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 sábado, 15 de septiembre de 2007  
Lo matan a puñaladas en pelea por una gotera
Ocurrió ayer a la tarde en el barrio Saladillo. Dos vecinos se enfrentaron por viejos rencores

“Ayúdenme, ayúdenme”. Los gritos de Verónica fueron la primera señal de alarma de que algo malo había sucedido en General Paz y Anchorena, en la zona sur de la ciudad. Mientras dos pequeños lloraban, una mujer se apoyaba en sus rodillas abrazando el cuerpo de su pareja, un vigilador privado de 31 años que yacía agonizante con siete puñaladas en su cuerpo. Quien propinó las cuchilladas no era un desconocido para la pareja. “Fue el vecino de arriba”, gritaba la mujer refiriéndose al hombre de 26 años que vive un departamento por sobre el suyo, en el Fonavi de Lamadrid 98 bis. “La agresión se inició en una pelea por una gotera”, explicó más tarde un vocero.

   Todo era silencio anoche en el primer piso del Fonavi. Un silencio de muerte envolvía el departamento 100, donde vivía el vigilador privado Martín Moyano junto a sus suegros, su esposa Verónica y dos pequeños hijos de menos de dos años. Un piso más arriba, y separados por viejas discusiones en torno a una gotera, reside desde hace siete meses Raúl F., de 26 años, junto a su pareja y un pequeño bebé de 11 meses.



Génesis de un crimen. El primer piso en el Fonavi de Lamadrid 98 bis no tiene nada que envidiarle al resto de los monoblock. Todo parece ser del rojinegro del parque Independencia. Algunos vecinos y varias fuentes policiales coinciden en que todo comenzó minutos antes de las 18. Desde hace menos de siete meses una gotera y una gran mancha de humedad separa a las familias de Moyano y Raúl F. Pero ayer hubo otro agregado. Verónica y Mara, las mujeres de las familias, se cruzaron verbalmente. “Una de las mujeres increpó a la otra por la gotera y sus consecuencias. Después se sumaron los hombres y un insulto hirió la honra de uno de ellos. Uno se metió en su casa y el otro se fue del lugar”, explicó una fuente policial.

   Cuentan que Martín Moyano salió poco después con Verónica y sus dos pequeños hijos. Iba vestido con el uniforme de la empresa de vigilancia para la que trabajaba. Mientras la familia se alejaba del Fonavi por General Paz hacia el sur, detrás de ellos caminaba apurado Raúl F., quien había dejado su departamento con su calma a punto de ebullición. Y los alcanzó pocos antes de llegar a Anchorena.

   Sin mediar palabras, Raúl le aplicó a Moyano siete certeras puñaladas: dos en la espalda, cuatro en el tórax y una en un brazo. La muerte le llegó en cuestión de minutos. Y cuando eso ocurrió, el agresor ya había desaparecido. Anoche continuaba prófugo y efectivos de la seccional 11ª y la Brigada de Homicidios lo buscaban en la zona de Tablada donde vivió hasta hace pocos meses. “Sólo escuchamos los gritos de la mujer y cuando salimos a la vereda, no vimos correr a nadie”, explicó un comerciante de la zona bajo una tenue llovizna.
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El cuerpo de Moyano yace sin vida entre las botas policiales.



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