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 domingo, 27 de julio de 2003

"El jazz es un ambiente pequeño y atrasado"
Pettinato tocará en Rosario el fin de semana próximo
El saxofonista y conductor de TV criticó a los que aún añoran tocar con Chick Corea o explotar la fusión.

José L. Cavazza / La Capital

Está probado: Roberto Pettinato siempre va a preferir hablar de música y no de su trabajo en la TV. Se siente, hoy más que nunca, un músico que trabaja de otra cosa. Tras la muerte de Luca Prodan, a fines de 1988, el saxofonista de Sumo se largó a España y formó el extraño Pachuco Cadáver con Guillermo Piccolini y Wily Crook como invitado. Después, la historia que la mayoría de los argentinos conoce: su trabajo de conductor histriónico y gran bufón de la televisión, que le sigue garantizando tanto un lugar en la pantalla como una buena suma de billetes mensuales.

Lo que muchos no saben es que Pettinato nunca abandonó el saxofón, como a él le gusta llamarlo. Esto se explica porque sus proyectos siempre tuvieron que ver con pequeños y underground emprendimientos de improvisación colectiva inmediata. Hoy conduce Now, un grupo de free jazz con el que llegará los próximos sábado y domingo al bar Rock & Feller's de Rosario.

Pettinato habló con Escenario sobre música y también de la TV, aunque siempre mirada desde su vereda de saxofonista.

-No hay muchos grupos de free jazz en Argentina, apenas La Cornetita y Ernesto Jodos, que sólo conceptualmente se acercan. ¿Por qué?

-No existen. ¿Cuántos Jodos hay en Argentina? Mi teoría de la música en el país es que uno siempre tiene que tratar de hacer lo que no hay, lo cual, comercialmente hablando, no va a ser la experiencia más feliz para vos y tus músicos. Pero siempre puede ser gratificante espiritual y culturalmente. Creo que free jazz en Argentina se dejó de hacer en los 60 con tipos como el Chivo Borraro, y después se empezó a hacer lo que llamo "jazz de coctel". A mí me parece que el jazz tiene que ser una música que te meta en una experiencia, una especie de viaje. Now recoge un poco la tradición de tipos como Archie Sheep y Albert Ayler y algo de Cecil Taylor. La idea la traje primero de mi adolescencia porque era lo que escuchaba cuando iba al colegio y después cuando fui a Nueva York para Knitting Factory y vi tocar a Joe Lovano y Gerry Hemingway que me enfermaron la cabeza. ¡Una deformidad maravillosa! Lo que estoy intentando hacer y explicar voy a empezar a titularlo "jazz a quemarropa", una música violentamente improvisada.

-Tu planteo suena muy crítico con el jazz en Argentina.

-Y sí... Es un ambiente muy pequeño y atrasado. Todavía están pensando en Chick Corea y en cuándo se va a reunir la Mahavishnu. ¡Ya está! ¡Si no vas a tocar nunca como esos tipos (risas), dejate de joder! Eso que acá llaman jazz fusión... van a terminar todos en una estación de subte en Alemania como un grupo boliviano.

-¿Cómo influye la televisión en tu trabajo musical?

-En lo único en que influye es para mal, porque la gente espera que vayas a contar chistes o van a ver lo que Tom Wolfe llamaba "la cena con monos", van al show a ver al monito... "¡mirá cómo es Pettinato, es más flaco que en la tele!". Entonces, influye negativamente, pero el ir día a día superando esa prueba es lo mejor que estoy haciendo en mi vida, que al segundo tema empiecen a olvidarse de que soy el de la tele.

-La gente es como que recibe mensajes contrapuestos...

-Claro, porque algunos les parecerá que están comprando el disco de Horacio Cabak. Si Natalia Oreiro no hubiese estado en la tele quizá la gente no se ponía a pensar si cantaba bien o mal, el público hubiera entrado de una manera más directa. Esa parte de la cuestión es realmente fea. Yo digo siempre, primero soy músico y después un tipo que labura en la tele. En el 74, en quinto año, empecé a tocar el saxofón y no a servirle café a Pipo Mancera.

-¿En realidad pensás que sos un músico que trabaja de otra cosa?

-No pretenderán que viva de la música, con mi familia y mis hijos. Si hubiese ganado la mitad de lo que ganó Fito Páez, Charly García o Lerner sólo por sentarme al piano a componer, no me hubieran visto jamás en la televisión, ni siquiera haciendo un programa de música. Pero lo cierto es que hacemos una música extraña, que tiene que ver con el lugar desde donde yo vengo. Cuando Soda Stereo, Los Twist y Virus eran los que se llevaban las glorias del rock nacional, con Sumo hacíamos una música que los músicos argentinos odiaban porque les parecía horrible... Claro, todos escuchaban "Yendo de la cama al living".

