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 sábado, 23 de agosto de 2003

Se llevaron instrumental médico valuado en 50 mil pesos
Alevoso robo en un laboratorio vecino de la comisaría 7ª
Un grupo de delincuentes ingresó por la noche y se llevó valiosos equipos haciendo alarde de impunidad

Los ladrones que vaciaron un laboratorio de diagnóstico animal de Iriondo al 400 tienen en sus manos instrumental que difícilmente puedan revender a excepción de que hayan trabajado por encargo, como presumen sus dueños. Sólo uno de los cuatro microscopios importados que se llevaron tras forzar una reja del establecimiento es un artefacto exclusivo del que sólo existen otros dos en todo el país. Entre equipos, una computadora y un microondas los delincuentes robaron bienes por 50 mil pesos. La tarea no parece haberles resultado extenuante: tomaron mate, fumaron, se cuidaron de no dañar macetas ni floreros y no tomaron precauciones para evitar dejar rastros. Marcas de zapatillas embarradas y la impresión de la palma de una mano sobre una pared quedaron como testimonio de que los intrusos trabajaron sin nada que temer, pese a que estaban a una cuadra de la comisaría 7ª.

El despojo implicó un retroceso de quince años para los tres socios de Lasa, el Laboratorio de Salud Animal de Iriondo 415 que fue asaltado antes del amanecer del viernes. Ese tiempo necesitaron los veterinarios Hernán Molteni, Liliana Marc y Catalina Gualtieri para proveer al local de los insumos tecnológicos que los ladrones se llevaron en minutos.

El laboratorio trabaja con material que derivan veterinarios y con productores que solicitan el control de su hacienda. Además tiene un convenio con el Senasa en el marco del plan nacional de control de brucelosis.

El robo fue descubierto a las 8.45 de ayer por Gualtieri, la primera en llegar al local. La reja blanca de hierro forjado que cubre la ventana del frente había sido cortada y doblada hasta formar un pequeño hueco por el que, según presume la mujer, habría ingresado alguien de contextura pequeña. La veterinaria espió por el ventiluz de la puerta y confirmó sus sospechas: el rincón de la computadora estaba vacío.

Gualtieri intentó abrir la puerta pero la llave quedó atrapada en la cerradura que, como comprobaría más tarde, había sido forzada con una barreta con la que también despegaron el marco de chapa adosado a la pared.

"No sabemos si fue un trabajo por encargo o entraron a buscar la computadora y de paso se llevaron todo lo demás", analizó con desconsuelo la mujer. Una posibilidad que refuerza la segunda hipótesis es que los maleantes hayan encontrado un remito sobre el escritorio, en el que constaba el precio de uno de los microscopios que habían recibido a prueba el día anterior: 890 dólares.

Los veterinarios presumen que, al advertir que se trataba de equipos costosos, los adosaron a su botín sin saber que les resultaría "muy difícil" encontrarles un comprador. Los delincuentes se alzaron con una computadora Pentium con impresora, un fax, un microondas, una balanza electrónica, un timer (reloj que marca la finalización de los trabajos) y cuatro microscopios. Uno, de diagnóstico por inmunofluorescencia de la firma alemana Bauschilamb, cuesta 10 mil dólares. Otro era un Olimpus con campo oscuro de 4 mil dólares y el restante un microscopio óptico común de 500 dólares, además del consignado en el remito.

Los equipos constituían la materia prima del local y, sin ellos, ayer sus dueños se vieron impedidos de trabajar. Se trate o no de un trabajo a pedido, lo cierto es que los ladrones se tomaron su tiempo y no sintieron miedo a ser descubiertos, aunque estaban a cien metros de la comisaría 7ª. Prueba de ello es que mientras vaciaban el lugar prepararon mate en una cocinita del fondo. Dejaron la hornalla prendida y marcas de manos en la pared de la oficina principal. También había pisadas con barro sobre el escritorio.

Los propietarios de Lasa no advirtieron un gran desorden ni signos de que los intrusos hayan revuelto muebles y cajones. De hecho, no se llevaron los casi 50 pesos en efectivo que había en un sobre. Y para desmontar la computadora actuaron con calma, sin dañar floreros ni adornos.

Por la tarde los socios denunciaron el robo en la comisaría 7ª. Los policías pudieron obtener huellas dactilares aunque eso no aportará mucho: la Unidad Regional II carece de un sistema de identificación de huellas digitales.

El robo tuvo una mecánica similar al que tres meses atrás dejó vacío el Colegio de Profesionales en Enfermería, ubicado al lado, cuando ladrones que ingresaron por el fondo se hicieron tiempo hasta de comer pizza en el lugar. Para los veterinarios, la fatalidad fue doble: ya habían contratado un sistema de alarmas, pero restaba su instalación, y habían resuelto comprar ayer mismo una grabadora de CD para preservar la información que se fue en la PC robada.

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"En minutos nos quitaron años de trabajo", dijeron

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