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 domingo, 31 de agosto de 2003

Sexualidad: Cuando falta el deseo

Ante una situación de crisis, ya sea personal, familiar o de otras características "es común y diría casi habitual que las personas renuncien a la comunicación sexual", explica el médico psicoanalista, León Gindin, sexólogo de la Federación Latinoamericana de Sociedades de Sexología y Educación Sexual y fundador de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana y del Centro de Educación, Terapia e Investigación en Sexualidad (Cetis).

Gindin trabaja como investigador de los trastornos sexuales acontecidos en las diferentes crisis del país y recuerda que durante la guerra de las Malvinas los pacientes sufrían de eyaculación precoz, impotencia y falta de orgasmo, entre otros problemas. "El común denominador en todas las personas era la ausencia de deseo sexual", recuerda.

La crisis genera angustia y esta provoca un retraimiento de la situación sexual. "Las personas se meten para adentro y anulan todo tipo de actividad", comenta el especialista. "Además, sentir deseos en momentos drásticos, genera culpa en las personas. Cómo es posible tener ganas de hacer el amor cuando hay guerra en el país, un familiar murió o no se puede levantar la hipoteca de la casa -explica el sexólogo-. En estas ocasiones parecería obligatorio anular todas las acciones vinculadas con el sexo".

Sin embargo, el problema no radicaría en los trastornos sexuales que genera la crisis sino en las consecuencias. Después de que todo se ha resuelto, los inconvenientes sexuales continúan. Las personas se acostumbran a una determinada actividad, por ejemplo, si la pareja se acostumbró a tener sexo en forma irregular, no se despojan de ese hábito después del inconveniente sino que lo transforman en rutina.

"Aunque en tiempos de crisis se incrementan las consultas, siempre vinieron mucho más hombres que mujeres. Recién ahora se ven mujeres y jóvenes, que era inusual. Es bueno que los jóvenes no quieran privarse del placer sexual y busquen ayuda", agrega el especialista.

El problema más frecuente en los momentos de crisis es básicamente la declinación del deseo. Le siguen las fobias y los miedos. Los tratamientos sexológicos, en general, son breves y de buenos resultados. La única dificultad es la huida. Al hombre, principalmente, le cuesta aceptar que necesita ayuda para tener relaciones sexuales.

Una de las crisis que más afecta las relaciones es la lucha por el poder. Se genera una desvalorización del otro o de uno mismo. "Es muy común cuando el hombre fue criado bajo estructuras rígidas y en el matrimonio no puede trasladar ese modelo. Es muy simple verlo cuando, por ejemplo, la mujer gana más dinero. En estos casos vienen los dos, hay un trabajo de reestructuración de actitudes y de recomposición del vínculo a través de ejercicios", apunta Gindin.

Sin embargo, muchas veces los pacientes no saben que existe un conflicto, sólo acuden por un problema sexual en particular, y luego, tras la indagación del profesional se puede descubrir que se instaló una crisis. "Las parejas tratan de solucionar sus problemas, sólo que les resulta muy difícil ser actor y espectador de su propia obra".

Hoy se observa un aumento de los trastornos sexuales. Dos factores son los causantes de este incremento: por un lado se dispone de mayor información que sirve como guía para orientar al paciente, y por otro, la medicina y la psicología han encontrado soluciones a numerosos problemas y esto hace que las personas consulten más.

Uno de los principales promotores de noticias es Internet. Por lo general, antes de ir a las consultas, los pacientes ya han reunido gran información sobre lo que les pasa. Más allá de que la información sea buena o mala, las noticias abren dudas, habilitan a las consultas y, principalmente, brindan la posibilidad de elección.

Las nuevas tecnologías permiten eludir el famoso problema de esto no se habla que padecieron las generaciones anteriores. Las mujeres inevitablemente, tenían que aprender de su compañero. Y si él tenía ideas preconcebidas, su pareja sólo podía someterse a ellas.


Cambia, todo cambia
La medicina también trajo beneficios importantes. Antes de 1960 se pensaba que todos los problemas sexuales eran psicológicos. Pero, luego surgió la metodología diagnóstica médica, principalmente en problemas de sexualidad masculina, que permite, en la actualidad, conocer si el problema es orgánico o psicológico y abordar el trastorno con mayor precisión.

El gran impacto del •99 fue la aparición del sildenafil, droga que ayuda a combatir el problema de la disfunción eréctil y que le dio un giro al abordaje de la mayoría de los trastornos sexuales. Resuelve el problema de un tratamiento largo y apunta directamente a la solución del conflicto. Esto no quiere decir que la persona no deba realizar psicoterapia sexual. El beneficio de la droga es que permite abordar el problema desde el éxito y no desde el fracaso.

Las metodologías diagnósticas permitieron conocer apoyaturas para distintos problemas sexuales. Y en los últimos tiempos fue posible abaratar los costos y abreviar el tiempo de los tratamientos.


Genitalidad femenina
Durante mucho tiempo se habló de la sexualidad de la mujer y no de su genitalidad. El lanzamiento del libro "La nueva sexualidad de la mujer", del doctor León Gindin, coloca el acento en este punto.

"Uno de los aspectos en el que hago hincapié es que se reconozca al clítoris como el órgano genital femenino equivalente al pene del varón, y de esta manera tratar de erradicar la confusión de las personas que creen que la vagina es el elemento del placer", dice su autor.

El libro también busca ayudar a la mujer en su liberación sexual. "Ella tiene que saber que tiene un órgano, el clítoris, para disfrutar y gozar. Que determinadas posiciones dan más placer y que determinados estímulos ayudan".

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Las personas renuncian a la comunicación sexual.

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