-¿Qué vivís con mayor intensidad, la TV o la música?

-Ni hablar, eso no tiene comparación. La televisión para mí es poner el piloto automático... Yo no entiendo a la gente que dice "a mí la cámara me da miedo". Cómo pueden tenerle miedo a un aparato, si es como hablar con un velador; miedo te tiene que dar salir a un escenario y contar chistes para 500 personas y que se rían. Lo cierto es que la televisión es un trabajo super sencillo donde gano más dinero que si hiciera 17 giras por todo el país.

-Entonces, ¿el éxito en la televisión fue producto de la casualidad?

-El éxito en la televisión es inevitable, porque en la tele argentina la competencia casi no existe. Yo siempre digo que me gané el Martín Fierro porque era inevitable, ¿cómo no me lo iba a ganar?, si era el último que quedaba. Lo ganás por decantación. Entonces, a la larga te va a llegar el éxito y vas a tener un programa de 20 puntos de rating algún día. Es cierto también que tengo un discurso propio, que no soy un cabeza hueca que dice "hola buenas noches" y se queda callado. En el periodismo pasa lo mismo, el que sabe un poquito más despunta, pero ahora muchos creen que leyendo el libro de historia de (Jorge) Lanata ya lo saben todo.

-Aquel "No sé lo que quiero pero lo quiero ya", que creo fue una letra tuya...

-(Interrumpe) Sí sí, la letra era mía, y sigo siendo el mismo tipo que escribió eso...

-Aquella letra ¿es como una visión de lo que iba a pasar, con vos incluido, en la TV argentina?

-Obviamente la letra estaba referida a otro tema, pero es verdad que, de alguna manera, "hasta que choque China con Africa te voy a perseguir" (risas). Capaz que uno siga siendo eso, ¿no? Sigo siendo el mismo tipo de "No sé lo que quiero" aunque quizá ahora esté menos ansioso o sé más lo que quiero. Por ejemplo, me gustaría seguir tocando por diez años con mi banda y seguir estando en la televisión haciendo lo que haya que hacer. Sólo que en la música no tengo ese compromiso de hacer lo que vos querés que yo haga, en cambio en la tele sí soy tu esclavo, porque me apagás el aparato y me hiciste mierda.

-Muchos creen que esa letra era de Luca porque en realidad piensan que vos sólo tocabas el saxo en la banda.

-No. Yo en la banda había hecho ese tema, "Viejos vinagre", había relanzado "Mi bandera" que era un tema que Sumo había pensado no hacerlo y yo insistí con arreglos nuevos... Lo que pasa es que la gente piensa que si sos el percusionista sólo tocás la tumbadora y no hacés otra cosa, pero se olvidan de que hubo una convivencia de siete años, ¿cómo no vas a influir? Sumo empezó a hacer funk porque yo llevé discos de James Brown; Diego Arnedo aprendió a tocar el bajo supergrave como ahora quiere hacer en Divididos porque yo le llevé los discos de Linton Kwesi Johnson. Es decir Luca y yo influíamos culturalmente, entre comillas, porque no eran "cultos". Eran pibes que escuchaban Genesis, Yes, y en cambio yo, como era además periodista de rock, conocía Joy Division, The Cure. Fui un canal de influencia para la banda.

-¿Es cierto que vos fuiste uno de los creadores de Divididos?

-Sí, Divididos se creó en la quinta de Marcos Paz de mis viejos. Luca se había muerto, todos estábamos deprimidos, y Ricardo (Mollo) y yo juntamos fuerzas para hacer un nuevo grupo. Hicimos varios temas que después aparecieron en el primer disco de Divididos y Divididos por la Felicidad se lo puse yo. Después yo me fui a España y Ricardo resolvió acortar el nombre.

-Luca decía que en Argentina hay demasiada seriedad y se olvidan que el rock es una locura y que los que hacen rock son locos. ¿Queda algo de locura en el rock?

-Algunos grupos como Pez y Los Natas me gustan. También los primeros discos de El Otro Yo. No hay grupos que experimenten cosas nuevas o extrañas; el músico argentino es demasiado cancionero, con toda la influencia de Spinettaolandia. A mí a veces me gusta y a veces digo "ya está, viste". Es que ¿no hay más grupos instrumentales? ¿No disfrutábamos con Cream, cuando Clapton zapaba durante veinte minutos? A mí me encantaba. Hendrix, que en dos horas de recital cantaba 20 minutos. Bueno, eso ya no existe... Ya ni Pappo zapa hoy, ¿qué nos pasa?

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El mediático Pettinato se presenta en Rosario.

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