El nuevo Código Urbano ya genera roces en el Concejo

La reforma del Código Urbano, que impulsa el Palacio de los Leones e ingresará esta semana al Concejo Municipal, promete días cargados de controversia. Es que, mientras algunos rechazan darle luz verde a una iniciativa a la que consideran un “producto enlatado”, otros la defienden argumentando que todos los sectores involucrados tuvieron la oportunidad de sustentarla con sus argumentos.

   Desde la comisión de Planeamiento, el radical Jorge Boasso admitió que, si bien “el nivel de participación en el proyecto fue bueno”, hay concejales que buscarán tener injerencia en la iniciativa. “De lo contrario, lo único que llega es un producto enlatado y sin consenso”, aseguró el edil a La Capital.

   Boasso recordó que “mientras la Municipalidad hace su ronda de discusión, incluso con la participación de expertos del extranjero, los concejales se deben manejar con medios más precarios”. Y agregó: “Pero no nos venden los productos enlatados”.

   “En algunos puntos de la reforma estamos de acuerdo y en otros no. Aunque hay que tener precaución, porque estamos afectando derechos privados e intereses económicos. Medidas de esta naturaleza terminan siendo una tómbola”, alertó.

  

Advertencia. En ese sentido, ejemplificó: “De existir una propiedad en una manzana en la que se restrinja la altura, el terreno bajará su precio. Pero en otra manzana en la que no se aplique la restricción, la propiedad valdrá el triple. Por eso no nos apretarán para que levantemos las manos en 15 días”.

   El oficialista Horacio Ghirardi, también integrante de la comisión, recordó que la secretaria de Planeamiento, Mirta Levín, remitirá dos mensajes al Concejo, uno ligado al ordenamiento del área central de Rosario y el otro relacionado con su anillo perimetral.

   “Por lo ocurrido durante la audiencia pública, además de los debates con las cámaras de constructores y los colegios profesionales, son dos instrumentos legales que tuvieron un muy buen intercambio de ideas”, resaltó el edil.

   Según Ghirardi, el proyecto no busca limitar las posibilidades de construcción sino que “apuesta a reordenar, a determinar en qué sectores se podrá edificar en altura y, al mismo tiempo, mantener las características de la vivienda individual y baja”. l