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sábado,
29 de
septiembre de
2007 |
Hermosa peregrinación
Escribo desde Tucumán para contarles mi testimonio y vivencia de esa hermosa y sacrificada peregrinación al santuario de nuestra Virgen María, en San Nicolás. Más allá del mal tiempo que nos hostigó todo el día con mayor y menor frecuencia, observé que la mayoría de los peregrinos sentíamos como si estuviéramos caminando en una tarde noche primaveral, debido a la paz interior que cada llevaba adentro. Unos rezaban, otros cantaban, otros imitaban a Sandro, pero nadie se quejaba de las inclemencias climáticas, sino que se ayudaban uno a otro. Cuando el camino se ponía pesado aparecían los amigos voluntarios con el mate, con analgésicos para el dolor de piernas y la gente de los pueblos con los ricos choripanes. Realmente, quedé anodadado al ver con qué fe, amor y devoción se llega a visitar a nuestra santa madre,
la Virgen María. En particular, realicé esta peregrinación para dar gracias a la Virgen por estar vivo y que ella me haya adoptado como un hijo más.
Ezequiel Giordano
[email protected]
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