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 lunes, 24 de septiembre de 2007  
Lo mataron a tiros y le robaron tras una pelea en fiesta de cumpleaños
Fue durante la madrugada de ayer frente a una casa de la zona sur donde se realizaba el festejo

Un muchacho que ayer hubiese cumplido 22 años fue asesinado de cuatro balazos en el epílogo de una pelea desatada entre varios asistentes a otra fiesta de cumpleaños que se realizó en una vivienda del barrio Magnano, en la zona sur de la ciudad. En medio de la fatal gresca, en la que también fue herido de gravedad un hermano de la víctima, los atacantes le robaron la ropa y otras pertenencias al joven muerto y huyeron del lugar sin dejar rastros. Hasta anoche, los investigadores no habían determinado los motivos del crimen, aunque una fuente policial señaló que las causas del violento suceso hay que buscarlas en una venganza ya que los hermanos atacados tienen antecedentes penales.

   Diego Ramírez estaba contento. Ayer iba a festejar sus 22 años. Por ese motivo, el sábado llegaron a su casa de Batlle y Ordóñez al 600 su hermano Sebastián, de 26 años, y su esposa Romina. A poco de arribar, la mujer recibió la invitación de dos amigas para ir juntas a otro agasajo y hacia allí partieron todos.

   Cerca de las 4 del domingo, los hermanos Ramírez y Romina acudieron al sitio del festejo: una casa ubicada en el cruce de Frías y Lozzia (Ayacucho al 6400). Apenas llegaron fueron recibidos con hostilidad. “Acá ustedes no pueden entrar”, les advirtió un hombre que, al parecer, conocía a los visitantes.



Golpiza. No fue el único gesto intimidante. Una fuente policial contó que enseguida cinco o seis hombres salieron del interior de la casa y golpearon a los Ramírez con ferocidad mientras los despojaban de la ropa. A Diego le quitaron el pantalón y las zapatillas mientras que a Sebastián lo dejaron prácticamente desnudo y le robaron la billetera. “Pero la paliza que sufrieron fue cruel”, dijo una fuente policial.

   La golpiza continuó en la esquina de Frías y Lozzia. Allí, a Sebastián y a Romina los empujaron a una zanja y un diluvio de puñetes y patadas dieron de lleno en el cuerpo del muchacho. “A la chica la arrastraron de los pelos y al muchacho le cortaron una oreja”, explicó el vocero. Al mismo tiempo, la pareja escuchó una frase amenazante. “Andá a buscar el fierro ” (un arma de fuego), dijo uno de los atacantes.

   Para entonces, Diego había logrado escapar de la furia de los atacantes. Se esfumó sin que sus familiares supieran hacia dónde se había marchado. Un rato después, en un descuido de los agresores, Sebastián y Romina también huyeron. Corrieron unas dos cuadras y se refugiaron detrás de un tapial. Desde allí distinguieron cómo dos hombres que se movilizaban en una moto habían salido tras ellos.



Internado. Unos veinte minutos después, Sebastián y Romina salieron del escondite y a duras penas pudieron regresar a su casa, aunque luego debieron ir al hospital Roque Saénz Peña por el lamentable estado en que había quedado el joven. De allí lo derivaron poco después Hospital de Emergencias, donde quedó internado por “una fuerte contusión en la cabeza”, dijo una fuente de la comisaría 11ª.



En la calle. En tanto, a las 5 de la mañana, una hora después de que se iniciara la gresca, el Comando Radioeléctrico encontró en Caupolicán al 500 el cuerpo sin vida de Diego. Estaba tirado sobre el pavimento y tenía cuatro balazos, tres en el abdomen y otro en una pierna. Además, presentaba dos golpes en la cabeza.

   Ante la demora de Diego en arribar a su casa, su padre salió a buscarlo. Fue a la comisaría 11ª y allí le dijeron que al muchacho lo habían asesinado. Ya en la escena del crimen, reconoció el cadáver de su hijo y desde allí se dirigió a la casa de un hermano que vive cerca. “A Diego lo mataron y está tirado en la calle”, le dijo el hombre a su familiar. Y el hermano respondió: “Escuché un par de tiros, pero seguí durmiendo porque en este barrio es común que eso pase”.

   Hasta anoche, los pesquisas no habían determinado fehacientemente los motivos del crimen, aunque presumían que podía tratarse de una venganza. “Tal vez los asaltaron para disfrazar un ajuste de cuentas”, confió una fuente policial.

   Uno de los elementos que los investigadores manejan para sustentar esta hipótesis es que los hemanos Ramírez tenían antecedentes penales. Sebastián había cumplido una condena por robo mientras que Diego registraba dos episodios delictivos por tentativa de robo, uno de ellos cuando era menor de edad. Hasta anoche, la policía no había localizado a los homicidas.
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La esquina de Frías y Lozzia, en el extremo sur de Rosario. Uno de los Ramírez y su mujer fueron empujados a la zanja y allí golpeados salvajemente. Al otro muchacho lo mataron en el lugar.



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