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domingo,
02 de
septiembre de
2007 |
El día de la verdad
Mauricio Maronna / La Capital
El futuro gobernador ya está en la cabeza de los santafesinos.
Las 48 horas de bienvenido silencio sirvieron para dejar de lado la vocinglería, las promesas de los candidatos y los intentos por direccionar a la prensa. Hoy (por favor, que sea hoy) se sabrá si Hermes Binner rompe la hegemonía del justicialismo o si Rafael Bielsa será el anfitrión para que en la Casa Gris se levanten las copas por el festejo de las bodas de plata en el poder.
La campaña más larga de la historia dejó sus secuelas en las diferentes veredas partidarias y en el ánimo colectivo: la mayoría de la sociedad se puso a salvo de las sonrisas gardelianas de los postulantes, recogió los votos que se entregaban al paso de cada caminata, caravana o lo que fuera y se dedicó a esperar que las urnas, de una buena vez por todas, sindiquen cuál será el varón que diga la partera.
Desde marzo todo ha sido escrito, dicho, rumoreado, desmentido y operado. Curiosamente, pese al tiempo transcurrido, poco cambió respecto al análisis político: el gobernador duerme en las dos urbes más grandes de la provincia. Rosario es el bastión al que apuestan los socialistas para lograr una diferencia que compense la tracción de votos hacia el peronismo que llega desde el interior, esta vez con un ítem que podría constituir la gran novedad, y que se enquista en la ciudad de Santa Fe.
¿La feroz disputa por la Municipalidad de la capital entre Oscar Balbarrey y Oscar Cachi Martínez permitirá un eslalon de Miguel Barletta que le haga cantar victoria al Frente Progresista? ¿La dispersión del voto peronista tendrá influencia a la hora de contar los sufragios para Rafael Bielsa? El lector sabrá reconocer que esa fue la duda que sobrevivió a los tiempos electorales y que, aún hoy, mantiene en vilo a propios y extraños.
Miguel Lifschitz es, por lejos, el más tranquilo de todos los postulantes. El acertijo en el campamento socialista se reduce a saber por cuánto será la diferencia frente a Héctor Cavallero, en una disputa que quedó opacada y consumida por los comicios a gobernador.
Los últimos días de tarea proselitista han servido (otra vez y van...) para sacar de la escena los dibujos convertidos en encuestas que arrojaban 20 puntos de diferencia entre Binner y Bielsa. Lo admitió el viernes un operador del Partido Socialista. “No sé a quién se le ocurre encargar estos muestreos que, de tan truchos, después terminan complicándonos y generando sensaciones distintas”.
En verdad, los 18 puntos con que Manuel Mora y Araujo cerró su trabajo hace más de una semana, al igual que el tabulado de César Mansilla otorgándole 20 por ciento de diferencia al líder socialista provocaron que el repunte del justicialismo en los últimos días haya sido maximizado hasta el paroxismo.
Para los peronistas, Julio Aurelio es hoy una especie de Gauchito Gil al que se aferran con devoción. Su trabajo telefónico es el único que puso arriba a Bielsa y sacó de quicio a los frenteprogresistas, quienes denunciaron a la encuesta como una “operación”. ¿Acaso hay alguna que no esté dirigida a influir (léase operar) en el ánimo del votante? Pero de poco sirven ya estos instrumentos, ahora hablan las urnas. Una sentencia que, pese al óxido que acumula, no deja de tener validez.
Santa Fe tiene dos muy buenas ofertas electorales, que la ponen en el primer estadío nacional. Binner, con sus pergaminos de hacedor bien logrados por su tarea de administrador en la ciudad de Rosario; y Bielsa, con su notable capacidad dialéctica y sus contactos internacionales representan dos buenas opciones para el electorado.
