Año CXXXIV
 Nº 48955
Rosario,
sábado  02 de
diciembre de 2000
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Panorama
Mal ambiente en la cumbre por el clima
La pelea entre EEUU y Europa provocó el fracaso de la conferencia internacional de La Haya

Un escenario de posiciones encontradas por cuestiones científicas, ideológicas, políticas y comerciales provocó el fracaso de la cumbre mundial sobre clima organizada por las Naciones Unidas en La Haya. Así, mientras los desastres naturales siguen azotando la tierra, la instrumentación de los acuerdos para reducir la emisión de gases que alientan el efecto invernadero quedó para una nueva conferencia a realizarse probablemente en el mes de mayo en Alemania.
La sexta conferencia por el cambio climático (COP6) significaba un nuevo intento por tornar operativos los acuerdos alcanzados en 1997 por más de 160 países en la ciudad japonesa de Kioto. El protocolo de Kioto impone a los países industrializados una reducción de sus emisiones de gases con efecto invernadero del orden del 5%, sobre la base de las emisiones de 1990, en el período 2008-2012.
La división en dos grandes bloques encontró posturas irreconciliables que derivaron en el fracaso de la cumbre de La Haya. Por un lado, EEUU (responsable del 25% de la emisión total de gases en el planeta), Canadá y Japón. Por el otro, la Unión Europea e importantes organizaciones ambientalistas como Greenpeace.
El bloque liderado por los estadounidenses mantuvo su postura a favor de permitir que los países que no cumplen con su meta de reducción de gases puedan descontar las inversiones en actividades secuestradoras de dióxido de carbono (el principal causante del efecto invernadero), como la actividad agroforestal. Para los europeos y las organizaciones ambientalistas más importantes, la propuesta es una excusa para no cumplir con los compromisos de reducción de emisiones.
No llegamos a un acuerdo, estoy decepcionado, defraudamos al mundo , dijo el ministro holandés de Medio Ambiente, Jan Pronk, presidente de la conferencia. Desde el G-77, que agrupa a los países en desarrollo, se advirtió: Continuaremos siendo víctimas de los impactos adversos del cambio climático, señalaron .
El fracaso de la cumbre de La Haya sensibilizó los ánimos en un mundo golpeado en los últimos tiempos por una sucesión de desastres climáticos (como las inundaciones en la pampa húmeda) que muchos científicos asocian al efecto invernadero.
En términos económicos, también paralizó todo un espectro de negocios que piden pista en el marco de la disputa contra el deterioro ambiental, como la forestación, el desarrollo de energías limpias y la agricultura sustentable. Actividades económicas por la que disputan incluso industrias que años atrás veían como un perjuicio económico la instrumentación de acciones contra el efecto invernadero, y que tientan a los países que por su baja responsabilidad en el deterioro ambiental pueden ser beneficiarios del incipiente mercado de calidad ambiental.
Los fuertes intereses de orden económico y político han bloqueado la posibilidad de avanzar sobre las cuestiones de implementación del protocolo de Kioto, nuevamente, y como pudo verse en otros campos de las negociaciones internacionales; como son las reuniones de la Organización Mundial de Comercio, de tortuoso trámite en Seatle USA el año pasado o las negociaciones por el Protocolo de Bioseguridad, se ven seriamente bloqueadas por posturas extremas y que parecen irreconciliables, señaló Roberto Peiretti, miembro de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid).

El lugar de la siembra directa
Peiretti participó en el encuentro de La Haya invitado por científicos integrantes de la delegación canadiense, que promueve la posibilidad de utilizar los sumideros secuestradores de carbono como créditos que compensen las dificultades para reducir emisiones. El objetivo de Aapresid, junto a organizaciones similares de Canadá, EEUU y Brasil fue incorporar a la siembra directa entre el menú de actividades secuestradoras de carbono y susceptibles de ser emisoras de créditos ambientales. Durante una sesión desarrollada a tal efecto, presentó los trabajos que la asociación realizó en Argentina para calcular el impacto de la SD en el secuestro de carbono.
En el marco de estas negociaciones, hay países que esperan un marco legal para el mercado de calidad ambiental como fórmula para tomar inversiones. Es el caso de Australia. Su primer ministro, John Howard, fue duramente criticado por organizaciones ambientalistas de su propio país por sumarse al lobby americano. Se defendió argumentando que es muy importante para Australia que permanezca en el paquete el reemplazo de la reducción de emisiones por la reforestación y su consecuente absorción de dióxido de carbono.
Otras fuentes de ese bloque cuestionaron, en cambio, la postura de la UE. Su línea argumental es que mientras países como EEUU y Canadá pueden generar sus propios mercados de calidad ambiental por tener tierra para forestar, o los países en desarrollo pueden convertirse en emisores de créditos de carbono por contar con superficie para proyectos de secuestro, la escasez de tierra en el viejo continente los condena a financiar estos proyectos en el exterior. Los europeos contraatacan exhibiendo a empresas líderes en ese país, como la British Petroleum, que lideran los proyectos de desarrollo de energías limpias, como la solar o la producida a partir de aceites vegetales.
Al entender de algunos observadores de la cumbre, estos potenciales mercados provocaron el viraje de importantes agrupaciones industriales, que de oponerse directamente a las políticas de reducción de emisiones pasaron a utilizar su influencia para generar negocios ambientales.



Un tortazo para el representante de EEUU.
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