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 domingo, 02 de septiembre de 2007  
El rockero argentino cuenta cómo es su nuevo disco, “La lengua popular”
Andrés Calamaro: “A veces las canciones deciden por mí y otras veces las manipulo”

José L. Cavazza / Escenario

Andrés Calamaro regresa con 12 nuevas canciones y la lengua afilada. Desde el verano español envía señales de humo en un intento por querer explicar su situación actual: “No es justo escribir siempre bajo los efectos de la espinaca de la soledad y la sobredosis de ombligo”, dice a Escenario. Y, se sabe, la frase no sólo está referido a su nuevo álbum “La lengua popular”, en el que pregona “Ya no soy el viejo Andrés que no dormía jamás”, sino también a su realidad más concreta. Lo cierto es que Calamaro está de vuelta una vez más y aprovecha la ocasión para hacer una aclaración oportuna: “Me sorprendo a mí mismo soportando los compromisos con menor intensidad apocalíptica”.

Por otra parte, el nuevo disco recién se editará el 11 de este mes, una fecha llena de significaciones: un 11 de septiembre cayeron las Torres Gemelas y también —aunque no tenga tanta prensa— fue el día en que asesinaron en Chile a su presidente constitucional: Salvador Allende.

“Yo pienso en Allende, en el Día del Maestro y en las «torres paralelas» —asegura Andrés Calamaro en el comienzo de la entrevista—. Pero también es el momento del año en que los días se hacen más largos y cálidos. El disco se demoró hasta septiembre porque julio y agosto son meses inconvenientes para publicar en España, donde la gente todavía se toma meses enteros de vacaciones. Acá las vacaciones consisten en quedarse en casa y mojarse con la manguera. Esperar una fecha ideal no deja de ser una demostración de fe en estos tiempos donde todo el mundo parece compadecerse de los pobres músicos víctimas del naufragio del formato y de una industria que, históricamente, nunca nos defendió mucho que digamos. Así y todo, pido permiso para descubrir una relación de armonía y amistad con la compañía que me acompaña, pero no es lo habitual a lo ancho de la historia que sabe de injusticias en todas las áreas corporativas”.

—¿Cuándo editaste el disco en vivo “El regreso”. explicaste en una entrevista con La Capital que querías hacer un álbum que no fuera autorreferencial, que no querías seguir confesándote o parodiándote en tus canciones. “La lengua popular” no parece ser ese disco del que hablabas...

—No, no lo es, pero es muy pro bable que me queden discos por hacer aún, y es posible que intente hacer grabaciones más abstractas, que pongan el foco en el ritmo o en zonas libres de melodías con letra. Por el momento todo parece indicar que a veces las canciones deciden por mí y otras veces las puedo manipular, es decir: un empate entre la honestidad y el oficio, aunque comprometido con la verdad y con la estética, lo que no deja de ser un balance ético aceptable. Habiendo aclarado, o prestado más confusión sobre este punto, estimo que “La lengua popular” es un disco muscular, húmedo, sentimental, adulto, irónico y, valga la redundancia, popular aunque sofisticado. También, una vuelta a los estribillos, un ejercicio menos catárquico y más volcado a lo formal de la canción de rock subtropical.

— Admitir en una de los nuevos temas que el Andrés que nunca dormía quedó atrás, ¿significa que existe un Andrés distinto, que vive de otra forma y que compone, supongo, bajo otros códigos? Es decir, 12 canciones para un disco en lugar de 100, es todo un cambio...

—Doce canciones en un disco es un formato de álbum clásico y formal. Es como enchufar una guitarra en un amplificador de válvulas o filmar películas en celuloide. Quiero decir que de alguna manera es una vuelta a ciertos códigos. En lo personal sigo respetando los mismos códigos, aunque viva sujeto a menores descargas de desesperación y furia. Me sorprendo a mí mismo soportando los compromisos con menor intensidad apocalíptica, y al mismo tiempo recuerdo aquella renuncia como una sobredosis de libertad y esclavitud, sin nostalgias ni arrepentimiento. No es justo escribir siempre bajo los efectos de la espinaca de la soledad y la sobredosis de ombligo.

—Frases como “soy una buena combinación de Homero Simpson con un Rolling Stones, saco ventaja de la confusión, ya sé, soy sexy y barrigón” o “tengo el minibar abierto y cerrado el corazón”, ¿tienen más que ver con el personaje o con lo real?

—”Sexy & barrigón” no es autobiográfica porque no soy tan sexy y mi barriga es postiza, como los dientes de Keith Richards. Además estoy más cerca de un Rolling Stone que de Homero Simpson, principalmente porque no trabajo en una central nuclear. “Abierto el minibar y cerrado el corazón” podría ser un ejercicio de estilo y no faltar a la verdad. Me temo que sigo sin ser un contador de historias, sin embargo confieso que la mayoría de las cosas que canto están muy cerca de lo real. De todos modos, y volviendo a la primera pregunta o planteo, si existiera una distancia respetable entre el personaje y la persona real, entonces sí estaría más cerca de un disco menos autorreferente como aquella vez pensé en voz alta.

—Si tuvieses que armar un nuevo disco de “grandes éxitos, ¿qué temas incluirías de “La lengua popular”?

—Eso no seria complicado. “Los chicos”, “Minibar”, probablemente “Carnaval de Brasil” o “Soy tuyo”. Se supone que un álbum que tiene doce canciones justifica el número si cuenta con seis canciones potencialmente radiofónicas y otras seis que sean interesantes lados B.

—¿Cuáles fueron las diferencias más importantes entre trabajar con Litto Nebbia y Cachorro López?

—No hay diferencias importantes. Litto es un padre, es el inventor del invento, llegaba temprano al estudio para cantar con gran frescura canciones de su disco de blues, que acaba de editar. Cachorro es un primo y también llegaba antes al estudio. Con los dos escribimos nuevas canciones, cada uno se implicó a su manera y fue fiel a su estilo, así en lo armónico como en el método dentro en el estudio. Pero es más lo que tienen en común y de importante que las diferencias que puedan tener. Además grabamos como amigos y como compañeros.

—¿Hay alguna canción para vos que lo diga todo, que encierre el todo? ¿Es posible escribirla?

—”El payador perseguido” (la extensa copla de Atahualpa Yupanqui) dice mucho, probablemente diga casi todo aunque no me la sepa de memoria. En realidad, no sé de memoria ni mis letras más habituales. Algunos tangos dicen mucho, y aseguran además que Bob Dylan es un letrista muy completo. A veces un piano o una trompeta lo dice todo y supongo que Richard Wagner, Paco De Lucia y John Coltrane también.




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Calamaro aclaró que se siente más cerca de un Rolling Stone que de Homero Simpson.

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