Dendrochronologia.

Conocida como el Mínimo de Maunder, esta era se caracterizó por una notable escasez de manchas solares y por una reducción de la actividad del Sol.

Estos fenómenos influyeron para que se registrara un considerable declive en las temperaturas, que fue bautizado como Pequeña Edad del Hielo, un período de frío intenso que afectó sobre todo a Europa Occidental.

Los efectos del Mínimo de Maunder pueden verse claramente en los anillos de los troncos de los árboles que vivieron por esos años, por ejemplo, en los bosques de los Alpes europeos.

Los largos inviernos y fríos veranos durante este período de 70 años produjeron madera de lento y regular crecimiento (anillos estrechos), propiedades muy deseables para la producción de instrumentos sonoros de gran calidad.

Antonio Stradivari de Cremona, Italia, quizá el más famoso de los constructores de violines, nació precisamente un año antes del comienzo del Mínimo de Maunder.

Tanto él como otros fabricantes de la zona utilizaron la única madera disponible, la de los árboles que crecieron en ese período.

Los científicos Burckle y Grissino explicaron que la existencia de anillos estrechos en la madera incrementan la densidad del material y esta fortaleza se reprodujo en los violines construidos con esos árboles.

Según los investigadores, el comienzo del Mínimo de Maunder coincidió además con el cenit de las habilidades de los constructores de violines de Cremona, lo cual aportó un mejor tono y brillo a los instrumentos.

Actualmente no existen las mismas condiciones climáticas, ni las temperaturas extremas de aquella época, la madera empleada para hacer violines por lo tanto ya no tiene las características que incidieron en el sonido arrancado a sus cuerdas. (Télam)

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Un violín de Stradivari, quien nació un año antes del inicio del Mínimo de Maunder.

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