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 sábado, 23 de agosto de 2003

Ya se piensa en enviar tropas de países árabes y musulmanes

Washington/Nueva York. - Oficialmente, el presidente estadounidense, George W. Bush, está de vacaciones. Pero desde el atentado contra las oficinas de la ONU en Bagdad está en permanente contacto con sus estrategas de seguridad. El mandatario ha alcanzado un punto crítico en su gestión y, precisamente ahora, las Naciones Unidas, que nunca contaron con su simpatía, podrían facilitar su fuga hacia adelante.

Desde que las imágenes del atentado del martes recorrieron el mundo, nadie puede ocultar que las tropas de ocupación -140.000 soldados estadounidenses y 22.000 de otros países, la mayoría británicos- no son suficientes para llevar seguridad a Irak. El ex embajador especial estadounidense en Afganistán James F. Dobbins opina que se necesita un mínimo de 300.000.

El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, quitó entusiasmo a los defensores de una mayor presencia en el país del Golfo. La capacidad militar estadounidense ya está cerca de su límite con las cosas tal como están, advirtió Rumsfeld. El Pentágono no está dispuesto a reducir sus tropas dentro del país o en otros puntos estratégicos del extranjero.

Además, cada ampliación de las tropas en Irak sería altamente impopular y no favorecería las posibilidades de Bush en las elecciones de 2004. La solución sería un compromiso convincente de países como India, Pakistán, Turquía y Egipto. "Lo que se necesita en Irak para llevar tranquilidad y orden son miles de musulmanes en uniforme", afirma un diplomático egipcio en el edificio neoyorquino de la ONU. "Sobre todo, que hablen árabe".

Pero incluso soldados indios, en su mayoría de religión hindú y con el inglés como único medio para comunicarse con los iraquíes, serían muy bienvenidos por Washington. Nueva Delhi anunció que enviará sólo 18.000 uniformados en caso de que haya un mandato de la ONU. "Si los indios estuvieran allí, los paquistaníes también se unirían, y pronto estarían en el bote los vecinos árabes de Irak", afirma un diplomático de Naciones Unidas.

Bush ha delegado en su secretario de Estado el trabajo para conseguir este objetivo. Colin Powell dedica estos días a convencer a los otros países del Consejo de Seguridad sobre la conveniencia de una nueva resolución que llame a la participación de la comunidad internacional en la pacificación iraquí. Eso sí, siempre bajo el comando de Estados Unidos.

Un primer debate del Consejo de Seguridad mostró que el reencontrado afecto de Washington hacia la ONU no es correspondido. Los representantes de Francia, Rusia y Alemania dejaron claro a los norteamericanos que esa resolución sólo será posible si Naciones Unidas tiene más competencias en Irak. Y ayer el propio secretario general de la ONU, Kofi Annan, consideró como "difícil" lograr una nueva resolución.

El ala dura de la administración estadounidense, encabezada por Rumsfeld, se opone terminantemente a esta opción. "La situación política es igual a la anterior a la guerra de Irak", opina un diplomático europeo. Los frentes en Washington están bien diferenciados. "Powell tiene el trabajo de subirnos al bote pero no puede darnos poder de decisión, así que no accedemos".

Un diplomático francés llegó más lejos al calificar en The New York Times de "cínico" el presunto intento norteamericano de "sacar ventaja" del ataque contra la ONU. (DPA)

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