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lunes,
12 de
noviembre de
2007 |
Una jueza comunal y un hombre devastado en el mismo destino
Leo Graciarena / La Capital
De las tres víctimas de la matanza de la noche del miércoles pasado en Santa Isabel, el nombre de la jueza comunal Olga Cuminetti de Sylvester fue el que más sorpresa provocó.
“Lo que no puedo entender, ni nadie de Santa Isabel, es por qué en la lista Angel Pedro Lemos incluyó a la jueza en su venganza, que sólo realizaba trámites administrativos”, graficó el presidente comunal Juan Enrique Lombardi.
La respuesta estaría dada en la indignación que le provocó a Lemos que la jueza intercediera en favor de Héctor Daniel Arangel, condenado por el homicidio de su hijo, para que cumpliera su pena en una comisaría no lejana a Santa Isabel.
“La jueza estaba en la lista, pero no es por nada que tuviera que ver con su rol de jueza. Fue por otro incidente que a Pedro no le cayó en gracia”, comentó un allegado a la familia Lemos, que pidió reserva de su identidad.
Gestión e ira. Aunque se llevó la respuesta a la tumba, a Lemos no le gustó que la jueza comunal hubiera intercedido para que Dani Arangel cumpliera su pena en una comisaría de la localidad de Teodelina, acercándolo así más a sus familiares.
“Sólo lo hizo por una cuestión humanitaria, para evitar que estuviera en un ambiente que lo iba a perjudicar”, comentó un allegado a la jueza asesinada.
El miércoles pasado, a la hora de la cena, Angel Pedro Lemos, de 62 años, decidió que ya era tiempo de vengar la muerte de su hijo. Montó en su moto, recorrió los 15 kilómetros que separan Santa Isabel de Villa Cañas, y allí mató a balazos a la madre de Arangel, y a la pareja, Héctor Armesto, de 51. Lo hizo delante del hijo de ambos, de 8 años. Después volvió a Santa Isabel y asesinó de varios balazos a Mumi Sylvester e hirió a Marta Torres, actual pareja del padre biológico del condenado, Orlando Pedro Vila Arangel.
En el mismo campo santo El matador y una de sus víctimas, quizás la más incomprensible, fueron sepultados en el mismo cementerio con diferencia de pocas horas. El jueves a las 18, envuelta en la bandera de la localidad de Santa Isabel, el cuerpo de la jueza Mumi Sylvester fue depositado en uno de los nichos del cementerio tras ser acompañado por dos centenares de vecinos.
El viernes por la mañana, en una ceremonia más que reducida, el cuerpo de Angel Pedro Lemos fue sepultado junto a su hijo, Pedro Rafael, a escasos metros de donde el miércoles a las 21 se mató baleándose en el pecho.
“Pedimos sepultarlo el viernes de mañana porque no queríamos roces con los familiares de las víctimas”, explicó un allegado a los Lemos. “Lo de Lemos fue un trámite: de la morgue de Venado Tuerto al cementerio de Santa Isabel. Sin ceremonias”, comentó uno de los que presenciaron el entierro.
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