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domingo,
02 de
septiembre de
2007 |
La rotación no resultó
Pablo Marini decidió darle curso a la rotación. Y eligió el encuentro ante Arsenal para implementarla ante la seguidilla devastadora de encuentros que tendrá en los próximos días. Con el resultado a la vista podría decirse que se equivocó, pero si ganaba se habría hablado de la atinada determinación del entrenador. Lo que está claro es que para ganar hay que apostar, y eso fue lo que hizo Pomelo.
La idea no era descabellada ni mucho menos, lo que sucedió es que los actores elegidos, y que esperaban una oportunidad de mostrarse en el primer equipo, no se acoplaron y tuvieron un rendimiento muy por debajo de lo que pueden brindar.
Las modificaciones que realizó el DT estuvieron del mediocampo hacia arriba, por eso podría hablarse de dos equipos: uno sólido del medio hacia atrás (con los titulares) y otro que no funcionó desde esa zona hacia adelante. De los cinco elegidos para reemplazar a los titulares, tan sólo Ansaldi sobresalió sobre el resto (Leonel Vangioni estuvo pocos minutos en cancha porque debió ser reemplazado por lesión y no se puede realizar una valoración).
El Colorado jugó de volante por derecha y mantuvo un intenso trajinar por su sector. Lo mismo hizo cuando fue corrido al sector izquierdo, aunque no tuvo final de jugada. Hizo casi todo bien pero se quedaba en el último toque, el más importante.
Pablo Pérez puso voluntad y trató de convertirse en uno de los conductores, aunque chocó casi siempre con los rivales y su temperamento terminó influyendo para que su juego fuera insulso.
Uno de los que despertaba atención por lo que había mostrado en la pretemporada era Diego Torres. Al ex Quilmes no le salió una y desde el fondo partían gritos del Flaco Schiavi para que se tranquilizara y se metiera en el partido, pero no lo pudo conseguir y en los minutos finales tuvo que soportar el griterío de su hinchada.
Santiago Salcedo también estuvo perdido entre la neblina y no pudo en los duelos que mantuvo toda la tarde con los centrales del equipo de Gustavo Alfaro. La más clara que tuvo fue en el primer tiempo cuando apareció en soledad y se perdió un gol cantado con un cabezazo en la puerta del área chica que devolvió el travesaño. l
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