El Papa Juan PabloII no había estado ni dos horas en Atenas cuando sacó ayer a relucir uno de los temas más escabrosos de su gira, y lo hizo con claridad, a diferencia de otros pedidos de disculpas por hechos históricos. ¿El mea culpa manifestado por los pecados cometidos por fieles católicos contra la Iglesia Ortodoxa marca acaso el principio del fin del largo período glacial entre Roma y las iglesias orientales? Para los 130 millones de ortodoxos en Europa del Este, el Papa estaba haciendo referencia a algo más que a un simple momento histórico. "Las heridas están aún abiertas", manifestó Cristodulos en un tono casi incisivo. Con tan sólo algunas frases ante las cámaras, el Papa les ofreció a los millones de ortodoxos algo más que el simple pedido de disculpas que esperaban. "Gran gesto", "Visión histórica", fueron algunas de las expresiones de euforia que suscitó en los medios de comunicación locales. Sin haber recibido antes una sola invitación para visitar Grecia, el Papa obtuvo de Cristodulos el reconocimiento fraterno. Así y todo, aún persisten graves problemas en el acercamiento entre las iglesias occidentales y las orientales. El mayor freno en este sentido es el patriarca moscovita Alexi. Desde hace años, el Papa quiere viajar a Moscú y desde hace años el Vaticano trabaja en la organización de una "cumbre religiosa", con los líderes de Roma, Estambul y Atenas. Pero una y otra vez Moscú dejó en blanco el lugar de su firma de conformidad con estos planes. En junio próximo, Juan Pablo II viajará a Ucrania. "A mitad de camino hacia Moscú", se señala con optimismo en el Vaticano. El Papa ya había manifestado que la distensión del cisma era una de sus prioridades. Nadie puede saber sin embargo si tendrá tiempo suficiente para lograrlo.
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