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 domingo, 17 de agosto de 2003

[Lecturas] Polémico ensayo del antropólogo Gustavo Lins Ribeiro
Alternativas a la globalización
Ensayo. " Postimperialismo. Cultura y política en el mundo contemporáneo". Gustavo Lins Ribeiro, Editorial Gedisa, Barcelona, mayo 2003, 237 páginas

Silvina Dezorzi / La Capital

El último libro del antropólogo brasileño Gustavo Lins Ribeiro, "Postimperialismo. Cultura y política en el mundo contemporáneo", tiene una estructura curiosa que el propio autor admite desde el vamos. Si no fuera porque "Cosmopolíticas", su primer capítulo, aparece como la clave de lectura del libro, los textos que le siguen se limitarían en rigor a ser una compilación de artículos ya publicados (algunos en portugués, otros en español y parte de uno en inglés). Pero la introducción de "Cosmopolíticas" reactualiza todo lo demás. Se trata, como anticipa Lins Ribeiro, nada menos que de una cuestión estratégica.

Eso ocurre porque el autor se posiciona de forma explícitamente programática: desde el discurso académico, busca sumarse a un impulso social que corre a la par de la globalización, pero que se pretende alternativo y es fundamentalmente antihegemónico.

En un mundo irremisiblemente transnacionalizado, Lins Ribeiro descubre una lente privilegiada para pensar los fenómenos sociales que ocurren en distintos lugares del planeta: redes, flujos, fragmentaciones, rituales colectivos, con poder para erigirse como cosmopolíticas, es decir, como articulaciones supra y transnacionales que promuevan la construcción de una sociedad civil global, capaz de disputar y enfrentar críticamente a la globalización real, de signo neoliberal. Para esas redes, la lealtad al Estado-nación ya no aparece sino como secundaria.

Lins Ribeiro las llama "cosmopolitismos populares", con frecuencia de profundo anclaje local, como el movimiento zapatista de Chiapas, pero con vocación para unir su rumbo con otras demandas. Por eso las exhorta a "identificar sus equivalencias" para articularse en redes y acciones políticas globales.

El Foro Social Mundial de Porto Alegre, las manifestaciones de protesta contra el ataque de Estados Unidos a Irak en distintas ciudades del mundo, aparecen para el antropólogo brasileño como "rituales de integración". Aun así, las redes singulares que confluyen en ellos no deben renunciar a la tensión entre lo particular y lo universal ni a su carácter necesariamente "híbrido": las cosmopolíticas sólo pueden existir en plural. "No hay una sola cosmopolítica que dé cuenta de la complejidad que se requiere en la lucha contrahegemónica global", alerta Lins Ribeiro.

El antropólogo brasileño no apaña una visión ingenua ni idealizada de las capacidades populares para fortalecer esa "globalización desde abajo". Más bien lanza un desafío, tan monumental como las fuerzas también transnacionales y sobre todo exitosamente globales a las que se pretende enfrentar. A este nuevo cosmopolitismo popular se lo invita a participar de una heteroglosia que permita, con nuevas prácticas políticas, el surgimiento de sujetos colectivos igualmente nuevos. La apuesta es que se vuelvan protagónicos.

Pero en esta reseña surge una paradoja: el libro que acaba de publicar Lins Ribeiro no se llama "Cosmopolíticas" sino "Postimperialismo". Si el primer concepto pisa más fuerte que el segundo, es porque la propia organización del libro propone esa regla de juego: la estrategia antecede la descripción del fenómeno que pretende enfrentar.

¿Pero a qué llama el autor "postimperialismo"? Por empezar, echa mano al término de forma irónica para desnudar la supuesta neutralidad ideológica que encierra la tan mentada globalización. "Quiero apropiarme de las reverberaciones políticas asociadas al vocablo «imperialismo» en una época en la cual el cinismo o la pasividad preferentemente difunden términos anodinos como «globalización». Porque características del imperialismo, como el control del sistema mundial por poderosos conglomerados económicos, todavía se mantienen", alerta el antropólogo. Entonces, ¿por qué "post"?

Porque para Lins Ribeiro -y muchos otros autores que cita-, el prefijo "post" (como el prefijo "trans") es emblemático de las "ansiedades del presente" y la cultura actual. Poscolonialismo, posmodernismo, posestructuralismo, post-guerra fría, post-apartheid, poscomunismo, posfordismo, posnacional, poshistórico y hasta poscontemporáneo son conceptos resbaladizos, llenos de paradojas e inconsistencias, que confunden la relación entre continuidad y discontinuidad. ¿Por qué se impusieron entonces? Porque permiten evitar las afirmaciones definitivas y triunfalistas que durante mucho tiempo caracterizaron a las ciencias sociales, marxismo incluido, afirma Lins Ribeiro.

Ese sentimiento de crisis asumido conceptualmente como impotencia para nombrar (y definir) un fenómeno, una época o un sistema de pensamiento se refugia en el prefijo "post". Pero Lins Ribeiro no cree que ese temor vaya a perdurar mucho más en el siglo XXI. Aun así, por fragilidad o por elección, lo incorpora a su teoría.

Al menos explícitamente, Lins Ribeiro elige el concepto de "postimperialista" para diferenciarlo del capitalismo clásico, de los procesos de des y poscolonización de fines de los 70 y hasta del capitalismo que llama moderno. Nombra con él a un "capitalismo flexible y transnacional", con niveles de integración supranacional, "unipolar" por el clímax de la supremacía norteamericana, con un poder bélico sin precedentes, pero que rara vez requiere de la ocupación territorial por su capacidad para mantener la más férrea hegemonía aun a distancia. Un capitalismo que funciona por corporaciones libres ya de sujeción a los Estados nacionales, con un mercado financiero planetario y responsable de la fragmentación de los procesos productivos a escala global. Sus sujetos no son sólo las compañías transnacionales del Norte, sino también los narcotraficantes y empresarios latinoamericanos que lavan sus capitales en paraísos fiscales caribeños o en compras suntuosas en Miami.

Se trata entonces de definir, con el término post, una ambigüedad no sólo negativa, sino capaz de "trabajar en dirección a otra ubicación del sujeto". "Quiero creer que el postimperialismo es la cara latinoamericana de la moneda donde se encuentra el poscolonialismo", afirma Lins Ribeiro. Y ambas, confía, son cosmopolíticas, es decir, cuentan con el potencial social al que apuesta y que el conjunto del libro desglosa.

La transformación de las identidades nacionales, la transnacionalidad, los biopoderes y la apropiación de una cultura tecnocientífica para construir nuevas matrices ideológicas son otros temas íntimamente ligados al argumento inicial. En los capítulos siguientes Lins Ribeiro hace gala de una etnografía curiosa para la antropología clásica, cuyos actores sociales son grupos poderosos del sistema internacional, como el Banco Mundial, pero también nómades globales y migrantes. Con ellos analiza el problema de la "ciudadanía transnacional", algo que finalmente aborda desde la perspectiva virtual y que termina nombrada como una "comunidad transnacional imaginada virtual", cuya base tecnosimbólica no es otra que Internet. Una mirada vertiginosa sobre tiempos vertiginosos, como si el post-imperialismo también requiriera de una post-antropología.



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