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 domingo, 31 de agosto de 2003

Clonados. Hay locales y puestos que venden desde zapatillas hasta juguetes
El mercado de los productos truchos invade toda la ciudad
Se consigue de todo y a precios sustancialmente menores. Algunas copias llegan a ser exactas

Pablo R. Procopio / La Capital

Falso, apócrifo, ilegal, trucho. Sí, trucho. Este argentinismo define con precisión milimétrica al comercio de productos de los más diversos rubros que se instaló con fuerza a lo largo de toda la ciudad. Zapatillas, anteojos, remeras, camisas, juguetes, CDs, casetes, medias, bijouterie, cosméticos y relojes de primeras marcas tienen clones en todo Rosario a precios en algunos casos seis veces menores que idénticos objetos pero originales. Se trata de copias casi fieles que se venden en el mercado ilegal a la vista de todos (clientes y autoridades). Así, muchos pueden calzarse zapatillas (truchas) de renombre internacional varias veces más baratas que las reales.

¿Por qué pagar más si la apariencia es la misma?, podría preguntar un ocasional adquirente de una campera de polar Puma que le costó en un local de la avenida Alberdi 25 pesos cuando, si fuera auténtica, estaría alrededor de los 90.

Y así ocurre con tantas otras cosas: un pantalón This Week de 70 pesos se consigue a 15 en su versión falsa; los CDs se venden a dos por 10 cuando los originales no bajan de 22 cada uno; una camisa Polo de mentira se puede lucir por 35 pesos, en vez de gastar los 120 que sale una de verdad. ¿Quiere más? Una aparente mochila Nike se compra por 25 pesos para no pagar los 80 de una legítima; un pantalón de gimnasia Adidas trucho vale 15 pesos, cuando el real se paga 60; por 25 pesos se puede conseguir una chomba Lacoste de imitación, que por derecha se paga 90 pesos. Y ni hablar de los anteojos. Se puede cancherear con un par de unos que dicen Ray Ban y no lo son por 20 pesos; claro, si se va por los verdaderos habrá que oblar entre 120 y 200. Lo mismo para los Motor Oil: 20 pesos contra 100.

La venta ambulante es la que más ofrece esta mercadería. Cientos de puestos diseminados en la ciudad desafían el pago de impuestos, servicios, alquileres, licencias (ver aparte) y exhiben desde la versión gemela del muñeco de Piñón Fijo hasta las copias de cualquier película infantil.

Se calcula que en la ciudad hay cerca de 500 vendedores ambulantes de estos elementos, que circulan por la peatonal Córdoba, el microcentro y barrios como Echesortu, Empalme Graneros y la zona de San Martín al 5000.

Los stands se pueden instalar los martes, miércoles y jueves en la plaza Pringles confundiéndose con los que ofrecen artesanías. Los viernes y sábados se ubican en la peatonal entre Corrientes y Paraguay. Ylos domingos invaden sobre todo el parque Independencia y un sector aledaño al Mercado de Pulgas frente al Monumento a la Bandera tratando de no mezclarse con esos puesteros que no los quieren ver "ni en figuritas", tal cual dijo una vendedora de réplicas del dinosaurio Barney. Este juguete se ofrece en la calle a 10 pesos cuando en las jugueterías está a 30. Los revendedores lo adquieren a 3 pesos al por mayor en La Salada, provincia de Buenos Aires (ver página 15).

Según una estadística de la Dirección de Control Urbano de la Municipalidad, solamente en el macrocentro de Rosario trabajan 110 puesteros ambulantes, y el 60 por ciento de ellos está sobre San Luis.

El parque Independencia se convierte el domingo en una sucursal de Ciudad del Este, Paraguay: allí confluyen los puesteros que van ese día y los que exhiben durante la semana sus productos en otras partes de la ciudad. Cientos de stands se instalan sobre Oroño, y entre ellos 200 son sólo de ropa. En la cuadra donde está el parque de diversiones se tienden 20 mesas que sirven de muestrarios de mercadería ilegal.

No obstante, el mercado de lo irregular también se trasladó al interior de locales aparentemente bien constituidos. La muestra más evidente se da en la calle San Luis y en la avenida Alberdi, aunque es vox populi que en Rosario se ocultan verdaderos galpones repletos de mercadería falsificada.

En general, los propietarios de este tipo de comercios en locales también tienen empleados que venden en la vía pública y cobran un porcentaje.

El caso de la ropa es el más evidente. La diferencia de precio permite saber claramente qué objetos son originales y cuáles no. En una recorrida que realizó La Capital por locales del centro y de la avenida Alberdi se pudo comprobar que las zapatillas Nike truchas cuestan 35 pesos, las Puma 29 y las clásicas Topper de tenis blancas, 15; cuando las legítimas Nike salen entre 130 y 400; las Puma, alrededor de 120, y las Topper, 46.

Otras marcas que tienen sus clones son Lacoste, Asics, Fila, Reebok y O'Neill. Pero, ¿cómo evitar que una señora interesada en regalarle a una amiga un reloj pulsera o un par de anteojos de renombre se incline por lo más barato?

La situación de venta irregular llega a tal punto que en los mismos negocios legales puede hallarse mercadería dudosa. Allí, subrayan que "lo trucho tiene diferentes niveles de imitación; hay cosas que se nota que son falsas, pero ciertos artículos copian las etiquetas y las cajas con exactitud extrema", relataron a La Capital.



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El mercado trucho ya se expone en las vidrieras.

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