El sistema vigente tiene una falla de origen que alguien, alguna vez, deberá corregir: resta toda posibilidad de éxito a las terceras fuerzas y le otorga un complejo vitamínico potente a la polarización. De hecho, la constelación de partidos que se presenta por afuera del Frente para la Victoria y del Frente Progresista ofrece postulaciones a gobernador e intendente casi testimoniales.
En ese terreno deberá pelear la fórmula de la UCR, que ha reforzado su campaña en las últimas horas convocando a la “identidad radical”, una tarea que presupone aumentar los casi 50 mil votos logrados en las internas.
Como si el cambio de época quedara más evidenciado que en otros enclaves, en Santa Fe no hay partidos que representen a la centroderecha. Toda una novedad si se tiene en cuenta la formidable elección de Mauricio Macri en la Capital Federal, que lo subió al trono de jefe de Gobierno. Rosario, pese a ser el patio trasero del ícono mediático del país, no se ve representada por agrupación alguna linealmente encuadrada en PRO.
La izquierda, como casi siempre, ofrece un menú cuya característica principal es la dispersión, fenómeno que terminó relegándola a un lugar de casi nula expectativa.
Es de suponer que el futuro gobernador, sea Binner, sea Bielsa, encarará un proyecto de reforma electoral que derribe las boberías del actual sistema, como es el caso de la obligatoriedad de las internas para los ciudadanos no afiliados a ningún partido. Si el éxito de todo proyecto se mide por sus resultados, no hace falta convertirse en un experto en la materia para darse cuenta que la mejora institucional se logra en tanto y en cuanto las oportunidades sean iguales para todos. Hoy, los dos principales frentes ocupan todo el espacio de la marquesina.
Más allá del análisis político (siempre ajustado a la veda electoral), en los últimos días florecieron las denuncias contra el gobierno provincial por un supuesto intento de direccionar los comicios con la contratación de una ONG que oficiará de “observadora”. Internet ha sido el medio elegido para “revelar” supuestos intentos de fraude, hasta con una especie de decálogo que anticipa cómo, cuándo y por qué. Un lunar (pequeño y poco riguroso) que apenas empañó una campaña que jamás se desbarrancó, más allá de las típicas jugarretas que anteceden a cada elección.
Para muestra basta un botón. O un “tampón”, en este caso. Córdoba, que hoy también elige a sus autoridades, se convirtió en el ring de una feroz andanada verbal. Allí, Luis Juez calificó al radical Mario Negri de “tapón” del gobierno para favorecer las chances del delasotista Juan Schiaretti. “Y vos sos un tampón de Alberto Fernández”, le descerrajó Negri. Eso es campaña sucia.
Resulta preocupante el anuncio del Tribunal Electoral respecto a que recién a las 2 de la madrugada se conocerá una primera tendencia del voto en Santa Fe. Todos los encargados del escrutinio deberán intentar que esto no se produzca; semejante demora (más allá de los argumentos) no se registró en ningún otro Estado. Cuánto más tarde la aparición de información oficial, mayor será la guerra de los sondeos a boca de urna, en un in crescendo que puede dispararse hacia el desquicio.
La mejor herramienta para garantizar la transparencia y evitar la histeria viene de la mano de la información veraz. Quien dude de este enunciado puede remitirse a los comicios de 2003 y recordar los episodios lindantes con el ridículo que se sucedieron más allá de las 18.
Si gana Binner, el ex intendente hará historia. Será desde el 11 de diciembre el primer gobernador socialista en funciones de la Argentina. De darse esta opción los medios nacionales comenzarán a hablar de él como un nuevo referente de la oposición que tallará a la centroizquierda de la pantalla.
De alzarse Bielsa con el triunfo, el gobernador Jorge Obeid habrá cumplido con el mandamiento no escrito del peronismo que consiste en entregarle la banda a un “compañero”, y el justicialismo santafesino habrá ratificado sus dotes de “invencible”.
¿Quién gana hoy? Como decían las abuelas en el campo: que gane el mejor.
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