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sábado,
15 de
septiembre de
2007 |
Educación inclusiva y los derechos
Rosa Blanco (*)
América latina se caracteriza por altos niveles de exclusión, desigualdad y fragmentación social y cultural, debido a la inequitativa distribución de los recursos materiales en el conjunto de la sociedad. La exclusión, sin embargo, va más allá de la pobreza, ya que tiene que ver con la dificultad de desarrollarse como persona, la falta de un proyecto de vida, la ausencia de participación en la sociedad y de acceso a las redes sociales y los sistemas de protección.
Una de las funciones más importantes de la educación es contribuir a la cohesión social y a la reducción de las desigualdades. Por eso es pertinente preguntarse si la educación en América latina está logrando este objetivo. Las evidencias disponibles muestran que, al igual que en la sociedad, los sistemas educativos se caracterizan por la fragmentación social y cultural de las escuelas, lo cual da lugar a circuitos educativos donde existen centros de muy diferente calidad (públicos y privados).
Los niños con necesidades educativas especiales, los colectivos en situación de pobreza, que viven en la zona rural, y los pueblos originarios o afrodescendientes son los que sufren mayores niveles de exclusión y discriminación. Presentan tasas más altas de repetición y abandono escolar y resultados de aprendizaje más bajos, reproduciéndose la desigualdad intergeneracional.
La exclusión en educación no sólo afecta a aquellos que están fuera de la escuela, sino también a quienes estando en ella son discriminados porque no reciben un trato digno o no acceden a una educación de calidad que les permita desarrollar las capacidades necesarias para actuar en la sociedad, acceder a un empleo, ejercer la ciudadanía y desarrollar un proyecto de vida. La verdadera igualdad de oportunidades tiene que pasar por la igualdad de capacidades para actuar en la sociedad y por aumentar las capacidades de las personas para elegir.
El movimiento de la inclusión o educación inclusiva al que adhiere y que promueve la Unesco, ha adquirido especial significación en los últimos años para hacer frente a la exclusión educativa y social. Su objetivo es hacer efectivo para todos, y no sólo para una parte de la población, el derecho a una educación de calidad, que es la base de sociedades más justas y democráticas.
Escuelas plurales
La inclusión implica el desarrollo de escuelas plurales en las que todos los niños y jóvenes de una determinada comunidad aprendan juntos, independientemente de sus condiciones personales, sociales o culturales. Se trata de avanzar hacia escuelas en las que no existan “requisitos de entrada” ni mecanismos de selección o discriminación de ningún tipo. En síntesis, de escuelas inclusivas.
La atención a la diversidad de las necesidades de aprendizaje para que todos desarrollen al máximo sus potencialidades es un gran desafío para los docentes y los sistemas educativos, ya que éstos se caracterizan por ofrecer respuestas homogéneas a personas y contextos diversos. Muchos estudiantes presentan dificultades de aprendizaje o de participación porque la enseñanza no se ajusta a sus niveles y ritmos de aprendizaje, ni se considera su pertenencia social y cultural. Las escuelas han de transformar su organización y propuesta pedagógica para atender las necesidades de aprendizaje de todos y cada uno de los niños y niñas, incluidos aquellos que presentan una discapacidad, en lugar de que éstos se adapten a la oferta educativa disponible.
La educación en la diversidad es un medio fundamental para el desarrollo de nuevas formas de convivencia basadas en el pluralismo, el entendimiento mutuo y las relaciones democráticas. La percepción y la vivencia de la diversidad nos permite, además, construir y reafirmar la propia identidad y distinguirnos de los otros. La educación inclusiva favorece que los estudiantes aprendan a ser personas y a vivir juntos y no sólo a obtener conocimientos de las distintas asignaturas, aspectos de especial importancia en las sociedades actuales, signadas por la violencia, la incomprensión y la intolerancia.
(*) Directora de la Oficina Regional de la Unesco. Especial para la Red de Diarios en Periodismo Social.
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La Unesco llama a las convivencias basadas en el pluralismo.
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