Año CXXXVI Nº 49942
Política
Economía
La Ciudad
La Región
Información Gral
El Mundo
Escenario
Opinión
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Educación
Campo


suplementos
ediciones anteriores
Salud 20/08
Autos 20/08
Turismo 17/08
Mujer 17/08
Economía 17/08
Señales 17/08


contacto

servicios

Institucional

 sábado, 23 de agosto de 2003

Por la ciudad
La cara más grotesca del centralismo porteño

Adrián Gerber / La Capital

La Biblioteca Nacional, una de las más importantes de Latinoamérica, tiene un millón de libros, 2 millones de diarios y revistas, 21 libros incunables (nacidos en la "cuna" de la imprenta, entre 1440 y 1500), un nuevo edificio que costó más de 8 millones de dólares y un presupuesto anual que supera los 6 millones de pesos. La Biblioteca Nacional depende de la Secretaría de Cultura de la Nación, por lo que es solventada por todos los argentinos con sus impuestos. Pero vaya detalle, sólo pueden utilizar sus servicios quienes viven en la ciudad de Buenos Aires, ya que su sede está allí.

Este es sólo un ejemplo de cómo gran parte de los fondos nacionales quedan en Capital Federal, lo que prueba una vez más el avasallante centralismo porteño que impera desde hace más de un siglo en la Argentina.

Hasta ahora los sucesivos gobiernos centrales no han cuestionado este esquema; es más, lo han reproducido. Y hasta es común que la mayoría de los funcionarios nacionales conozcan poco y nada de lo que pasa en las provincias, de sus proyectos, intereses y necesidades.

Uno de los casos más grotescos es, precisamente, el de la Secretaría de Cultura de la Nación. La distribución de sus recursos habla por sí sola: de cada 10 pesos que gasta (de un presupuesto que ronda los 120 millones de pesos anuales) al menos 9,2 pesos lo hace dentro de los límites de la Capital Federal.

¿Por qué la ciudad de Buenos Aires, con el 10 por ciento de la población argentina y el poder adquisitivo en promedio más alto del país, se lleva el 92 por ciento de la inversión cultural del gobierno nacional?

Esta situación queda al desnudo en forma más escandalosa cuando se va al detalle, a la comparación. Ningún museo, instituto u otra dependencia de Cultura de la Nación tiene sede en la provincia de Santa Fe, mientras que en el resto del interior del país sólo están radicadas ocho.

Pero en Capital Federal la lista es interminable, y aunque parezca tedioso vale la pena la enumeración: además de la Biblioteca Nacional están el Teatro Cervantes, Instituto de Teatro, Orquesta Sinfónica Nacional, Orquesta de Música Argentina, Orquesta "Juan de Dios Filiberto", Banda Sinfónica de Ciegos, Coro Polifónico Nacional, Coro Polifónico de Ciegos, Coro de Niños, Coro de Jóvenes y Ballet Folclórico Nacional. Los museos nacionales de Bellas Artes, de Arte Decorativo, del Grabado, de Arte Oriental, Histórico, de la Historia del Traje, Roca, Histórico del Cabildo de Buenos Aires, del Hombre, "Casa de Ricardo Rojas", Mitre, "Casa de Yrurtia" y Evita. Los institutos nacionales de Musicología "Carlos Vega", de Antropología, Belgraniano, Sanmartiniano, Newberiano, Browniano, "Juan Domingo Perón", de Investigaciones Históricas "Eva Perón" y de Investigaciones Históricas "Juan Manuel de Rosas". El Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, el Mercado de Las Luces, el Mercado de Artesanías Tradicionales, la Sala de Exposiciones "Palais de Glace" y el Fondo Nacional de las Artes.

Que todos estos espacios sólo abran sus puertas en Buenos Aires es por lo menos obsceno. ¿Por qué un porteño puede acceder a estas ofertas y bienes culturales, sostenidas con fondos públicos nacionales, y un jujeño, neuquino o rosarino no?

Pero el país está tan acostumbrado a este desequilibrio regional que muchos ya lo ven como lógico y natural. Hasta políticos del propio interior se sorprenden cuando se plantea la necesidad de descentralizar el país. Es que hay diputados y senadores nacionales que una vez que son elegidos se olvidan de las provincias a las que representan y desaparecen entre las luces y alfombras rojas porteñas. En Santa Fe hay más de un caso público y notorio.

Pero ahora, y empujado por el renovado estilo K, al menos parece haber voluntad política para empezar a revertir esta situación. Así lo expresó el actual secretario de Cultura, Torcuato Di Tella, quien al realizar un diagnóstico de su área aseveró ayer a este diario que "es un escándalo que la cultura se concentre en Buenos Aires. Descentralizamos u optamos por la muerte del país".

Así, Di Tella anunció la intención de mudar a Rosario el Museo de Arte Oriental e instalar también en la ciudad el Instituto Juan B. Justo.

Hay cosas que están cambiando en la Argentina, y sería esperable que el centralismo porteño también fuera una de ellas. Sería una vergüenza menos.

[email protected]

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados