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 domingo, 24 de agosto de 2003

Tuvo otra vez el punch de tiempos cercanos

Gustavo Conti / La Capital

La cosecha en lo que va del torneo Apertura no ha sido todo lo buena que todo el pueblo canalla hubiera querido, pero tampoco se escapa a la lógica de lo esperable. Guste o no, este equipo es distinto al que terminó el campeonato pasado y necesita de un tiempo de maduración. Y desde esta perspectiva, el partido del viernes en Avellaneda representó un paso adelante en esa dirección, toda vez que Miguel Angel Russo parece ir dando en el clavo con la elección de la dupla de ataque, que por ahora no incluye a los pibes que vienen desde las inferiores.

Si bien hay que decir que se abrieron algunas grietas en la estructura defensiva que habrá que atender, hacia adelante Russo va en proceso de encontrar las soluciones a los problemas inmensos que le dejó la partida de la dupla Delgado-Figueroa.

Sí, no se enoje Russo por volver a mencionarlos. Sin partir de ellos no se podría enfocar correctamente el problema que apareció desde el arranque del torneo, con la incógnita de lo que podían producir Herrera y Poy, la opción de Cámpora que no terminó de convencerlo y la del mismo Belloso, toda una incógnita sobre el verdadero nivel que podría alcanzar. A esa altura había que agregarle la incertidumbre sobre la llegada de Claudio González, que encima no tuvo trabajo de pretemporada (si bien no fue de base como la de inicio de año) ni con el grupo.

Pero la insinuación observada ante Chacarita empezó a cobrar visos de realidad posible de perpetuarse luego de la noche de Avellaneda. Belloso corriendo a todos y sin atorarse para no desperdiciar un buen centro, y el Yerbatero listo para usufructuarlo. Se encontraron más de una vez creando peligro cierto y si esta sociedad se afianza, Russo puede quedarse más tranquilo porque al fin habrá encontrado a sus hombres de punta.

No es la panacea, no está todo dicho, pero es como que Central encontró una luz al final del camino, que puede enfocar mejor en cuanto Ezequiel González se haga más protagonista, o si los laterales terminan sus buenas proyecciones más convencidos, en especial Papa, quien cuando le cedió el pase gol al Mellizo para el empate, se fue festejando solo mirando al cielo, como descargando la bronca porque siempre a él se le pide más. Y es bueno que haya podido.

Defensivamente, los volantes se complicaron demasiado en la salida y los centrales no tiraron bien el off side, por lo cual Racing les llegó cara a cara con Gaona. Ni Carbonari ni Talamonti ofrecieron esta vez la suficiencia que se les observó en otros encuentros pero seguramente con el trabajo semanal lo pueden corregir.

Central entregó en Avellaneda una faceta mejorada, en especial en el segundo tiempo. Tuvo "punch" y cuando empató emergió además la personalidad de tiempos no muy lejanos, hasta que falló en la última pelota. Más allá de ese lógico dolor y de que seguramente todo le costará más que en el último torneo, el equipo volvió a aparecer por momentos al son de la recuperación de la potencia ofensiva. Vale para crecer.

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