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 domingo, 11 de enero de 2004

El actor habló en exclusiva con Escenario de su nuevo trabajo de cantante
Laport: "Soy de tirarme a la pileta, con y sin agua"
Confesó estar cansado de la televisión y dijo que "Soy gitano" se alargó innecesariamente

Rodolfo Montes / La Capital

Osvaldo Laport transita el último tramo de su personaje Amador Heredia en la tira "Soy gitano", el éxito de Pol-ka que incendió la pantalla televisiva a puro rating, pasiones desenfrenadas y sangre gitana. Está apurado por terminar el ciclo y pide a gritos vacaciones. Para febrero, cuando "Soy gitano", haya emitido su último capítulo, Laport encarará un arriesgado cambio de rubro: Va a trabajar de cantante.

Por ahora no hay ningún disco editado, pero Osvaldo Laport ya anda de gira -actuó en Posadas y en Santa Rosa La Pampa- cantando sus temas clásicos. "Es para foguearme, para que me cacheteen, así me despierto y me pongo en marcha", le contó a Escenario en una charla en su camarín ambulante, una casa rodante muy equipada que estaciona por donde sea que se filmen las escenas.

"Ya empecé a sentir orgasmos arriba del escenario", exageró, pensando en la pasión con que tomará su nuevo oficio artístico.

Laport promete dar una sorpresa, y lanzarse acompañado de un equipo de músicos de primera línea. Dice que cantando será él, como siempre. Que estará en juego la aspereza de su voz y el deseo de devolverle a la gente "todo lo que me dio". Laport canta, por ahora, un popurrí de canciones clásicas. Boleros, tangos y candombe. Mientras tanto, le están escribiendo temas originales el Paz Martínez y Mario Clavel.

-¿Cuál será tu estilo?

-Voy a cantar de acuerdo a quién soy. Obviamente, no puedo salir a cantar canciones de rock.

-¿Cómo se te ocurrió volcarte a otro rubro justo cuando estás capitalizando un enorme suceso como "Soy gitano"?

-Soy de tirarme a la pileta, con y sin agua. Me gusta asumir riesgos, lo disfruto. De lo contrario me aburriría. La música y el canto no son capricho, ni siquiera una pasión oculta. La vengo trabajando desde la misma época en que yo empecé a estudiar teatro, en 1976. Mi filosofía es dejar fluir las cosas libremente, y el canto fluyó ahora, espontáneamente.

-Debe ser difícil resignar posiciones tan encumbradas en la televisión.

-Una mañana me quedé en casa jugando con mi hija en el jardín, hasta casi el mediodía. En Pol-ka se habían equivocado (risas) y nos citaron tarde. Y de pronto me ocurrió un click, descubrí que quería parar por un tiempo, porque ya no quiero pasar todo el día fuera de mi casa. Si bien soy un padre y un marido presente, ahora quiero tener más tiempo para mí.

-¿Surgió el deseo y tomaste la decisión así, de golpe?

-Fue muy loco, lo decidí esa mañana. Porque incluso ya estaba dialogando con Marcelo Tinelli por un lado, y tenía una oferta muy importante para un proyecto en Chile, que me llenaba de orgullo.

-¿Venís de una sucesión de tiras en televisión, no temés terminar extrañando o bien perdiendo de ganar buen dinero?

-Desde 1995 que no me tomo vacaciones. Y es porque lo elegí así. A mí me llaman, me cuentan un proyecto y yo me entusiasmo y digo que sí. Tengo gran constricción al trabajo. Pero esta vez decidí parar con la tele, y va en serio.

-¿Cómo vez ahora "Soy gitano", con año transcurrido?

-Fue algo enorme. Cuando empezó "Soy gitano" hubo tensiones. Algunos gitanos sintieron que sus vidas no estaban reflejadas en la novela. No se entendió que la ficción se permite cualquier desarrollo, y que no se iba a respetar ninguna estructura de la vida real de los gitanos. Una mañana de lluvia fui a un shopping de Pilar a cenar con mi mujer. Y me encontré con un grupo de gitanos. Uno me gritó "Laport, estamos muy enojados contigo, están haciendo una fantochada que no tiene nada que ver con los gitanos". "Ustedes son inteligentes -les contesté- y sabrán entender que este no es un documental sobre la vida de los gitanos". Después de ese cruce, charlamos y terminamos en muy buenas relaciones.

-La tira sigue este mes, ¿hubieras preferido terminar ahora?

-Vamos hasta el 23 de enero con las grabaciones, y me parece mucho. No me gusta que las historias terminen en una agonía, estiradas por demás. Es una estrategia de la industria de la televisión, destinada a juntar el final de un producto con el inicio del otro. Es un modo que tienen los canales y las productoras de cuidar su patrimonio; el problema es que de ese modo no cuidamos el patrimonio de los actores, que somos nosotros mismos.

-¿Es la zona donde los intereses de la industria y el de los actores no se complementan?

-Somos maduros, adultos: podemos tener una opinión distinta. Y vale expresarla. De todos modos, "Soy gitano" va a estar realizado hasta el último capítulo con el mayor profesionalismo. Justamente porque trabajamos en comunión pudimos tener al aire un programa muy exitoso.

-¿"Soy gitano" fue la tira que mejor entendió el giro del costumbrismo hacia cosas más fuertes, jugadas y locas?

-"Soy gitano" hizo un viraje muy fuerte con respecto a las propuestas costumbristas que dominaron las tiras de televisión en las temporadas anteriores. Yo creo que la gente se cansó que le cuenten historias digamos "reales", al estilo "Campeones" y se volcó muy fuerte a una propuesta de ficción-ficción como "Soy gitano". Los autores fueron clave. Cuando tomábamos los libros muchas veces no podíamos creer el desarrollo argumental de la tira, creo que se recurrió a todo, con total libertad y muy por afuera de los límites de lo supuestamente verosímil.

-¿Cómo te resultó cargar el enorme éxito de la tira?

-No creo en el éxito y tampoco en el fracaso que marcan las planillas de rating, ni en los intereses de las empresas. Mi preocupación es el termómetro de la calle y ahí nunca tuve percepción de fracaso.

-¿Te molestan las lecturas sin matices, de éxito o fracaso?

-Cuando hice "Franco Buenaventura" por Telefé, fui víctima de una trama de coimas y corrupción de un sector de la prensa, donde interesadamente hablaban de la caída de un imperio -por Telefé- y el fracaso de Osvaldo Laport. La delincuencia no está sólo en la calle, está en todos los rubros, incluida la televisión. Otra claro ejemplo fue la tira "Malandras", con Damián de Santo por Canal 9, que terminaron levantando. Era un producto del carajo, que por esas cosas de la industria terminó fuera del aire. Y fue una injusticia.

-¿Sos desconfiado de los que te palmean la espalda a hora de los éxitos?

-Cuando las empresas me hablan de un gran éxito yo les digo que está bien, pero no me la creo. Yo mido en la calle y con la gente, que es donde mejor funciona mi propia encuesta. Una sonrisa espontánea en la vereda, de una mujer o de un hombre que disfrutan de mis personajes, me acerca más a la idea de éxito que una planilla donde hablan de 30 puntos de audiencia.

-¿Cómo te arreglás para sostener la tensión de la popularidad?

-Yo voy al frente con el personaje, esa es mi entrega y mi pelea. Y desde ahí estoy protegido de las presiones del éxito, sencillamente porque no lo vivo como tal. Mi única preocupación es poder sacar al personaje adelante de la mejor manera posible, y pensando siempre en la gente.

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Laport dijo que por ahora no hay disco editado pero que anda de gira.

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