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sábado,
15 de
septiembre de
2007 |
Más vigente que nunca
El kirchnerismo reaccionó con inusitada dureza ante el anuncio de Eduardo Duhalde de aglutinar a aquellos peronistas hartos del matrimonio presidencial. Algunos alfiles del presidente lo acusaron de pretender crear un clima de desestabilización, similar al que se vivió a fines de 2001. Semejante paranoia demuestra que Duhalde sigue formando parte de la élite política más poderosa del país. Calculador, paciente y experto en el arte de demoler a sus enemigos por agotamiento, el ex presidente es un preclaro exponente del maquiavelismo político. Acompañó a Menem en 1989 en la fórmula presidencial y dos años más tarde, por presión del propio Menem, se recluyó en la Gobernación de Buenos aires. A partir de entonces se distanció del riojano y se transformó en el símbolo del peronismo histórico. Derrotado en 1999 por la Alianza y Carlos Menem, esperó el momento para vengarse. No hizo nada por evitar la caída de De la Rúa y ya como presidente hizo lo que pudo. Los crímenes de dos jóvenes piqueteros y la presión del FMI lo obligaron a adelantar los comicios presidenciales. Se valió de Néstor Kirchner para impedir el retorno de su enemigo íntimo al poder y especuló con la posibilidad de seguir gobernando en las sombras. No lo logró. Entonces esperó a que su delfín sufriera el natural desgaste para exclamar "aquí estoy". Eduardo Duhalde, qué duda cabe, está más vigente que nunca.
Hernán Andrés Kruse
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