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 domingo, 26 de octubre de 2003

Adolescentes de hoy
Margulis: "Se arriesga el futuro con miles de jóvenes sin trabajo ni educación"
El sociólogo habla de los nuevos modos de relación y lenguaje de los chicos de este nuevo milenio

"No creo que esta adolescencia sea peor que las anteriores. Pero en la medida en que haya cientos de miles de jóvenes sin estudiar ni trabajar en el país sin dudas estaremos arriesgando el futuro". Quien sostiene este concepto es el sociólogo, investigador y ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Mario Margulis, quien junto a estudiantes y graduados trabaja desde hace diez años la problemática de la juventud. Su último libro, "Juventud, cultura, sexualidad" (Editorial Biblos) investiga los nuevos modos de relación en los jóvenes de sectores medios y populares: sus estrategias de acercamiento, lenguaje, restricciones, y su idea de amor y sexualidad.

A los 71 años y a riesgo de que alguien piense que padece alguna patología, Margulis aseguró que aún es adolescente. "Es una etapa que nunca se supera -se ríe-, sólo se reprime".

-Sida, sexualidad y computación son parte de la vida cotidiana de los adolescentes de este siglo. ¿Cómo influyen en su perfil y en sus formas de relacionarse?

-El sida, por ejemplo, no se vive igual en los sectores medios que en los más pobres. Es que el cuerpo no se vive igual. En los sectores medios el cuerpo se produce, adelgaza y se estiliza. Las chicas suelen ir al médico para que las asesoren sobre anticoncepción, y si quedan embarazadas se practican abortos con un profesional. En los sectores populares el cuerpo es destino, fatalidad: poco se puede hacer con él frente a enfermedades o un embarazo no deseado. Con el sida pasa lo mismo. La prevención es escasa en ambos sectores, pero en los populares es aún menor.

-Y con la computadora, ¿qué pasa?

-Es verdad que los cyber están llenos de jóvenes de todos los sectores sociales que juegan, chatean y hasta se enamoran a través de la red. Pero no es un nuevo tipo de relación la que se genera, sino de acercamiento, una nueva manera de reclutar a novios, amigos y amantes. Una aproximación sin cuerpo presente, virtual, que permite una serie de enmascaramientos, incluso fingir el sexo hasta que se llega al cara a cara. Permite una exposición y compromiso menor de las emociones, no olvidemos que entre los adolescentes el miedo al rechazo es muy fuerte, y la imagen no es un dato menor.

-¿Los adolescentes siguen apostando a la pareja a pesar de que hayan cambiado los modelos de familia?

-Los modelos han ido cambiando y lo hacen día a día, pero las jóvenes relaciones tienen todos los ingredientes del antiguo amor. Aunque carezcan de proyectos de unión eterna; no es puro sexo ocasional desprovisto de ternura y afectividad. No olvidemos que dentro de cada chico están los padres y el pasado.

-¿Por qué los jóvenes se permiten ahora tener relaciones sexuales en casa de sus padres?

-Porque la sexualidad está menos reprimida, a pesar de que muchos padres se resisten a ver que "la nena ha crecido". Pero en verdad, muchos no lo ven ya como algo escandaloso y se sienten más seguros con los hijos en casa, temen que anden en ambientes promiscuos, por el sida y otras cosas. Hay más permisividad y también más transparencia.

-Son muchos los cambios de los adolescentes, pero hay una vieja característica que sigue en pie: el machismo.

-Es cierto, menos que antes, pero los cambios culturales aún no han llegado a desterrar el machismo. Los varones deben seguir teniendo la iniciativa. La vieja diferenciación entre chicas buenas y ligeras sigue en pie, y los muchachos se siguen iniciando sexualmente antes que las mujeres.

-¿Son más precoces en el sexo?

-Es relativo el término de precocidad porque están biológicamente aptos, pero emocionalmente no están preparados. Si uno compara tan sólo cómo son los adolescentes de ahora y cómo eran los de cinco años atrás nota cambios. Sin dudas los chicos de hoy van en el mismo camino que nuestras abuelas en cuanto a la iniciación. Ellas se casaban a los quince.

-En su libro se habla de los boliches como un lugar controvertido de encuentro. Pero los adultos se escandalizan al ver que allí no se conectan: bailan solos, apenas hablan.

-Es cierto que hay mucho narcisismo, "mirame y no me toques", música con un volumen que no permite comunicarse verbalmente. Pero hay contacto y juegos, la relación por excelencia es la transa, un encuentro pasajero donde prima el disfrute del presente, y no se pretende consolidar ningún lazo más allá de ese momento.

-La cerveza, las zapatillas de marca y la manera de llamarse "boludo" entre sus pares parecen el común denominador de todas las clases sociales...

-Las zapatillas, que no eran bien vistas en otros tiempos y que hoy son un signo de distinción, y la cerveza son dos productos que tienen detrás un aparato propagandístico muy fuerte. Y en cuanto al "boludo" habla un poco de la pobreza del lenguaje, porque en realidad el insulto tiene una función social, y aquí se malversa, se usa como pronombre. Antes era "flaco", "loco" o "chavón". Acá también las chicas llevan las de perder; escandaliza más escuchar esta palabra o verlas beber en cantidad a ellas que a los varones.

-¿Por qué retrasan la ida de la casa paterna?

-Esto tiene que ver con otro empobrecimiento, el de la sociedad. Hace 30 años un chico estudiaba, a los 20 ganaba dinero y lo primero que quería hacer era vivir solo. Hoy es muy difícil y esto se liga con la prolongación de la juventud y los estudios y con el retardo de la maternidad en los sectores medios.

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Margulis habló de las relaciones de hoy y de ayer.

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