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 domingo, 11 de enero de 2004

Un monasterio dentro de una prisión sueca obra milagros entre los reos

Kari Lundback

Unas cortinas rojas ondean desde el techo, las velas parpadean frente al altar y los cánticos suenan delicadamente: es fácil olvidar que el escenario es una prisión de alta seguridad en Suecia y los hombres que meditan son duros convictos.

La prisión de Kumla, situada 200 kilómetros al oeste de Estocolmo, realiza un proyecto único donde los presos que cumplen largas condenas pueden optar a un retiro contemplativo en un ala de la prisión convertida en un monasterio.

El proyecto, iniciado por el servicio de prisiones y libertad condicional de Suecia, está basado en las enseñanzas de San Ignacio de Loyola, que fundó la orden jesuita en el siglo XVI. Los ejercicios espirituales de Loyola han inspirado los principios básicos de los programas de asociaciones como Alcohólicos Anónimos.

"Es como un proceso de limpieza que tiene como meta el tomar conciencia de lo que se codicia. Sólo entonces puedes dejar atrás ese tipo de cosas", dijo el encargado del proyecto, el padre Truls Bernhold.

La Biblia se utiliza frecuentemente, pero el objetivo no es difundir el cristianismo. Tres musulmanes asistieron a un retiro de tres días.

Francisco Severino, de 50 años, lleva nueve años entre rejas, sentenciado a cadena perpetua por asesinato. Nacido en Uruguay, se trasladó a Suecia en 1982 y se convirtió en miembro de una banda. Decidió cambiar su vida cuando estaba en prisión y tomó parte en el primer retiro del monasterio. Ahora es miembro de la orden franciscana y organiza retiros para otros presos.

"No puedo cambiar lo que pasó o el crimen que cometí. Lo que puedo cambiar es a mí mismo y convertirme en una mejor persona", dijo.


Lágrimas escondidas
En el monasterio, Severino sirve café y pastel de la casa. pequeños detalles se añaden a la atmósfera. La iluminación es tenue. Todos los presos son llamados por su nombre de pila.

El padre Truls sabe que un retiro no cambiará automáticamente las mentes de los hombres que han cometido violentos crímenes.

"El monasterio es sólo el principio de un proceso. Cuando llevas 15 años de tu vida en el infierno, tus problemas no se resolverán en un mes", dijo.

Hay alrededor de 4.000 personas en las prisiones suecas y desde que el proyecto comenzó en el 2001, cerca de 150 convictos han visitado el monasterio quedándose de uno a treinta días.

Los retiros para el próximo año están ya reservados y cuando los prisioneros regresan a los pabellones piden más actividades de este tipo. Ello ha impulsado a Severino a comenzar los llamados "sábados tranquilos", donde presos religiosos y no creyentes se juntan para hablar.


La esperanza de Severino
Después de 10 años en prisión, un condenado a cadena perpetua puede solicitar el perdón, fijando la extensión de la sentencia a 15 años. Severino, padre de un niño de ocho años, dijo que no sabía cuándo obtendría la libertad pero que esperaba continuar con el proyecto fuera de la cárcel.

Con el sistema de bienestar sueco, en un tiempo considerado un modelo, ahora luchando para mantener su alto estándar de servicios sociales, algunos críticos dicen que los prisioneros comen mejor que los pensionados.

El año pasado, el ex presidente serbio Biljana Plavsic comenzó una sentencia de 11 años de prisión en Suecia, tras ser declarado culpable de crímenes de guerra. La decisión de escoger una prisión sueca enojó a algunos que dijeron que las condiciones eran demasiado lujosas.

La política sobre el crimen en Suecia está basada en la idea de que el ser denegada la libertad es castigo suficiente y que las prisiones son responsables de ayudar a los presos a encontrar una mejor vida tras ser dejados en libertad.

El padre Truls y Severino esperan tener pabellones especiales para aquellos que han estado en el programa. Esto, combinado con una casa para que los ex prisioneros la visiten después de su liberación, podría reducir significativamente el riesgo de una recaída, creen.

El padre Truls dijo que todavía está asombrado por el proyecto. "Lo veo como un milagro que el servicio de prisiones construya un monasterio en uno de los países más laicos del mundo". (Reuters)

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